jueves, 30 de septiembre de 2010

Restaurante Acio (Santiago de Compostela)

El mismo viernes 13 del último post de A Estación puse mis pies por primera vez en este restaurante situado en la c/ Galera, entre El Mercadito y Pedro Roca.
Nada más entrar se observa que el local alberga un dulce elemento diferenciador; la mitad del local es un café-bar taberna con su barra y sus mesas, como los de toda la vida.

Yo tenía una una mesa aguardando en el comedor, con vistas a la cocina, a la huerta trasera de la que dispone el local y al resto de estancias. El local goza de buena amplitud, pero el comedor resulta un pelín angosto en comparación con el de sus, anteriormente mencionados, vecinos más próximos. En cuanto a la mantelería y demás menaje nos encontramos con el nivel de calidad de los top.
Antes de hablar de la comida, daré unas breves notas sobre el servicio. Un tándem chico- chica que, además de atender el comedor, hacen lo propio en las mesas del bar, en las cuales se degustaban unas tapas de pinta estupenda; no en vano, esta casa lleva años despuntando en el concurso de tapas organizado en su ciudad.
El impecable servicio del vino y digestivos se practicaba desde un aparador situado a la entrada del comedor. En cuanto a los digestivos; se puede apreciar el ritual para servir un buen giontonic de un modo soberbio.
No obstante, en cuanto al vino, odio no tener la botella a mi alcance. Trataré de subsanar esto en la próxima ocasión dialogando con Eva, la sumiller; pues siendo esta mi primera vez, me gusta ver cómo funcionan.
Quiero dejar claro, que esta es mi opinión y no un error de estilo.
Ahora sí, vamos con el menú:

De entre la extensa carta de vinos; me decanté por un Contino Rerserva; buen Rioja de linea clásica, de cara al disfrute del plato principal.
Para comenzar me agasajaron con una rica tosta de ibérico.

El entrante que elegí fue el tartar de bonito. Perfectamente condimentado, acompañado de unas divertidas huevas y coronado de un sorbete, creo recordar que de aguacate.
Para degustar este estupendo tartar, me sirvieron, en dos tiempos (detalle de agradecer), unos creps de mango en forma de Dorito.


El plato principal fue un rillet de corzo. Reconozco que aún siendo gran amante de la carne de caza, el sabor no me entusiasmó demasiado. Eso si, la guarnición de cebollitas caraelizadas y castañas era deliciosa por si misma.

Para el postre pedí al camarero, que él mismo escogiese entre dos opciones.
Su elección fue uno llamado inspiración queimada; pero, previo servicio del mismo, me sorprendió con una deliciosa bola extra en forma de vaso con una deliciosa tarta de queso al revés ( que era el otro con el que no me acababa de decidir).
Detalles como este, se merecen el volver, cosa que he hecho ya, en un par de ocasiones.

Tanto un postre, como el otro estaban exquisitos, la tarta ligera y menos empalagosa de lo que se puede antojar; aunque el "inspiración queimada" resulto un postre de gran finura. El concepto del mismo, con su juego de texturas, temperaturas y perfecta presentación, lograron un disfrute atómico. Acompañado de un chupito de orujo, ya ni os cuento...

Finalizo con café y gin tonic de Hendrick's con Fever Tree.

Todo esto se cobró a su precio; sin exageraciones bobas ni injustificadas. ¡Bien por el Acio!
Os lo creáis o no, al día siguiente madrugué para ir a por setas.

Actualizo con parte de las fotos de un menú degustación, que nos metimos entre pecho y espalda siete valientes en el pasado Forum Gastronómico:

Estas curiosas empanadas a modo de aperitivo.



Los chocos de la ría con su tinta y aire de perejil, me encantaron.


Unánime la mesa al calificar estos callos de mar con chorizo de pulpo, como el mejor plato del menú.

Más discreto el salmonete sobre fideua de mejillones.



De nuevo el rillet, esta vez con pera a modo de guarnición



Faltarían un par de platos y los postres; de los cuales recuerdo una especie de jardín de fresas que Iago, el cocinero, presentó a pie de mesa y que resultó en una orgía de ummm, ah, uf, ¡que rico!.
De nuevo un menú a un precio asumible, ¡tengo que volver!

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Restaurante El Buy (Ferrol - mayo del 2010)

A escasos tres meses de su apertura y tras haber probado algún que otro caldo, a buen precio en el espacio que destinan al consumo de vinos y pinchos delicatessen; me surge la oportunidad de conocer como funcionan como restaurante.
El local en si, se encuentra en el barrio de Esteiro y se ubica donde, hasta no hace mucho, funcionaba una de esas tabernas de toda la vida. La reforma fue total, logrando un resultado bastante agradable; bien distribuido con un buen número de mesas en sala y una amplia barra con algunas mesitas en el bar. En cuanto a la decoración, se me hizo un pelín "modernillo" demás, pero, como ya he dicho más que aceptable.

