Pactado de un modo abierto la anterior ocasión en la que había visitado el restaurante. El menú me dio la oportunidad de probar algún que otro plato fuera de carta; incluyendo alguno que según el chef, se hallaba todavía inconcluso. ¡Nadie lo diría!
Antes de comenzar con la descripción de los platos, dejaré constancia que en esta ocasión, al igual que en la anterior,el comedor casi alcanzó el lleno total; hecho del cual me alegro, más teniendo en cuenta que esto sucedió un miércoles de noche y que no suele ser este un día muy agraciado en cuanto a visitas a restaurantes se refiere (sobre todo de este tipo).
Antes de nada comenzaré con lo bebido; a modo de aperitivo me sirvieron un buen vermouth rojo y como bebida principal, elegí tras haberme confirmado que se había agotado el Eméritus (por algún motivo, ya me lo olía), el Calvario, D.O. Rioja.
Calvario es un vino a base de Tempranillo, Garnacha y Graciano; o sea una mezcla de uva típica en muchos vinos de la Rioja de la que, en esta ocasión se extrae un vino de armas tomar. Potente y elegante; con un color cereza intenso ofrece unas espectativas olfativas de gran profundidad, que no decepcionan en el paladar. Un divertimento de cabo a rabo, que no se doma con facilidad.
Conviene señalar que el precio era más que razonable; tratándose de una buenísima cosecha y de su alto valor en distribución.
Rematé el apartado de las bebidas con un estupendo Oporto vintage con el que acompañé los postres. , Quinta do Vil (¿o era Bill?) de Sta. María 1.999.
El aperitivo de la casa, generoso de cantidad, fue este hongo (diría que un boletus edulis o pinopoulus) con jamón y yema de huevo. Intensidad y mezcla de sabores inapelable, que en maridaje con el Calvario, alegraban el alma.
Lo recordaba de mi primera ocasión en el restaurante; creo que se podría añadir a la lista de clásicos de Maruja Limón como la vieira con tocino confitado o la vaca del país con mostaza.
Lo siguiente que veréis es una total novedad; las cocochas de merluza con pil pil suave. Finísimas; pidieron un blanco y les ofrecí una copa de Ribeiro.
Lo siguiente que veréis es una total novedad; las cocochas de merluza con pil pil suave. Finísimas; pidieron un blanco y les ofrecí una copa de Ribeiro.
Pese a que estaban de vicio, puede que el pil pil "mandase" demasiado.
Este es el bonito con tomate confitado y ¡mátame camión!. Me arrepiento de no haber sacado una foto decente de un corte, para que se apreciase mejor el punto; podría introduirse en un biberón y beberse, de tan suave que resultaba. Magistral también en temperatura.
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El taco de vaca al rojo vivo con mostaza y pimientos de Padrón ¿que puedo decir?; lo había visto en carta y no me atreví a cambiarlo. Con esto y el vino es posible que estuviese levitando desde el bonito.
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Con este bombón de textura cremosa dio comienzo el apartado postres; que de nuevo estuvo a la altura, pero que en mi opinión debería ofrecer un contrapunto mayor entre ambos postres; en esta ocasión en concreto. Café, queso fresco, cacao...
Con este bombón de textura cremosa dio comienzo el apartado postres; que de nuevo estuvo a la altura, pero que en mi opinión debería ofrecer un contrapunto mayor entre ambos postres; en esta ocasión en concreto. Café, queso fresco, cacao...
Con el segundo de ellos, un dos chocolates, comencé a levitar de nuevo; de una elegancia e intensidad infernal (en el mejor de los sentidos). Diferentes texturas, temperaturas e impresionante combinación de sabores en un postre de compleja elaboración. Chocolate blanco, chocolate negro con crujiente y caramelo.
Siempre detallistas; en Maruja Limón acompañan el café de algún pettit four; que no fueron
para nada necesarios, dado que mi capacidad tras cualquiera de los menús que degusté en este restaurante vigués; remató por completo nula.
Nada más si no agradecer al personal de Maruja Limón la tremenda cena, e idéntico trato que me han brindado. Enorme experiencia; gracias.