domingo, 31 de enero de 2010

Zambujeira do Mar (sur de Portugal)

Con el principal motivo de la reunión de Faith No More programé un viaje a la costera localidad de Zambujeira do mar. El viaje en si fue uno de esos "visto y no visto" que siempre tratro de evitar sin un motivo de peso; pero el poder ver a mi tan venerado Mike Patton en carne y hueso pesó lo suficiente como para no tener que pensármelo.
Para este viaje nos reunimos cuatro coleguillas con gustos más o menos afines y con el común propósito de divertirnos en un ambiente diferente al habitual. Aunque el ambiente en un festival biene a ser cortar y pegar, pero bueno, sedientos de el formato macro y el, en principio, variado cartel que ofrece el Festival do Sudoeste, allá nos fuimos de cabeza.

Para ello nos dispusimos a atravesar prácticamente todo Portugal en el furgón Volswaven modelo California de uno de los colegas. Siendo las 14:00, esperábamos estar en el meollo festivalero ahí por las 22:00 (hora portuguesa). Como siempre hubo rezagados a los que esperar; es curioso que quienes menos prisas tengan por salir, sean luego los que más quieran apurar el regreso. En fin...

Huelga decir que este viaje lo único que tuvo en relación con lo gastrónómico fue la diversa oferta de cachorros, bocatas, bifanas, creppes, pizzas, kebabs, etc.. que nos encontramos en el recinto del festival.; amén de los inevitables bocatas que engullimos en las paradas relámpago en las cuales repostábamos y hacíamos nuestras humanas necesidades.

La primera noche cumplimos el objetivo de llegar a la hora prevista, lo cual ya fue para darse con un canto en los dientes. La noche transcurrió alegre y sin incidentes mientras disfrutamos de un par de actuaciones señalables antes de la inevitable zona dance-tecno-pisca-pisca que bueno, cumplía aunque hubiese preferido estar en una tumbona en plan chill out ahí por Caños de Meca.

El festival en si, aparte de enorme y multitudinario, se situa en una zona de temperaturas suaves, haciéndose notar la zona que ocupa, geográficamente hablando, incluso en el físico de los aistentes; o en esos concluimos tres de los cuatro expedicionistas antropólogos que por allí pululamos. Bromas aparte, el ambiente, aunque un pelín más frio y recatado que por otros larers; estaba bien pese a la nefasta programación de escenarios simultaneos que tanto detesto.
No se puede estar del todo a gusto cuando sabes que pese a estar viendo un show que te agrada, a unos metros está actuando otro al que también te hubiese gustado ver. Por no hablar de la desagradable mezcla de sonidos provenientes de distintas actuaciones que se produce en las inmediaciones de las mismas.
Algo a tener en cuenta es que de ese modo, la fiesta remata mucho antes. Para mi no fue problema pues el plato fuerte vendría la próxima noche.

La mañana siguiente amaneció espléndida y nos dispusimos a conocer un poco la zona. Aparte de gozar de muchísimas más comodidades que una tienda de campaña, nuestra casa tenía ruedas!!!, así que plegamos y hechamos a andar en ella.

Una vez en el centro de Zambujeira, aparcamos y contribuimos a la invasión del pueblo por parte de los festivaleros. Un servidor, ávido de mar y arena, no evitó la tentación de salir con la toalla al hombro para darse un paseo por las calles y conocer un poco lo que nos rodeaba. A más de uno del grupo las construcciones les recordaban a Palma de Mallorca, donde habían residido largas temporadas; yo percibía algún que otro aire alandalus al que tampoco daba demasiada importancia. No se bien por que, el paraje me recordaba a una urbanización de San Vicente do Mar ( cerca de O Gove) en la que tengo estado de paso. Pero lo que si llamaba la atención era la enorme placided y tranquilidad que ofrecía el lugar con esos preciosos e imponentes acantilados entre los cuales se hallaban discretísimas playas.

No se como estará visto por esos lares el tema naturismo, la verdad que al final me quedé con las ganas de mi ración de sol y mar.

La verdad no se que núcleos urbanos estarán cerca de este pueblo a parte del Algarve, pero parecía estar en medio de ningún sitio, transmitía una extraña sensación de calma e invitaba a quedarse unos cuantos días a no hacer nada, sin otro propósito que desconectar y relajarse.
Al acercarnos al pueblo paramos en alguna que otra terraza, de estas que están no en una acera si no que ocupan toda la calle. Allí permanecimos un buen rato recostados sobre nuestras sillas bebiendo unos mojitos que estaban de muerte.

Ya en el centro, los puestos de los hippies en el camino a la playa grande, eran un auténtico hervidero del que también disfrutanos hasta la hora de regresar al recinto.