Creo que se podría englobar dentro del estilo de algún que otro local de reciente apertura de la zona, como por ejemplo el Racó de Andrea; el cual también he probado. En el caso de El Buy se percibe algo más de equilibrio en su propuesta bar de vinos-restaurante.
Pese a que mediante un anuncio en prensa, me enteré de que proponen un extenso menú degustación por tiempos, muy atractivo (50 euros incluyendo maridajes), me decidí a pedir por carta. La misma, ofrece un número de considerable de entrantes, con un aparente buen precio y se reparte en un número de principales y postres más lógico. Digo esto por que al menos esa noche de viernes la única mesa ocupada era la que yo ocupé.

Para beber; uno de mis favoritos y en una añada difícil de encontrar en carta (que por otra parte no recomiendo tras haberla probado); un San Román (D.O. Toro) del '03 que me sirvieron un par de grados por encima de lo que para mi sería la temperatura ideal. Por lo demás tras enfriarlo y recuperarlo del enfriado; estuvo listo para el segundo plato.
No quiero pecar de quisquilloso; pero lo de la temperatura del vino, sobre todo cuando se trata de referencias que no son de consumo habitual, es la asignatura pendiente de muchos establecimientos y los enfriadores son utensilios nocivos, sobre todo a la hora de enfriar vinos tintos. La mejor solución para este problema se logra con una sencilla receta: cubitera, agua, hielo y un poco de atención.
Como aperitivo me sirvieron una rica tosta de musse de salmón con espuma de queso.

El entrante lo había elegido para elevar el disfrute de un buen vino y lo logré a medias.
Un foie con orejones y ciruelas; que el menda prepara con un mid cuit caramelizado y en esta ocasión se trataba de foie fresco planchado.
¿Por que digo que lo logré "a medias"?; pues por la foto apeciareis la desproporción entre el escaso foie y la abundante guarnición.Al plato no se le podría pedir mucho más por el precio. Solución; subir el precio y subir más la cantidad de foie. Ya se que es un entrante y no hay que servir medio foie, pero...



El plato principal , lomo de ciervo con puré de castañas, si fue un total acierto. Buen producto, bien guarnecido y con una estética espectacular. En cuanto al punto de la carne, la hubiese preferido algo menos hecha; pero no recuerdo si me habían preguntado como la prefería.


Tengo la teoría (un poco boba, lo se) de que en los sitios donde no te preguntan, la suelen servir perfecta y si me hubiesen preguntado seguramente les habría dicho que la quería "viva, que me camine por la mesa".


Para un fartón como yo supuso tener que pensárselo a la hora de pedir un postre.


Antes de pedir la sobremesa, di buena cuenta del San Román y el camarero eligió por mi. Debo decir que eligió bien; un exquisito milhojas de chocolate blanco. Me encanta el hojaldre, el chocolate blanco y en la voluptuosa textura en que lo preparan, todavía más.






El Buy; local recomendable, aunque por lo de ahora se los ve más rodados en la vinoteca, que como restaurante. Quiero remarcar el hecho de que en el comedor, sólo estaba ocupada mi mesa y sólo disponen de un señor para atender barra y sala. No quiero decir que estuviese mal atendido; pero si la sala se llenase hasta mediar el aforo no se yo, no se yo...
En caso de volver para disfrutar del menú degustación que ofertan, volveré a contaros mis impresiones. Ciao!

viernes, 24 de septiembre de 2010

Casa Marcelo (como en casa)

Se podría titular esta entrada "Un día en Santiago". Comenzó temprano con una liviana jornada de trabajo (pa que lo diga yo...), continuó con una reunión de colegas en La Bodeguilla de San Lazaro, una comida relativamente ligera, un paseo por la ciudad, todavía plagada de obras y unos largos en la piscina (estilo morsa, que nadie se engañe).
Rondando la noche me relajé con un vermut en el Acio y, ya de lleno en la misma, disfruté de una fantástica cena en Casa Marcelo.

Me revolotea por la cabeza, la descripción que David de Jorge hizo del mismo en su, más que recomendable, último libro; "Marcelo es tigre y cocodrilo indomable con oficio y sentido del gusto extraordinario".
Pocos dudarán eso tras haber pisado su restaurante y sabido es, que un servidor carece de dudas al respecto.


