martes, 22 de noviembre de 2011

Vino Castillo de Perelada MALAVEÏNA

... o de un sorpresón de lo más agradable, que me llevé cenando, en mi anterior visita al restaurante  Pedro Roca.

El caso es que me había olvidado de incluirlo en su correspondiente entrada y he tardado tanto en escribir mis sensaciones sobre el vino en si, que hasta se me ha borrado de la memoria el año. 
No es de extrañar, teniendo en cuenta que he recuperado con demasiadas ansias -y por lo grande, además- la costumbre de beber prácticamente a diario. Se me vienen a la cabeza un fastuoso Valtravieso del '94, un par de Valtuille (B. Castro Ventosa) '06 y '05, un B R U T A L Gneis del '98, un CONTADOR '07 que no me permitirá ir al cielo tras su degustación, un HIPPERIA '05, que, como siempre, ha estado mundial y un CHATEAU RAYMOND-LAFON '06, en versión 375 ml. con el que acabo de dar buena cuenta, de un foie Mi-Cuit casero -mezcla perversa, lo se-. Todos ellos, entre muchos otros, con armanags, los mejores vermouths del mundo mundial -en O Gaiteiro, no me canso de decirlo-, brandys y hasta en los gin tonics he vuelto a caer de copa en copa, -los vinos de botella en botella, ejem...-

Bueno, pongamos que el Malaveïna que me zumbé en Pedro Roca fuese un '04 -¿o era un '06?...- y pongamos que siendo cada vez más acólito de los caldos producidos bajo la D.O. Empordá, ha tenido que ser muy sólido el menú -cosa que si ha sucedido- para que no apartase los platos y me diese únicamente al disfrute del vino.
El caso, es que no lo elegí yo del todo; mi elección, un LES TERRASSES de la bodega Álvaro Palacios, estaba agotado y fue el sumiller, quien me indicó similitudes con un Malaveïna, que me llenó el ojo de inmediato.  Creo que llevaba ya algún tiempo sin reivindicar la importancia de un buen servicio en los restaurantes. El momento de escoger un vino para un menú, puede mandar la experiencia al traste, o elevarla al infinito; siempre es bueno contar con ayuda, cuando uno la necesita. 

Todavía no he hablado del vino; ¿que puedo rescatar de su cata?. Pues que es un vino que no marca demasiado la madera, pese a su extensa crianza, y tiene una mezcla de uvas (MERLOT, CABERNET Y SYRAH) que suele funcionar de vicio en mi paladar. Tres uvas, para una finca de nombre Malaveïna (trad. mala vecina).
Me quedo con las notas especiadas en nariz y con su elegancia en boca. Sorprendentemente fresco y balsámico, mineral; que nadie se asuste por el Cabertnet Sauvignon y por los 14 meses que pasa en barrica.

Os dejo un interesante enlace con el que me he topado en Adictos a la Lujuria, sobre el Castillo de Perelada Finca Malaveïna 2006 .

En internet se puede encontrar a la venta, por menos de 20 € y teniendo en cuenta el vino del que os hablo; me parece una RCP fenomenal.