Antes del anochecer unos procuramos algo de comida mientras otros calentaban motores en el minibotellon que todos acabamos disfrutando en el furgón. Daba la sensación de que estábamos en el salón de nuestra casa pero con las primeras notas del festival comenzando a sonar de fondo.
Cuando nos quisimios dar cuenta estábamos cada uno por su lado disfrutando de la enorme y sobervia actuación que nos ofrecieron los FNM. La verdad que estuvieron sembrados (superiores incluso en la estética del escenario) y justificaron se sobras mi asistencia al Festival do Sudoeste.Disfrutamos juntos el resto de la noche, hasta que poco a poco fuimos cayendo reunidos de nuevo en el furgón.
El día siguiente fue un continuo maratón de regreso a casa sin nada que señalar aparte de los hemosos paiasajes que se podían ver desde los escasos tramos que no discurrieron por autopista y alguna que otra equivocación causada en parte por la resaca de piloto y copiloto o por el placentero sueño que los ocupantes de los asientos traseros disfrutaban.
Bueno, antes de las 23:00 estábamos de vuelta. La sensación final es la de que tendría que madurar el viaje y el conjunto de vivencias dentro del mismo. De veras que no recomiendo estas salidas tan fugaces, prefiero disfrutar de la lentitud de las cosas, despreocuparme y olvidarme de cualquier tipo de agobio, pero debemos ver el lado positivo de todo esto y es que siempre nos quedará volver con más calma. Si hiciese una analogía gastronómica la situción se parece a ese pinchito que tomas por primera vez con cierto apuro en medio de un ambiente bullicioso y te da pie a profundizar en ese plato (en tamaño ración) cuando se te presente la oportunidad.

sábado, 30 de enero de 2010

Restaurante Chef Rivera

Veamos un ejemplo de que no hay bien que por mal no venga. Al día siguiente de haber cenado en el restaurante Olivo, amanecí enérgico en Padrón y tras una visita a la piscina municipal con sesión de sauna incluida, introduje la llave en el contacto del Danimovil para comenzar el viaje de vuelta a casa. El coche estaba prácticamente muerto a causa de que se me habían quedado las luces encendidas. Me dije a mi mismo "te tomas un par de vinos, pues parece que amaga encender y pruebas más tarde" y así fue; sólo que antes ya de entrar en el primer bar, vi de reojo, al otro lado de la carretera, el cartel de Chef Rivera. Ese fue mi primer impulso diabólico, el segundo fue una copa de vino y que mi carro seguía sin poder arrancar.
¿En que concluí?; pues en un :
"vale, ahora entre que llamo a la grúa y esta aparece, ya no llego a comer a la hora. Chef Rivera, ahí te voy!"
El local está situado en el centro de Padrón y aparte de restaurante; ofrece hospedaje; la verdad que está en una callejuela que no dice demasiado sobre el interior.
Se ha escrito mucho sobre este local, pero hasta que no se ve...

La cantidad de carteles y pegatinas con soles Capmsa, recomendaciones en distintas guías, etc sólo se supera con la galería fotográfica del interior del local, situada en el pasillo de acceso al comedor, en la que podemos ver fotos del mítico chef con las más variopintas personalidades, (que van desde Camilo José Cela hasta el juez Garzón , pasando por el mago Tamariz, una Miss Venezuela o JuanCar y doña Sofia) amén de premios, distinciones, autógrafos y reportajes sobre su mítico Chef.

Al entrar por la puerta principal nos encontramos el bar; bastante clásico y luminoso, al igual que el resto del local. He dicho bastante clásico y sí, es un pelín "clasicote" (incluso en los uniformes del servicio) pero resulta agradable, no le puede lo rancio de otros locales.

No soy demasiado partidario de los restaurantes con bar, pero gracias a que el comedor se separa con unos metros de pasillo, unos aseos muy completos y se enmarca en una cristalera y unas paredes plagadas de cuadros. Con esto quiero decir que en el comedor no se filtraban ruidos, humos, etc.
La carta de vinos del Chef Rivera es también bastante clásica, pero lo suficientemente amplia como para contentar a cualquiera. En cuanto a sus precios ni fu, ni fa; por lo menos no da la sensación de inexplicable sobreprecio de otros sitios.
Mi elección, un Mauro ( D. O. Castilla y León); ¡Ole por mi!, había superado al Maleoulos de la pasada noche a un precio inferior. El vino en si es profundo, muy juguetón en aromas y más goloso que potente. Aunque parezca mentira, no lo había probado.

La carta del Menú incluía un Menú degustación largo a unos 55 euros , creo recordar, y cuya temática era la por aquel entonces todavía vigente, temporada de caza; que con la de setas es mi favorita. De todos modos, escogí como opción comer por carta dos de las recomendaciones del día.

Como aperitivo me sirvieron una deliciosa crema de calabacín servida en chupito. Ideal para abrir boca, perfecto de temperatura.









El primer plato, unas zamburiñas frescas, fue un deleite de cabo a rabo. Las mejores y más ricas que probé en mi vida con una sencilla salsa con un delicioso toque cítrico y un punto perfecto. El producto hablaba por si mismo:


El segundo plato era tambien el segundo plato principal del menú degustación y también recomendación del día. No creo que halla en toda la carta un plato que me guste más. "Solomillo de venado con ciruelas asadas"; casi se me caen las lágrimas de lo impresionante que estaba tanto en la presentación, como en la cantidad, la acertadísima combinación de sabores y el punto de la carne P E R F E C T O. Se deshacía en a la boca como la mantequilla. Todo un festival al acompañarlo con el Mauro.