Yo mismo me preguntaba si una segunda velada en Casa Marcelo, me haría descubrir algo nuevo, sobre la supuestamente rígida propuesta del restaurante y su milimétrico funcionamiento. Puedo sentenciar que tras haberme chupado todas las intervenciones del maestro Marcelo en archivos de la Telegaita, radio, internet y el riguroso directo del pasado Forum Gastronómico; la verdad es que si.
Siempre digo que la emoción es lo más difícil de lograr y aquí ya van dos de dos.
Creo que en la descripción de la velada, hallaréis motivos y respuestas, sin necesidad de ponerlas directamente sobre la mesa.
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Unos instantes de espionaje, previa entrada en el local, me advierten de un menú desconcertante y de un incremento en el precio del mismo. ¿Que pensé? "No todo son floooreeees"
Entré en el coqueto recibidor, avancé unos pasos y observé una mesa con unos 16 comensales de habla inglesa, vestidos rimbombantes y la típica exaltación de las cenas de grupo. ¿Que pensé;
¡No j...., que hay boda. Mi no gustar! (pues sí, por dentro soy incluso más troglodita de lo que anticipa mi aspecto exterior).
Miré al fondo y veo como Beatriz, la camarera que me había atendido en mi primera ocasión se acerca recibirme. Respiré me relajé, me olvidé del resto, fijé mi vista en la cocina y comencé a disfrutar.
La carta de vinos, la ojeé mientras disfrutaba de una copa de Pierre Paillard y de la misma escogí un Eméritus. ¿Por qué? os preguntaréis muchos al ver los platos del menú.
Pues he de admitir que por tozudez, por que creí que estaba en carta, pero no en stock y por que tenía ganas de probarlo. Ya se que la respuesta no convence a nadie, además de que da a entender que me gusta buscar los 5 pies al gato, pero esto va implícito en mi carácter infantil y por que, aún que sea difícil de creer, normalmente encuentro la aguja en el pajar y acierto a saber de lo que realmente no disponen.
He de reconocer, aunque no es excusa, que me esperaba encontrar una botella de Cueva del Contador y como tantas otras veces, no estaba en carta...
El Emeritus es un vino D.O. Dominio de Valdepusa a base de Cabernet Sauvignon, Syrah y Petit Verdot. Ya por los varietales, induce a pensar que es un caldo idoneo para carnes de caza o quesotes bien curados. O sea que lo dicho; no pega con la mayor parte del menú ni con cola; pero está buenísimo.
A modo de aperitivo, Anchoïade, un manjar fino y robusto por igual; tónica que se repitió en más de la mitad de los platos. Se basa en una salsa típica de la Provenza que resultó perfecto en su función, abriendo el paladar y dejando el terreno listo para la avalancha que estaba a punto de llegar a mi mantel.


El siguiente plato de nombre; Algas, Berberechos y Huevas de Trucha ligaba con una salsa los sabores de tres ingredientes y tres texturas del mar, en el plato.

La Terrina de Conejo es un plato frió; de nuevo fino pero rudo; con una rúcula brutal.
Ni más , ni menos.

Seguimos con un plato llamado Las Sardinas, que consistía en dos señores lomos de sardinas, previamente marinados (marinado suave, sin enmascarar el producto), a los que se les daba un golpe de salamandra para derretir la grasa entre la piel y la carne.


Confieso que uno de los géneros que más me apetecía probar en Marcelo, era la sardina y, afortunado yo, lo hice por partida doble.
Habéis leído bien, por partida doble (se avecina chapada); quien escribe estas lineas, vivió sus primeros 24 años de vida en una aldea llamada San Xoan de Vilanova. El San Juan, fue durante años, la celebración más importante del año. En esa misma noche había que asar sardinas para toda la parroquia y parte del extranjero; ¿a que no sabéis quien estuvo a pie de plancha en más de una ocasión?
Pues el mismo que este mismo año se había perdido en San Juan por motivos de trabajo, que vengo a ser yo.
Tras haber zampado dos lomos de sardina que me supieron más a gloria que nunca, no pude menos que intentar repetir "aún que sólo fuese uno y antes de la carne"

El final ya lo sabéis, pero el hecho de que en medio de un menú degustación, te planten otro plato, sin romper el ritmo del mismo, con la misma naturalidad con la que te traerían un vaso de agua y sin incrementar el precio final, a mi me parece de quitarse el sombrero. Si el mismo plato te lo sirve el jefe de cocina, con breve explicación de su elaboración inclusive, creo que se podría llamar esto un autentico lujo. Un lujo, en el mejor sentido de la palabra, del que nos os esperéis disponer en otros lares.
La Ensalada de Tomates del País, es rotundamente una ensalada compuesta por unos siete tipos de tomate, meticulosamente pelados, con una suave vinagreta. La cocina de Marcelo es sencilla, pero complicada, complicada de hacer en casa o sencillamente es complicada o será que es mejor comer y callar. Yo creo que lo último.


El Canelón de Verduras de Temporada. Lo que os decía, fino, fino a más no poder, pero aún con ciertas sutilezas, fue otro plato de potente sabor. O, al menos, yo lo entendí así.


