domingo, 4 de julio de 2010

Casa Solla (Poio - Pontevedra)

En la noche del pasado 3 de octubre del 2009 llegué al restaurante que más me habían recomendado en los últimos meses dentro del Nove; Solla.
Durante el trayecto llegó de imprevisto el diluvio universal; como no, había salido un pelín tarde y sin San G.P.S. Creí ver a Diós cuando preguntando por el local a unos chicos que se resguardaban bajo unos soportales, me señalaron prácticamente al otro lado de la carretera.
Pese a la lluviosa noche, el local, una casona de piedra, impresiona desde el mismo portal por el que se accede a su aparcamiento.

Ya en el interior un impresionante recibidor, dotado de varias estancias de las cuales la principal brinda a los clientes un pequeño museo que cuenta entre sus obras de arte con el menú degustación que se sirve ese día. También se encuentra una pequeña estancia con sofás y mesita y el pasillo que conduce a la sala luce unas vistosas vitrinas.

El salón se arropa con un estilo un tanto minimalista, agradablemente roto por una exposición de cuadros bastante colorista. Las mesas se visten en el top de la elegancia en todos y cada uno de sus elementos; incluso en las cartas. En la de comidas; se mostraba una selección de platos y dos menús; uno corto de tendencia tradicional y uno largo. Superaban los 50 y los 70 euros, respectivamente. Yo había elegido el largo antes de ni siquiera haber entrado.

En lo tocante a la carta de vinos me encontré con un número de referencias, denominaciones y diversidad de caldos, apabullante.
Mi elección; que no podría haber sido peor, fue un Dominio de Atauta D.O. Ribera del Duero que llevaba tiempo queriendo probar; pues me habían ofrecido una caja a muy buen precio.
Tras haber reconocido mi error, diré sin entrar en más detalle que en muchos otros lugares no habría habría tenido lugar. No por mis fundadas sospechas del prácticamente nulo maridaje (del que tampoco soy ningún enfermo) con la mayor parte del menú, si no por una clara falta de orientación.

Mientras observaba el amplio escaparate que permite ver la actividad en la cocina llegó el aperitivo; ¡comienza el vendaval!

El coctel de gintonic en espuma servido en chupito hizo el comienzo fresco y divertido. El pan de aceitunas con paté de anchoas resultó en un despertar de los sentidos.

Continuamos con una sopa de melón con jamón servida en chupito. Muy fina la sopa; parece mentira que un aperitivo tan sencillo, resulte tan perfecto.


Sigue el raudal de aperitivos con una cebolla con crema de patata servida en platillo hondo que consistía en una pequeña cebolla entera confitada, cubierta de una deliciosa crema de patas, con unas lascas de Pringles de cebolla. ¡Toma Solla!
Reconozco el momento tonto de orgullo, por que las mismas patatas también alegraron más de uno de mis platos (rebozados, lechos, acompañante de pesto casero...).



Con el siguiente plato, el mar entró en mi boca; las navajas lima-limón servidas sin concha. Éxtasis de intensidad; perfectos sabores y texturas.


A continuación, el plato más memorable de toda la velada, de esta y de muchas otras podría decir; los lomos de sardina con sorbete de gazpacho. Sencillamente una divinidad del olimpo gastronómico que te deja con sensación de escasez. Yo lo pasaría a tamaño entrante para ampliar su disfrute.
Con la excepción de la cantidad el plato se expresa al más alto nivel en todos los sentidos.

Vamos con una sorprendente croqueta, que prácticamente estubo al nivel del plato anterior. Servida en platillo hondo en un concepto próximo a la deconstrucción con el jamón bajo una fina y cremosa bechamel, cubierta de unas rayaduras de pan tostado.

Seguimos con un salmonete sobre bainas de guisantes, crema de guisantes, huevas y espuma.
El punto del pescado de libro; los guisantes demasiado crudos, muy bravos para mi gusto y la huevas animando el plato. No acabó de entusiasmarme, vamos con el siguiente.

Merluza con escabeche, crema y verduras salteadas. Punto perfecto, mostrando las vetas del pescado; mágico el escabeche y perfectas las verduras. Un 10.

Por último la carne , un exquisito roast beef de ternera con crujiente y rúcula (creo). Perfecto punto de la carne, sólo con un aro cocinado alrededor de la pieza que en su interior estaba perfecto de temperatura. Sublime.


El principio del fin fue un sorpresivo queso del país (con textura próxima al requesón o al mousse) con membrillo casero y confitura de manzana.
Todo perfecto; un conjunto tradicional presentado sin alardes innecesarios y tan esplendido de cantidad que ya podría haber parado ahí con total satisfacción de apetito.


El segundo de los dulces fue de lo mas lucido; una crema sobre un exquisito hojaldre con dos uvas caramelizadas, una lámina de gelatina y un sorbete. Deliciosa miniatura.


Finalizo postres con el sorbete de almendras, con pan de almendra y crema de almendra. Creo que también se conocía como Tarta de Santiago 2009. Muy buena revisión.


Todos los postres los acompañé de un moscatel de Málaga, el MR. Muy bueno, no demasiado dulce y del que me agencié el resto de la botella.
Rematamos con un buen expresso restatto con un estupendo cofre de azúcares.

Los pettit fours que acompañaban el café, merecen mención aparte. Un chupito dos chocolates muy rico y tres trufas en diferentes texturas; crujiente, clásica y una esponjosa de similar textura al pan de aceituna del aperitivo o al bizcocho de almendra del último postre. Supongo que la elaboración será parecida a la técnica creada en el Bulli para esos panes al momento que se elaboran en sifón y se cuecen en microondas.
He ahí la cuenta y un par de detalles que no quiero pasar por alto:

Menú Degustación 68
MR 1/2 24
Café 1,50
Dominio de Atauta 42
TOTAL: 135,50 + 9,49 (IVA) = 144,99

Sigo sin entender esta política de cobrar el café en cuentas que suben de 4o euros por cabeza y en las que suben de 140, directamente me parece una falta de detalle enervante.

En este caso en concreto, creo que podría decir que todavía tiene más delito; me explico.
Esta cuenta es la segunda que llegó a mi mesa tras haber advertido en la primera que me habían cobrado de menos por el vino (alrededor de 7 euros). Parece ser que el precio estaba sin actualizar en caja, con lo cual me cobraron la diferencia, me dieron estas explicaciones y abur. Cada cual que saque sus propias conclusiones, pero son "detalles" como este, los que siempre me han animado a incluir las cuentas en las entradas que escribo. Eso y los disfraces de la realidad que he leído en algún que otro blog; por tanto y como veréis continuaré exponiendo las cuentas, pese a lo impopular de la decisión.

Ojo, tampoco quiero que nadie piense que estoy plasmando sólo los detalles negativos de la experiencia. De hecho tengo pendiente volver, aunque reconozco que hay unos cuantos por encima en mi ranking.
Creo que lo más importante, que es la cocina y una bodega impresionante en Casa Solla es de primer nivel; probablemente entre los cinco mejores que he probado.
Como dato positivo diré que el menú parece ser que incluye pan y servicio.