En uno de esos momentos de intenso disfrute levanté la cabeza y mi mirada se cruzó con la de la camarera que me estaba atendiendo, ella se dio perfecta cuenta de lo mucho que me estaba gustando el plato y no pudimos más que reírnos; la verdad que sobraban las palabras...







Para el postre, sin ya demasiado poder de decisión pedí que me trajesen el que más les chistase preparar en cocina.
A la mesa llegó un vistoso brownie con helado de yogur y frutos rojos. Bastante bueno.
Rematé con un par de cafés a los que fui invitado, como debe de ser y no hay más.

LA CUENTA:
PAN 1.00
ZAMBURIÑAS 13.00
SOLOMILLO 20,10
MAURO 40,30
AGUA 0,80
BROWNIE 6,08
CAFÉ INV. TOTAL+ IVA: 85,90




viernes, 29 de enero de 2010

Restaurante Olivo (Pontecesures)

Día 30 de diciembre del '09; comienzo mis vacaciones a lo grande. Después de una temporada trabajando en el sur y tras haber pasado por Pontecesures en múltiples ocasiones, me dispuse a aventurarme a un restaurante que estando a pie de carretera me había llamado mucho la atención por su estética. Tras haber curioseado en su web, vi como mis espectativas hacia el restaurante Olivo se multiplicaban.
El local del chef J. Luis Baleirón es ciertamente espectacular, con un diseño muy actual, alberga dos comedores con diferentes toques estilísticos. Desde ambos las vistas son una grata sorpresa no anunciada, pues como ya he dicho el local está a pie de carretera.

He de decir que esa noche, si exceptuó al chef y al servicio cené sólo, no sólo en mesa, si no que en todo el local.

Una señora me recibió y me atendió amable sin poder disimular ella el misterio que le suponía mi visita. Quitando esto y tras haber pedido el "Menú Degustación en Navidades", me hechó un cable a la hora de elegir el vino muy de agradecer. Sin salir de mi querida Ribera del Duero (emplazo a quien lea esto a que me de ideas sobre mis prácticamente olvidados vinos gallegos) me ofreció un Malleoulos, al cual no dije que no y tampoco me arrepentí. Del mismo sólo diré que sin estar entre mis cinco y probablemente diez favoritos; no creo que exista ningún a aficionado a beber vino al que le disguste pues no peca de excesivo en ningún aspecto. Que por el precio se encuentren muchos mejores o que gusten más ya es otra cosa.

Mientras esperaba el menú escuchaba en el hilo musical un nefasto programa sobre actuaciones de orquestas con carteles de verbenas y llamadas de oyentes para llevarse una camiseta de la Panorama o anunciar las fiestas de su parroquia. Esto no cambió en toda la velada.
No concibo esto en un local al que se le supone cierta categoría, repito; NO LO CONCIBO.

A parte de este fallo de ambientación, el menú se sirvió en un ritmo impecable. Comenzamos con un aperitivo de la casa que incluia: un rico hojaldre al curri, unas buenísimas olivas con tomate en conserva y una "regulera" tortilla con pulpo.
El primero de los entrantes fue un medallón de vieira en crujiente de katafi con rúcula y boletus. Esto ya son palabras mayores, plato para disfrutar incluso al recordarlo. Buen producto y buenísima conjunción de sabores.

Continuamos con unos un cornetto de berberechos y setas. Este plato estaba al nivel del anterior con la pega de que los berberechos estaban algo pasados. De todos modos, ambos encarnan el tipo de cocina que me hace disfrutar.

Continuamos con un lomo de lubina sobre crujiente con almejas y salsa de azafrán; bien de punto, bien en cuanto a la presentación (aunque no tan vistosa como los dos anteriores) y perfecto de cantidad. Muy bien por tanto.

Era el momento de descansar y alegrar el estómago con el sorbete casero de pomelo rojo con vodka. Suena bien y estaba bueno.
El último plato antes del postre; medallones de solomillo de buey "rossini" con foie. Esperaba que este plato fuese el gran momento de la noche, pues soy gran amante de la carne de buey tanto como de un buen foie, pero aún estando bueno no llegó a emocionarme aunque si disfruté del vino como un enano.


Por último el postre; una tartita de chocolate en dos texturas.; que resultó ser un coulan con algo de granada. Muy bien de punto, pero debería acompañarse con una bola de helado o algo por el estilo y más teniendo en cuenta que era el único postre que incluía el menú.
Acompañé el postre de un riquísimo Porto vintage de 12 años.