Merluza do Celeiro con Caldo de Pimientos Rojos. Pese a mi cruzada antimerluza (lo de siempre, muy buena, pero levantas una piedra y te encuentras un menú degustación con el susodicho pescado), la merluza de Casa Marcelo, hace flipar en cualquiera de sus versiones.


El Jarrete estofado con Patatitas Amarillas pone la tradición en el plato, con exibición del personal de sala en el emplatado, incluida. Esto sí es sencillo, sencillamente ESPECTACULAR.
-Perdonad la lamentable calidad de las fotos, intentaré mejorar esto-

El primero de los postres, fue el sorbete de Albahaca y Lima con Pil Pil de Coco.



Plato que no olvidaré, inesperada combinación de sabores, que sin saber como; funciona. Además de incluir un preparado histórico en Casa Marcelo, como es el PilPil; en este caso de coco.
Estoy ultimamente desencantado de todas esas preparaciones modernillas, en mi opinión inútiles, que incluyen coción con nitrógeno, esferificaciones y chorradas varias que nos están llevando a que incluso en la alta cocina se coma cada vez peor . Este no me ha parecido uno de sos casos; la preparación se autojustifica en su resultado.
El último de los postres fue el Milhojas de Crema Casero. Ya lo dice la palabra; "milojasdecremacasero".
No hubo pettit fours, única pega que puedo quitar, teniendo en cuenta la subida del precio del menú. Ojo, para nada estoy diciendo que sea injustificada dicha subida; en este caso incluso diría que viene bien arropada en el sentido común.
Finalizamos la experiencia con dos cafés Lavazza, aún no tengo claro si lo prefiero al Illy y una copa de licor Khuri. Una exquisited de naranja que no os debéis perder.
Antes de abandonar el local; tuve una entretenida conversación con Beatriz y Carolina, que son sin duda las dos mujeres más trabajadoras del mundo; aparte de unas chicas, dispuestas y amables. Agradezco tanto o más el trato recibido por ellas y el resto del equipo; como los platos degustados. Sin duda es el equipo de trabajadores de este restaurante el factor que lo eleva por encima del resto.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Restaurante CASA DE COMESTIBLES (A Coruña)


Este post, al igual que la mayoría de los publicados, vienen de un diario, que un año atrás, todavía escribía para poder rememorar mis pantagruélicas sesiones en el futuro, Se que parece friki la cosa y para que engañarnos, lo es. En parte este blog se inició, por el simple y llano pensamiento que a uno mismo sofocaba; "Dani, eres todavía mas freack, que esos que se dedican a largar por el interné".
La intención de este encabezado es el que se palpe mis incautas, aunque, a mi modo de ver, bastante acertadas impresiones de aquel entonces. El diario físico aún existe con el título de "Críticas & recetas '09 - '10". A día de hoy, se bastante más sobre este maravilloso restaurante, pero prefiero dejar la cosa tal y como estaba.
Debo aclarar además que me decidí a efectuar la reserva tras haber leído un artículo en La Voz y , sabía que se trataba de un local de reciente apertura. Yo creí que "reciente" significaba un par de meses, pero no tardé en enterarme de que tan sólo llevaban tres o cuatro días funcionando.
Recuerdo que se me quedó la boca abierta , cuando lo supe.


Me parece este restaurante una muestra de total excelencia; regentado por José maría Jordan, chef y Esther, camarera. Siendo estos dos el único personal del que dispone el negocio. Puede que
suene extraño; pero si tan poco personal puede lograr un servicio óptimo, es gracias a que el local sólo dispone de 5 mesas y esta concebido para un máximo de 16 comensales.

Podéis leer sobre el bagaje del chef y cía en el blog del restaurante, en el que, en artículos recientes explican por encima, su basta trayectoria. El mencionado blog es a día de hoy, para un servidor, lectura de cabecera. Existe una pequeña o gran lección en cada artículo. Recomiendo encarecidamente que os paséis.


Al efectuar la reserva, pregunté si sería posible conocer el local con un menú degustación; el chef me propuso un menú sorpresa. Dicha sorpresa no pudo haber sido más grata.
Comienza la avalancha de comestibles, con un exquisito aperitivo en forma de mejillón sobre brotes de trigo tiernos con salsa de escabeche. Gran bivalvo en tamaño y calidad, en esplendorosa presentación (ojo, sin artificios inútiles), perfecto de sabor y temperatura.


Continuamos con unos tacos de pescado (abadejo, creo) marinado, con rodaja de tomate y alcaparra. Plato emocionante, entre mis dos preferidos de toda la noche.

A estas alturas, ya no dudaba de la virtuosa acción del cocinero sobre el producto. El marinado suave, convertía cada pieza de pescado en la más lujosa de las golosinas y la combinación de ingredientes reforzaba el producto principal.




Es la hora de un plato de gran abundancia, que logró hacer evolucionar el menú a la perfección;
la lubina con aceite de remolacha, guarnecida con espárrago verde y coliflor. Recuerdo haber probado UNA lubina que me gustó más. Repito UNA.



Sigue la gastroparty con marisco; bogavante con salsa estilo marmitako. El bicho se presentaba con su lomo bien peladito y se le añadía un caldo con toda su esencia ante el comensal.
Detalles cuidados, producto de primera, cocción en su punto... ...¿que más se puede pedir?

No siendo que os apetezca ver un
plato toscamente rebañado, mejor
no mostraré ninguna imagen.

La carne cumplió altas espectativas; tacos de venado con seta y castaña. Venado y demás caza se encuentran entre mis carnes predilectas, si el corte se cocina en un punto perfecto y se guarnece de ingredientes finos, llevan el plato a un rango superior a la mayoría de los del mismo tipo.

La desnudez de los elementos que forman los platos muestran la medida ideal para no precisar de accesorios innecesarios. Algunos llaman a esto, cocina suicida. Me parece una cocina emocionante al fin y al cabo, pese a que me puedan tachar de cursi.

La hora de los dulces se inaugura con un postre multitextura; crema, brownie, helado, creo recordar que de vainilla y frambuesa.

Para los cafés, un par de bombones de chocolate blanco y negro a modo de pettit fours.

Todas esta delicias fueron degustadas en un espacio con atemporal decoración, que por una parte recuerda a un salón de té, mostrando un tono afrancesado y que se combina a la perfección con elementos actuales, en aseos, en la cocina, parcialmente a la vista y con un fondo musical espectacular.
En lo tocante al servicio, me sentí bien atendido y aconsejado por Esther, quien me indicó que un R.D.R del '07, D.O. Ribera del Duero, sería acertado. La verdad que es un tinto sin demasiada madera, con múltiples matices y cierto frescor y ligereza que acompañaron el menú sin problema.
La carta de vinos mostraba gran cantidad de referencias totalmente desconocidas para mi, se me antojó sin embargo seleccionada con audacia, huyendo del "corta- pega" de la mayoría. Por último, el pan merece mención especial, además la fina mantequilla de pimentón con la que, en esta ocasión, se pudo untar.
Me veo moralmete obligado a incluir una fe de erratas a esta entrada:
  • En primer lugar se me olvidó comentar que el tomate que acompañaba al abadejo es un tomate secado al horno con diferetes aromáticas y conservado en aceite de arbequina. Además el pescado no se había marinado, si no que había sido sometido a un largo proceso de curación; que seguramente fue lo que lo llevó a la divinidad.
  • La salsa estilo marmitako del bogabante es una ida de olla (de campeonato) por mi parte. Realmente estamos ante una caldereta renovada. Por lo demás todo correcto.
  • ¡Me salté el primer postre!, de nombre Doble pasión; un falso membrillo de fruta de la pasión con sorbete de pasión. Sin duda, un postre ultraapasionado :) que ha vuelto recientemente a la carta de CDC.
  • En el último postre, el brownie era en realidad un minicake de coco pistacho, con azúcar muscovado y el helado de Haba Tonka (en la entrada del Sant Pau, podréis ver un enlace, sobre este producto).
Últimamente he adquirido la sana costumbre de tomar notas, para que este tipo de cosas no me sucedan; pero sigo siendo una feliz víctima del hedonismo, no se vayan a pensar...

domingo, 19 de septiembre de 2010

Restaurante Eirao da leña (Pontevedra)

Ahora sí, el fin. Me siento, escribiendo esto, con la misma sensación agridulce con la que se enfrenta uno al último episodio de Twin Peaks, o a cualquier otro final de un agradable recorrido, durante el cual has disfrutado y sabes que no podrás vivir de nuevo. Al menos no con esa inocencia, con la misma sorpresa, con ese ligero toque adrenalínico que incrementa el placer y, en el menor de los casos, alguna pequeña frustración o decepción... A cambio, cantidad de buenos momentos; gente nueva, la inmersión cada vez más profunda en el océano gastronómico y algo de tablas, de saber y de la inevitable perspectiva que ofrece el tiempo sobre las experiencias vividas.

El diario DANINLAND ha tenido, por diversos motivos, su máxima expresión en las visitas a los restaurantes del Grupo Nove.
Pues bien, este camino gastronómico toca a su fin (por fin, pensarán algunos) y este, no pudo ser mejor, dado el cúmulo de circunstancias que se dieron en esta última experiencia; muchas de las cuales omitiré por afectar a terceras personas.
Contemplen señores el Grand Finale:

Viernes, día fetiche, para una cena, comida fetiche; pese a que según se sabe no es la mejor hora para darse homenajes.
Dice el saber popular que "de grandes cenas, están las tumbas llenas" y el mismo saber responde que "de esta vida llevarás panza llena y nada más". Con lo cual yo, como todo el mundo, me agarro a la que más me conviene y me lanzo a disfrutar.