- LA CUENTA:
  • Agua Mondariz.......3,80 (injustificada exageración de precio)
  • Malleoulos...............44,50
  • Menú Degustación..54,50
  • Pan.............................1,35 (aunque no lo hubiesen cobrado, no pasaba nada)
  • Porto Especial..........8
  • Café............................1,20(sin comentarios)
    Hendrik's- Tonic......9,50
Mi valoración del conjunto de este menú es buena pero hay que tener en cuenta los siguientes datos:
He de decir que los platos fueron bien anotados por el servicio y que el servicio del vino fue correcto obviando mi tan odiado accesorio antigoteo.
Hacia el final del menú el cocinero se acercó a mi mesa para interesarse por mi satisfacción. Este siempre es un gesto de agradecer y en esta ocasión no hubo excepción, pue Luis resutó tan agradable como breve.
Además las cartas son muy completas y sirven menú degustación a partir de dos personas, con lo cual en una mesa de seis (p. ej.) con otro de acuerdo ya lo servirían sin problema.
Fuera de esto el precio del agua es injustificable y el menú a casi 55 euros bien podría incluir el pan.
El gin tonic (con la tónica Sweppes de toda la vida) y con rodaja de limón en vez de una más apropiada monda se hace dos o tres euros caros.
Que me cobren el café, servido con un sobre de azúcar blanco, después de haberme cobrado el Porto, pues...
La falta de detalles es más que evidente y sobran sitios donde, por esos precios, no existen estas carencias.

domingo, 24 de enero de 2010

Casa Pardo ( A Coruña )

Voy hacer un salto en el tiempo con respecto a los artículos que he escrito últimamente para contaros mi reciente visita a Casa Pardo.
Un martes del pasado mes, me planté en la puerta de este gran restaurante. Su ubicación en la calle Novoa Santos, cerca del Fórum Metropolitano, no nos dice demasiado del mismo aparte de que carece de vistas al exterior. Mejor no os dejéis llevar por una falsa impresión; una vez dentro lo que se ve es más que suficiente.


En la fachada, predominan los mismos tonos oscuros, que también nos aguardan en el interior. Nada más entrar tenemos un estupendo hall-recibidor con una barra y una ventana que nos permite ver una pequeña parte de la cocina. Abriendo una enorme puerta de cristal pasé directamente al comedor, conducido ya por Serafín, el sumiller. La decoración en la sala es clásica pero con ciertos toques renovadores; resulta totalmente agradable dado el equilibrio de los mismos, pues sin caer en el minimalismo, no se encuentra para nada recargado. Diría que la decoración y la enorme calidad de los acabados logran transmitir la solemnidad propia de un local con mucha historia, dueño de una estrella Michelin desde hace ya unos cuantos años (creo que más que ninguno otro en Galicia) . Espacio entre mesas holgado estando las mismas muy bien vestidas y con menaje de primera. En cuanto la iluminación nos encontramos con el mismo nivel de calidad, pero es un pelín excesiva para mi gusto -reconozco mi total predilección por la oscuridad-.

Aunque todo esto que acabo de escribir, o casi, ya me lo esperaba dada la fama y lo que había leido sobre el establecimiento. Lo que realmente me sorprendió de cabo a rabo de la velada, fue el trato que recibí por parte del servicio, que fue, aparte del rigor de la profesionalidad; toalmente próximo y amable.

Sinendo esta la primera ocasión en la que me dejaba caer por aquí, y dada mi disposición, el Menú Degustación largo era prácticamente obligado. Sobre todo teniendo en cuenta que disponen, aparte de una completa carta, de un menú de mercado en el que exclusivamente servían pescados. A mi me gusta probar un poco de todo, pero una buena carne, es infaltable y en ocasiones elijo esta opción tanto para el primero, como para el segundo.

Con los vinos lo tengo igual de claro, aunque procuro probar cosas nuevas.
Dentro de la apabullante carta de Casa Pardo, pude encontrar varias opciones interesantes, sin demasiado exceso en los precios (grata sorpresa).
A punto de escoger un Mauro o un San Román, me decanté en último instante por un Escena (D.O. Finca Élez), que resultó ser un vino bastante peculiar con un punto de acidez muy juguetón, y con la madera en un plano bastante alejado, predominando aromas florales y frutales (no se bien por que me recordó a La Cueva del Contador). La maduración me pareció correcta y su buena conservación , junto con un adecuado servicio me hicieron disfrutar ampliamente.
No está mal para una primera cata, pero al finalizar la comida me percaté al interesarme por la añada, de que no venía reflejada en sitio alguno; lo cual me pareció bastante desconcertante.
Otro detalle que no me agradó fue el que le colocasen a la botella el antigoteo. Reconozco que es manía pero resta profesionalidad y no me gusta como cae el vino. En fin, soy así...

Vamos ahora con el menú.-
A modo de aperitivo me sirvieron una pizarra que contenía lo siguiente:
Una croqueta casera; bastante buena pese a su apariencia.
Una bolsita crujiente rellena de queso y gambas con salsa agridulce; algo mejor que las que pido habitualmente a la pizzeria que tengo de mano, pero nada del otro mundo.
Una zamburiña al horno; buenísima con sus jugos y ese toque cítrico tan ligero.
Una empanadilla de chipirones que no me convenció ni por su relleno, ni por su masa.
Una crema de caldo gallego; lo mejor, con su punto saladito y perfecta temperatura. Muy fina o muy ruda, según se mire.
Continuamos el menú con un impresionante entrante; terrina de foie con puré de ciruela y tiras de manzana. Para mi, de lo mejor de la noche. El foie fino y perfecto de temperatura para untar en las riquísimas tostas de pasas que ,pese a no ser caseras, son de altísima calidad (lo se por que las compro en el mismo sitio). Además la combinación de sabores y texturas, con el puré de ciruelas era sublime.
El siguiente entrante unas deliciosas almejas con una salsa muy ligera que potenciaba su sabor sin enmascararlo en ningún momento. Rivalizaban con las que probé e O Retiro da Costiña sin llegar a superarlas, pero estas eran de cuchillo y tenedor.
El primero de los platos principales fue una lubina sobre arroz. La lubina muy bien de punto, aunque no perfecta (vamos que no era un punto Solla, Yayo Daporta, o Marcelo). Incluso en A Estación o en el Playa Club me tienen convencido más... ...eso si, no siendo un 11 si se acercó al 10 y la guarnición de arroz con verduras y berberechos también muy buena, incluso en el corte de las verduras. Debo señalar que en cuanto a cantidad el plato serviría como "segundo" en un menú al uso.
Para rematar los salados un solomillo de ternera con foie, también muy bueno, pero sin llegar a emocionarme por completo. Lo cierto es que me hubiese gustado un pelín más cruda y en otras mesas pude observar puntos mejores, lo cual me alegra más que me entristece pues pienso volver. La salsa era para mojar pan, que por cierto estaba buenísimo.
El capítulo de los postres se abrió con una deliciosa y refrescante copa de crema de piña colada con espuma de coco. Rica, rica y muy de agradecer que fuese ligera y refrescante dado que estaba a punto de explotar.
Continuamos con un hojaldre con crema y nata, clásico pero rico que venía acompañado de un helado (creo que de galleta) y un fresón natural cortado en láminas.
Por último un buen expresso que venía acompañado de unos petit fours que no pude dejar de probar; un bombón, creo recordar que con pimienta y una espuma de crema catalana con un fondo de limón. Este último se llevó sin duda mi primer puesto en el apartado dulce.
LA CUENTA:

Menú degustación- 60 euros
Agua- 2 euros
Manuel Manzaneque(vino)-40 eursos
TOTAL + IVA: 109 euros

No se puede decir que sea barato, pero está claro que fui a por todas. Observad que el menú incluye pan y servicio, que el agua no tiene un precio exagerado y que me invitaron al café. Con esto quiero decir que van de frente y me gusta esa filosofía; en otros sitios cogen de aquí y de allá y cuando te enteras te sablaron 10 euros sin aportar nada. Impecable servicio, volveré.

Albóndigas de bonito y remolacha.

Vamos allá con esta sencillísima receta que, a modo de aperitivo o entrante, es muy resultona.









INGREDIENTES (4 personas):
  • Una lata de bonito mediana (225 g.).
  • Dos huevos.
  • Un tarro pequeño de remolacha rayada (110-150 g.)
  • Media cucharadita de orégano, albahaca o tomillo.
  • Media cucharadita de jenjibre.
  • Brotes para ensajada, canónigos berros o una lechuga rizada.
  • Entre 12 a 16 pistachos pelados o medio aguacate en láninas finas. Opcional; unos 8 cherrys rojos amarillos o tipo pera. Unos pimientos del piquillo.
  • Pan rayado.
  • Harina.
  • Aceite de oliva v.e
  • Vinagre de Módena.
  • Sal.
-Lo primero que debemos hacer es escurrir el atún y la remolacha, siendo bastante meticulosos con este último. Lo mezclamos bien, poniendo atención en deshacer el bonito lo más posible. Añadiremos sal, un huevo batido, la especias y, de modo opcional, un chorrito de vinagre blanco, de arroz o incluso de jerez para dar un toque de acidez. Removemos bien, añadiendo una cucharada de pan rayado y un chorro de leche caso de ver la mezcla demasiado seca.
Dejamos reposar una o dos horitas. Esto último tampoco sería absolutamente necesario.

-Disponemos un cazo, sartén o freidora con bastante aceite (0,4) y ponemos a calentar.

-Trabajamos la mezcla y hacemos unas albóndigas de tamaño considerable (con que salgan 8 basta).Rebozamos las albóndigas en harina, huevo y pan rayado. Las freímos con el aceite muy caliente en dos tandas de cuatro. Al retirar, escurriremos bien y las depositamos en un plato con papel absorbente.

-Preparamos una vinagreta con tres partes de aceite de oliva v. e., una de vinagre, sal y pimienta. En un bol disponemos los brotes con los pistachos o el aguacate y los cherrys en mitades. Añadiríamos la vinagreta recubriendo las hojas, brotes y demás de modo uniforme.