Como siempre que llego a un sitio sin prisas, tengo la flor en el culo y aparco a la primera; lo cual, tratándose de Pontevedra, reafirma considerablemente la ley de Murphy.
Me doy un paseo por el casco viejo con el mismo pensamiento que siempre me sobrevuela cuando me dejo caer por estos lares, las diferencias de costumbres horarias dadas por unos cuantos grados más de temperatura.
Esto se percibe con un sencillo vistazo a las terrazas donde se sirven platos en horas donde en otros lugares casi se está cerrando la cocina; o se observa la impasibilidad de algunos de los bañistas que se resisten a plegar la toalla pese al acecho de la luna.
En fin, debo reconocer, que en un adorador de la buena temperatura como yo, se despierta algo de envidia hacia estas latitudes de las que sólo me separa una hora y media en coche.

Prosigo; con los pies puestos en la Plaza da Leña, visualizo mi objetivo y me sorprendo de ver ante el mismo su amplia terraza petándolo de lleno.
Tras entrar en la escueta, pero cómoda instancia y tomar asiento, no tardé en verme dentro de una dimensión de atención y amabilidad en la que rara vez se entra.
De refilón, antes de sentarme a la mesa, vi la pequeña cocina de la que pronto saldrían grandes platos a degustar. En el local reina la presencia de la piedra, la misma que se ve en casi todo el caso viejo.
La otra estrella decorativa, viene dada por los vinos y licores que se dispensan en la casa y que están al alcance del comensal; pena no haber llevado un bolso más grande ; ) .

El hilo musical es de lo mejor, la iluminación correcta, y sólo me da miedo una cosa; la temperatura que pueda alcanzar un día de verano, tanto por el comensal, como por los caldos que allí se almacenan, sin ningún tipo de refrigeración.
La acústica es buena; el bullicio de la terraza agrada más de lo que pudiese estorbar y el tono del local anima a la serenidad.

Con la carta de vinos de la que disponen, si que me llevé un sorpresón; la cantidad de referencias y D.O. que contiene es abrumadora. El diseño y el buen gusto de esta carta manuscrita, dicen mucho en pro a la categoría del local.
La carta de comidas camina por el mismo sendero; extensa, y con buena selección. A destacar varios menús degustación; uno de ellos con maridajes, el cual paso a comentar:

Previo a los platos debo destacar los contenidos precios de ambas cartas, sobre todo la de comidas. Como ejemplo; el menú degustación largo sale a 38 e+ IVA, la relación calidad-precio es DIFÍCILMENTE SUPERABLE.

Pan y agua gratis; mereciendo el pan mención aparte por su calidad y frescura. Casi nunca me lo acabo y aquí repetí.
Comenzamos con una degustación de aceites, con unas ricas tostas y unas pipas de girasol y calabaza salteadas. De los dos aceites, variedad arbequina ambos, destacaría el ALMANZARA DE CANJÁYAR; que se mostró fiel a sus notas de cata.



No me olvido del cocktail de rosas con el suave toque del vodka. Muy bueno para un comienzo diferente.

A continuación veréis un lomo de anchoa de Santoña con queso del país, medio cherry, una especie de reducción de albahaca y otra, creo por su dulzor que de un tipo de compota... lo que si recuerdo es la fantástica combinación de contrapuntos que ofrecían, sin desbancar a la anchoa de su papel principal.


A continuación, primer puesto en el podio de la velada para el mid cuit con su dulce y finísima crema, su reducción, sus brotes de mostaza, su alquequenxe, su sal negra hawaiana y su ¡mátame camión, que bueno está esto!


Podría cenar seis veces este plato con una botella de HABLA 4.

Ahora esa expresión de "el mar en la boca" no podría estar más acertada; la brocheta de vieira en salsa de mar con polvo de maíz y brotes de alfalfa. Mención especial la salsa de mar, que era como darle un bocado al mismo. Esa salsa, según me comentaron los chefs en la sobremesa, viene de uno de los muchos viajes que realiza Iñaky Bretal a lo largo del globo. De uno de esos viajes trajo, creo recordar, que una especie de alga que combinan con berberechos y desemboca en una suerte de gelé marino.
El bicho estaba bien de punto, pero me hubiese gustado una limpieza del mismo más minuciosa; incluso prescindiendo del coral (para este caso concreto).

Estos platos se acompañaron de un riesling no muy seco con bastante fruta y mineralidad de cuyo nombre me quiero acordar , peroooo...

Ahora un rape pasado por la plancha (que gusto da ver algo de caramelizado en algunos pescados) con una guarnición de grelos y frutos secos; creo recordar que uvas y orejones.
Punto ideal de uno de mis pescados favoritos, que no probaba desde haría unos 8 /9 meses.


Lo mejor del mar de toda la noche.

El turno de la carne con una pieza de vaca servida en el punto que había pedido. Venía acompañada de la seta repollo que tanto odio; aunque con una graciosa textura crujiente y una riquísima patata.


Vaya pedazo de raciones y aún faltan los postres. Por cierto, estos elogios a la calidad ,a la cantidad y a los precios que estoy haciendo en los últimos posts, ¿no desatan la envidia de algún que otro restaurador? por que deberían.

Esto se acompañó de Domaine de Courteillac, un expresivo burdeos, más en nariz, que en boca, pero muy bueno. Por cierto, no las conté, pero unas dos, tres (puede que cuatro) copas de cada vino, cayeron.

Vamos con un prepostre más típico de mi tierra que de donde se degustó; Requeixo da Capela con mel. El mejor requesón, el de la Capela, no hay duda.

Lo que se puede ver a continuación es una improvisada cata de ginebras.


No fue fruto de una petición por mi parte, si no del oferecimiento de Marta, una atenta sumiller; una profesional que transmite su pasión y te hace sentir como el más satisfecho de los invitados, de un modo desinteresado y tan transparente como los líquidos que allí se cataron.

La selección final fue una Gin Mare con Fever Tree.

Otro postre a cargo de unas fresas asadas con espuma de cítricos en el que sorprendía la consistencia de la espuma, su acidez contenida y el sabor del conjunto. Pido perdón por no poder ofrecer más detalles, pues tardé unos días desde la visita al restaurante, en escribir esta entrada; pero el postre se las traía pues era tan fresco como prometía, pero incluso más sabroso.

Rematamos con este brownie y sorbete sobre crema.

Voy arriesgar, por que tampoco lo recuerdo; pero el brownie se acercaba al coulan en su interior (que es como debe de estar un brownie), la crema del fondo creo que era chocolate blanco y el sorbete (cremosísimo, recuerdo más las texturas que los sabores) de leche merengada...
Aún con lo bueno que estaba, no logré acabarlo y eso que había entrado con hambre.
Con los planetas dispuestos de otro modo , a lo mejor hasta sería capaz de comérmelo todo y lograr caminar después; pero mejor no probar.

Ahora quiero pedir perdón por mi desastrosa memoria y poner encima de la mesa unos aspectos que si recuerdo a la perfección:

-El primero es que tanto la opción del pescado como la de la carne, tiene una alternativa por escrito. Detalle a tener en cuenta.
-El otro aspecto es insitir en mi agradecimiento por el trato recibido de mano de TODO el equipo del restaurante; a quienes saludo desde estas lineas y les deseo la mejor de las suertes para el negocio, en el caso de los propietarios y para el trabajo al resto.

Por último debo decir, que el hecho de haber viajado por carretera, en lugar de autopista; me regaló, entre otras, esta curiosa imagen.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Resturante O Silabario o "Nunca te acostarás sin..." (TUI)

-Habría quedado precioso el haberos contado que mi viaje por el Grupo Nove comenzó en A Estación de Cambre y terminó meses más tarde en la misma estación, donde me apeé de tan fantástico trayecto. Pero el final romántico dio al traste por las nuevas incorporaciones del Nove y no sebéis lo que me alegré de ello, una vez los hube probado.
El placer se prolongaaaaaaaa-

Una de las últimas incorporaciones del Nove y la que más a tomar por... ,queda de mi tierra.
Siempre que pisé Tui, lo hice de paso hacia nuestro alargado país vecino; ahora ya tengo otro buen motivo para detenerme en el monumental pueblo.
Tras anticipar que merece la pena la peregrinación hacia el mismo y recordar por medio de este enlace, la casual participación en este blog del chef Alberto González, os narro lo que allí se coció.

O Silabario es una de esas propuestas de experiencia gastronómica completa comenzando por su ubicación en el hotel Colón de Tui. De dicha ubicación conviene señalar que se da el beneficio de tener donde descansar (o lo que se tercie) tras una gran cena como la que el menda disfrutó, el aparcamiento gratuito y el poder disfrutar del restaurante de modo independiente a las mencionadas instalaciones anexas. Por otra parte no dispone de un precioso edificio para el solito como sus "primos hermanos"de A Estación, O Retiro da Costiña, Solla o Yayo Daporta.

El local en si , de corte actual, dispone de varios espacios; el Snack Bar (Oh my God, que cerca estamos de Portugal!) y un restaurante, de esos que no salen beneficiados en exceso de las fotos de su WEB; con muy buen menaje, excelente cristal y una sala aparte, dedicada a la degustación de café y espirituosos, que hará temblar de envidia a la mayoría de los que no dispongan de tal espacio. Sin llegar a la excelencia del anteriormente mencionado restaurante de Santa Comba, de cuyo nombre, si merece la pena acordarse.
Otro factor a tener en cuenta de O Silabario es su impecable hilo musical, la correcta iluminación, que no deja de ser excesiva para mi gusto y una cocina con vistas a su interior que parece estar alzada en un pedestal.