-Para emplatar un par de ejemplos visuales; el de arriba y este:


PREPARACIÓN: 15 min




Restaurante A Estación

Descubrí este restaurante por medio de unos colegas con los que comparto la afición por la micología y en esta ocasión, me dispuse a repetir la impresionante experiencia acompañado de otros siete colegas.
Esta visita era la tercera que hacía a este restaurante y tiene algo de especial que no puedo dejar pasar; dicha visita fue el comienzo de mi gira por el Grupo Nove . Debo decir que aquel sábado de julio del '09 ni siquiera yo sabía que estaba emprendiendo la mencionada gira.
Algunos os estaréis preguntando; ¿que demonios es eso del Grupo Nove?. Pues bien, os lo explicaré mediante un enlace a un artículo que se publicó en blog del señor Manoel Foucellas; Pantagruel Supongo. Dicho enlace es el siguiente:
http://www.pantagruelsupongo.com/2009/12/los-lectores-opinan-un-viaje-al-grupo.html

Bueno, como iba diciendo, esta era mi tercera vez en A Estación. Este local se encuentra en Cambre y, como su nombre indica, está ubicado una antigua cantina de RENFE, con gran aprovechamiento del edificio, que cuenta con una bonísima y original decoración tanto en el exterior, como en el interior. El hall de la entrada, con una pequeña barra, acoge a los clientes con un ambiente un tanto particular, ese ambiente que hace revolotear mariposas en los estómagos de los asistentes. Si miras a tu derecha observas algún que otro libro de temática culinaria y si miras a la izquierda ves el ventanal que da a la cocina y por el cual observas y eres observado por el personal de la cocina.

Y, ya que hablamos de la cocina, la misma está dirigida por un magnífico tándem de chefs: Xoán Manuel Crujeiras y Beatriz Sotelo, galardonada con el premio de "Cocinero del año". Junto con el servicio en sala nos ofrecen un equipo que destila encanto y profesionalidad.

Una vez pasas al comedor aprecias una agradable sensación de comodidad e intimidad, en parte por su perfecta y tenue iluminación. Otro detalle más de mi agrado. El comedor para fumadores se encuentra al fondo en una estancia bien diferenciada, incluso en los muebles y con un techo a una altura tal, que un no fumador no estaría especialmente incómodo. En esta ocasión optamos por el de no fumadores. La acústica es buen a en todo el local, con una selección musical de agradecer. Además cuentan con una terraza que abre solamente en temporada, la cual todavía no probé.

Las mesas nos aguardaban con unas hojas que mostraban el menú el menú degustación. Este lo modifican mensualmente y está sujeto a mercado, del mismo modo que la carta. El precio por aquel entonces creo recordar que era de unos 46 euros y consta de unos 7-8 platos incluyendo postres y aperitivos. Además suele venir anexo un vino recomendado.

Como ocurre en la mayoría de los restaurantes, el menú degustación sólo se sirve a mesas completas y, habiendo desacuerdo, pedimos por carta. Esta última, por cierto, es muy completa y está muy bien presentada.
Con todo y con eso escogimos unos entrantes de lo más clásico:

2 de empanada de xoubas, muy rica.
2 de longueiróns con salsa de cítricos.
2 de pulpo a la brasa.
Y 2 de croquetas.

Especial mención merecen el pulpo y los longueirones, que alardeaban de la enorme calidad del producto y de unos puntos de cocción ideales.

Para los segundos muchos se decantaron por un rape a la plancha con láminas de pulpo. Otros lo hicieron por un arroz caldoso con bogabante que parecía tener un punto perfecto, pese a no ser considerado este restaurante "de arroces".
El rape tenía una pinta estupenda; buena presentación exhibiendo corte.
Un servidor escogió las carrilleras de ternera y no me arrepentí. Es más a fecha de hoy mantengo que son las más ricas que probé hasta el momento. El plato era sublime; contundencia y con un punto EXACTO.


De la extensa carta de vinos, escogimos dos botellas de Pago de Capellanes magnun (muy bien de precio) y una de Viña Mein. Dos grandes conocidas de parte del personal que compartíamos mesa. Buen servicio, con la temperatura de los caldos correcta y en unas buenas copas. Tambien el resto del menage es sin duda de calidad.

Seis de los comensales nos atrevimos con los postres, que estaban realmente buenos. La carta de postres sigue en la misma linea de variedad y es ciertamente completa y, aunque no son baratos, bien merecen la pena. También nos encontramos con la carta de aguas y vinos dulces bien completita (estos apuntan alto, pensé).
En fin, sumando cafés aguas y licores, la factura ascendió casi hasta los 65 euros per cápita. Satisfacción general de todos los asistentes incluyendo a mi mismo en esta ocasión sin aven-turarme por el menú degustación.

sábado, 23 de enero de 2010

Mesón Restaurante Vega - Un restaurante más-

Al final de los soportales, en casco viejo de Betanzos, se encuentra el arriba mencionado. A conti-nuación relato mi experiencia en el mismo:

Tras un par de recomendaciones, me levanté un jueves de abril del '09 decidido a pisar un, en principio, buen restaurante.
El local en sí, es bastante acogedor; cuenta con una decoración agradable y dos espacios bien diferenciados; una zona bar con su barra y sus taburetes y un comedor con su espacio para no fumadores.
Parte de la bodega se encuentra a la vista en el comedor, que cuenta además con una pequeña barra de servicio. La acústica no es del todo mala, pero a quien no le guste comer viendo las noticias y si escuchando una música agradable, lo lleva claro.
El servicio acompaña lo justo y no se excede para nada en atenciones hacia el cliente.
La carta tiene varios entrantes y es variada, sin acometer riesgo de ningún tipo. Vamos que nadie vaya buscando innovación.
Con los vinos sucede lo mismo; aunque, todo hay que decirlo no tienen precios excesivos (aun-que en alguno sí podrían ajustar algo más).
Mis preguntas sobre las cartas, o alguna referencia al camarero recibieron en prácticamente todas las ocasiones, respuestas secas y poco informativas. De todos modos, mi elección fue relativamente acertada dadas las circunstancias, sobre todo en cuanto al menú; unas colas de cigala a la plancha y unos secretos de cerdo ibérico con pimientos del piquillo.

-Las colas de cigalas me las sirvieron de inmediato. Cantaba a leguas que ya estaban previamente preparadas, de ahí que fuesen una de las recomendaciones del día. Además venían acompañadas de una salsa rosa que bien podría ser "de bote" y se dejaban comer sólo lo suficiente.
-Los secretos de cerdo ibérico, la verdad que muy bien, tanto de punto, como de sabor. En tanto a las guarniciones; los pimientos bastante flojos y las patatas gozaban más de cantidad que de calidad.

Acompañé con un Cosme Palacio, dado que no lo había probado nunca y reconozco que no remató de llenarme, en parte por que no fue servido en las condiciones óptimas. Sencillamente correcto; un Rioja demasiado "clásicote". La botella rondó los 18 euros y, en esta ocasión se quedó mediada.
Por cierto, si hablamos de cubertería, manteles, vajilla y cristal; ni fu, ni fa.

LA CUENTA: 40,5 euros.

Teniendo en cuenta que no tomé postre, un poco por falta de apetito, otro poco por que ninguno me llamaba gran cosa; me pareció caro. Más teniendo en cuenta mi escaso nivel de satisfacción.

viernes, 22 de enero de 2010

Lomo de cerdo relleno de queso de Arzúa y jamón serrano sobre manto de pera al vino"

Vamos con una recetilla del menda:
Se tarda menos en elaborarla que en decir el nombre; "Filetes de lomo de cerdo rellenos de queso de Arzúa y jamón serrano sobre manto de pera al vino, con membrillo y reducción de vinagre de módena con frutos del bosque"


INGREDIENTES:

-2 filetes de lomo de cerdo.
-40 - 60 gr. de queso de Arzúa cortado en lonchones.
-2 lonchas finas de jamón serrano.
-1ª pera madura.
-1/2 vaso de vino tinto (pref. D.O. Ribeira Sacra)
-Una cucharada de azúcar moreno.
-30-40 gr. de membrillo.
-Un chupito de vinagre de módena.
-1 diente de ajo pequeño.
-Perejil.
-Frutos del bosque ( mora, arándano, fresa, frambuesa ), o una cucharada de mermelada.
-Aceite de oliva, sal y pimienta blanca.


Para la reducción de vinagre y frutos, ponemos estos en un cazo con una cuchara de azúcar moreno y cubrimos con el vinagre. En el caso de utilizar mermelada, el azúcar no sería necesario.
Llevamos a ebullición y dejamos de 10 a 20 min., hasta que la textura emule un jarabe.

Pelamos y cortamos la pera en láminas longitudinales ni muy finas ni muy gruesas. Las ponemos al fuego con el vino. Se lleva a hervor y se deja unos 5 minutos a fuego lento.

A continuación procedemos a salpimentar ligeramente añadiendo el ajo y el perejil picados muy finos.

Posteriormente pondríamos una plancha o sartén (preferiblemente de rejilla) al fuego con una cucharadita de aceite de oliva. Cuando la sartén alcance una buena temperatura, añadimos los filetes y los marcamos fuerte hasta que alcancen un tono tostado.
Retiramos y añadimos un taco alargado de membrillo en la misma sartén.
En ambos casos el planchado será corto e intenso.

Al retirar del fuego pondremos las lonchas de jamón en la sartén, para que se hagan con el calor residual.

Para montar el plato colocamos la pera ESCURRIDA en forma de abanico con el membrillo en la parte fina. Encima del abanico colocaremos un filete, una loncha de jamón y las lonchas de queso. Cerramos con la otra loncha de jamón y el otro filete. Añadimos unas escamas de Maldon y unos hilos con la reducción.

¡Buen apetito!