Uno de los puntos que siempre cabe destacar, el servicio, lo resumo así de rápido; óptimo.
Al menos esa noche en la que se cumplió una de las maldiciones DANINLAND; el tener el comedor para mi solito.
Señores hosteleros ¡no acepten mis reservas, perjudican a su negocio!
La otra de las maldiciones es la de pedir el vino que está agotado; sucediendo esto con independencia de lo completa que sea la carta.

En esta ocasión la botella de Abel Mendoza SELECCIÓN MANUAL 2004 (gran añada ) que solicité, sí estaba en stock. Nota de cata; vino "histórico-nuclear", evolución envidiable, merece la pena pagar lo que cuesta, paso por boca de 10 e igual de rico en nariz; un vino para no aburrirse. Me sobran dedos para contar las ocasiones en las que disfruté tan intensamente de un caldo y eso que ciertos platos pedían blanco.
Vamos allá con los manjares que el sr. González y su equipo me dispensaron en forma de menú degustación con el contenido precio de 40 euros + iva:
Comenzamos con la degustación de sales, aceites y mantequilla. En esta ocasión se llevaron la palma el arbequina y la mezcla de aceites. Aparte de las tostas que veis en la foto, que no me parecieron gran cosa, me sirvieron una tostada de buen pan, recién hecha ; ¡que peligro pan y aceite!, me gusta demasiado.

Segundo aperitivo; un caldito de boletus y azafrán que estaba de muerte, con un despliegue de aromas brutal y una zamburiña muy rica.



Ahora toca quitarse el sombrero; almejas con crema de coliflor y espuma de guisantes. Plato de una finura y unos sabores extasiantes (si cierro los ojos todavía rememoro la pureza de sabores y texturas). Obra maestra de la cual el propio chef reconoció estar orgulloso.



Continua el festival con un arroz meloso de unto ahumado y trufas de primavera con colmenillas. Este plato era para mi uno de los mayores atractivos del menú, pero me defraudó un pelín. Bien por el punto del arroz y el aporte de la trufa, pero demasiada presencia de un potentísimo unto y setas, mejor en otoño.
Centolla de la ría con crema de cebolla y huevo al punto. Perfecta la centolla, la mejor, con ese caramelizado de la fina crema de cebolla y lo del huevo "al punto" no es coña. Estaba... pues eso... al punto. En un menú degustación que probé en El Mercadito, me sirvieron el mismo plato con el huevo a baja temperatura y el huevo me convenció más, aunque no el resto.
La lubina con alcachofas y salsa de soja presentó a la mejor lubina que probé en mi vida (otra vez). Les "ganó" a todas. Lo único que no me acabó de convencer fue la cocción de la alcachofa.


La carne la elegí yo mismo y no me arrepiento; un lomo de vaca con pimientos a la brasa de roble y trompetas de los muertos. Una de las carnes más ricas que probé a alardeando de su punto PERFECTO y con una guarnición para morir feliz. El impactante sabor de los pimientos perfectamente combinados con las setas y la pimienta. Casi lloro...



Vamos con unos postres al nivel del resto del menú:
El plátano en llamas con su plum cake y helado de ron con pasas se describe por si solo. Por cierto, lo preparan a pie de mesa entre camarera y chef; vamos, que un espectáculo.


Por cierto un anotación a todo el mundo el helado de brandy con pasas, aunque no tan "tropical" es notablemente superior al de ron; pero bueno seguiréis insistiendo.
El segundo postre fueron "Nuestras fresas con nata", la preparación supera en ligereza y finura a la clásica, me gustaron.
El café lo tomé apaciblemente en un confortable sillón y acompañado de unos pettit fours "high level". Una teja y una copa con una especie de espuma de piña. La casa me invitó a una copa de brandy, dejando claro que también ellos agradecen la visita, ¡tome nota todo el mundo!


Pues habrá sitio para todos, pero me convence más hablar de gente como Alberto González, por la accesibilidad y el nivel de su propuesta. ¡Animaos a conocerlo!


VARIOS:
  • MENÚ DEGUSTACIÓN 40
  • YZAGUIRRE ROJO 4

  • ABEL MENDOZA SEL. PERS. 35
  • VI DE GEL Gewürztramine 4,20

  • NESPRESSO FORTE 2,00

Me invitaron a una copa de brandy y a un café; D E T A L L A Z O.


TOTAL: 91,16 Pleuros.

-ESTA CUENTA PERMANECE EN LA ENTRADA PESE A HABER ADVERTIDO, QUE ABANDONARÍA TAL COSTUMBRE, POR QUE FUE ESCRITA DURANTE ESTA PRIMAVERA-