Este es un plato de una consistencia considerable, que no precisa de ningún entrante.
En caso de haberlo, debería ser ligero y fresco. Tambien podría acompañarse de una ensalada de canónigos y cherrys...
PREPARACIÓN: 15-20 minutos.

domingo, 17 de enero de 2010

Restaurante Casa Pendás

Un lluvioso miércoles de febrero del '09 leí la siguiente noticia en un diario gallego:
"Pendás se sube al podio de los grandes chefs".

En dicha noticia pude enterarme de que el restaurante en el que cocinaba se encontraba en Narón. El saber esto, logró cambiar mis planes del viernes a última hora.
En esa oscura y lluviosa noche me dirigí hacia el ansiado local. El mismo, se encuentra en Sedes, más cerca de Valdoviño que del propio núcleo urbano de Narón. El emplazamiento es lo suficientemente recóndito como para que tuviese que pararme a preguntar unas tres veces antes de dar con el mismo.
Finalmente lo encontré y, a juzgar por el aspecto, había merecido la pena. El restaurante es una preciosa casa de piedra que se encuentra aislada del bullicio en un ambiente rural y al cual se accede por su parte trasera, en la cual está situado el aparcamiento en un jardín muy bien iluminado.
El efecto en esa noche lluviosa era mágico.

Al abrir la puerta, me recibió una camarera amabilísima, la cual, a mi pregunta de si habría algún problema por la tardanza (rondaban las 22:45), respondió que de ninguna manera.
Como ya he dicho, la entrada al local se encuentra en la parte trasera, donde se ubica el aparcamiento. Nada más entrar me encontré con una recepción-hall-bar con una pequeña barra; muy acogedora. Al abrir la siguiente puerta, se accede al comedor, que se divide en tres espacios: uno con un par de mesas pequeñas y una redonda grande presidido por una imponente lareira. A mano izquierda en una zona acristalada se encuentra el comedor para fumadores y subiendo unas escaleras hay otro comedor dotado de una mesa grande y unas cuantas para cuatro. Este último es un ejemplo de estancia íntima y muy acogedora; aunque las demás también están muy bien equipadas y decoradas e iluminadas con acierto. El espacio entre mesas es ciertamente holgado y tanto la mantelería como cristalería y demás menaje es de alta calidad. Se percibía además que la acústica es excelente;lo cual noté clara-mente pese a que sólo había otra mesa ocupada.




Las cartas llegaron raudas a mis manos, abrí la de la comida y ¡sorpresa!, bastante escueta pero sin carencias y muy bien esquematizada. La de vino más de lo mismo, muy trabajada, con explicaciones, para cada una de las referencias, con diferentes tipos y formatos. Además cuenta con una buena selección de aguas.
Mi elección no se hizo esperar; un CEPA 21 debidamente decantado y servido (temperatura ideal).

Los platos fueron los siguientes:
Empezamos con un muy buen aperitivo; una pequeña tosta con pastel de cachela , crema de grelos y salsa de pimentón. Todo esto muy bien anotado por la camarera.

El primer plato no se hizo aguardar, se trataba de una terrina de foie acompañada de unos contrastes de dulzor y temperatura en forma de de finísima compota de manzana y vinagre de módena. Es el tipo de plato ideal para compartir, pero yo me lo comí sólo, disfrutando del vino.

El segundo plato llegó cumpliendo un ritmo adecuado. Un solomillo de ternera con patatas panadera. Buen plato, con su punto de cocción exacto y con la cantidad precisa.

Tras el disfrute de este contundente plato llegó la hora de elegir el postre; creo recordar que se trataba de una especie de tres chocolates con hojaldre. Lo que si recuerdo que fue sin duda el plato más impresionante de la noche, tanto por su sabor como por su presentación. A esas alturas, ya me habían conquistado.

En el momento de estar disfrutando de un buen expresso el chef me visitó a pie de mesa para interesarse por mi estado; sana costumbre (o al menos eso pienso yo).
Para mi ese suele ser un acto de agradecer, más viniendo de alguien como Alfonso, quien resultó ser un tipo realmente agradable. Además pude felicitarlo por el notable puesto que había alcanzado en el concurso a nivel gallego.

Finalmente la cuenta ascendió a unos 72 euros, lo cual no es mucho teniendo en cuenta que la botella de CEPA 21 costaba unos 31 euros y que prácticamente pedí los platos más caros de la carta.
Conclusión: Casa Pendás http://www.casapendas.com/ es un sitio en el que merece mucho la pena dejarse caer sin prisas, que irradia encanto desde el edificio hasta el personal, pasando por los muchos detalles que ayudan a disfrutar de la magnífica cocina de un chef con mucho que decir. En cuanto a la cocina, creo que podría definirse como "cocina gallega contemporánea", por elaboración y presentación, pero destaca el magnífico producto y su total coherencia con el entorno. Es, sin lugar a dudas, una perfecta fusión entre los rudos sabores de nuestra cocina tradicional y la finura de un chef que respeta el material con el que trabaja.

Como no todo son flores, voy dar mi única nota negativa a la escasa atención que se dispensaba a la música. Nada insalvable, pero es algo a lo que doy bastante importancia.
Proximamente Menú Degustación en Casa Pendás.