Maruja Limón se ha consolidado en esta tercera visita como de mis restaurantes favoritos dentro y fuera del Nove.
Es más, diría tras haber tenido una buena charla con Rafael Centeno, el chef, que lo mejor aún está por llegar. Últimamente por mi cabeza circula la idea de que el número de visitas gastronómicas practicadas por un servidor, descienda radicalmente. Prefiero planteármelo yo, antes de que por haches o por bes, se convierta en una imposición. Sobre todo, me gustaría abandonar la idea de conocer sitios nuevos lejos de mi residencia.
Con Maruja Limón llego tarde, por que mientras sigan en esta linea, para mi será obligado una o dos visitas anuales (en caso de poder permitírmelo).A lo que iba; ¿que os puedo contar nuevo?; pues, aparte de que han subido el precio del menú degustación (no todo van a ser flores), poca cosa. Un impresionante menú de ejecución casi perfecta, buen trato; o sea, más de lo mismo. Más de lo mismo que siempre es grato encontrar, claro.
Aún así en esta ocasión, siendo un sábado noche, encontré algo que no había visto en ocasiones anteriores; el lleno total.
Reconozco haber tenido pensamientos malignos del tipo "este es el típico pase en el que la cagan" o "ya verás tu como se van a notar los tiempos". Bueno, pues reconozco también que me he equivocado; como ya he dicho anteriormente; todo en su sitio.
En esta ocasión la carta me pareció; más amplia que en pasadas ocasiones, aunque puede que sea cosa mía.
Por otra parte también me dio la impresión de que el nivel lumínico se había aumentado y de que la música estaba más bajita. Esto último, puede que se debiese al nivel de ocupación, pero lo de la iluminación no se si es manía, o de verdad estaba más alta.
De la carta de vinos probé al fin el Gorvia '05 D.O. Monterrei; que puso la guinda a un fin de semana de grandes vinos en el que bebí una media botella de Fin de Siglo '07 (impresionante garnacha), el K4 de Artuke; el Taberner '05 y por fin el Gorvia.
Este Gorvia se compone de Mencía (vale, cada vez me gusta más), Bastardo y Caiño que resultan en una diversión a base de frescura, suavidad y una bien hallada acidez. Además de una graduación que logra pasar desapercibida.
Brevemente resumiré el menú que comenzó a con una ensalada de pinto en escabeche a modo de aperitvo. Mi reacción al primer bocado fue cerrar los ojos y pensar "¡ya estamos!". Que plato tan sencillo para hacerme flipar, lo cual muchos pensaréis que es pan comido, pero me sucede poco, la verdad.
Y ya que menciono el pan; este era fresco y de dos tipos, uno de ellos con nueces y tal...
Vamos con el steack tartar con berros y parmesano que me tomé la primera vez. Me alegré de verlo y me alegré de sentir la misma sensación de sorpresa al probarlo. Cosa rica; que untadito en las tostas de pan de Centeno resulta ser un plato agraciado de una buena cantidad; lo cual yo siempre agradezco, que a dejar en el plato siempre estamos a tiempo.
Acompañé con copa de cava.
Acompañé con copa de cava.
La empanada de maíz y chocos, me puso de nuevo en mi sitio. Una preparación distinta a todo lo que había probado en este restaurante y de nuevo exitosa. Perfecta textura del choco; perfecta combinación con la masa de maíz, ambos potentes de sabor y un pelín pasado de punto de sal.
Es el turno de la mítica vieira con tocino confitado de Maruja Limón; que con la del Retiro da Costiña es la mejor del mundo mundial, esta vez acompañada de unos hilos de fruta de la pasión. Impresionante, como siempre, con ese puntito juguetón, pero prefería la finura celestial del pilpil de naranja.
Es la hora de la merluza con vinagreta de habas; la merluza que había producido un importante cabreo interior al haberme enterado que sustituía al rape que anunciaba el menú. Vale, pues para evitar los adjetivos chorras que me caracterizan, diré que desbancó a la de Solla, Marcelo y Yayo Daporta; que hasta el momento eran mis favoritas (sobre todo las dos últimas).
He leido sobre pescados cocinados fuera de punto en este restaurante; quien lo haya escrito, puede ver la siguiente imagen ydarse al llanto.
Rematamos el conjunto de salados con un lomo de vaca al rojo vivo acompañado de una excelente salsa y sus hojas de mostaza aliñadas. Bueno, ¿que decir?; ya lo veis en la foto. Kill me camión!!!
El postre que veis a continuación me lo comí tan rápido que no recuerdo al 100% de que se trataba. Pero como para mi, lo que más pesan son las sensaciones puedo contaros que la rica espuma de avellana con chocolate y crujiente de XXX estaba de morirse. Jugando con tres texturas como la suave y calentita espuma de avellana el rudo y frío chocolate ( que aún tiró por un sorbo del Gorvia) coronado con algo de crunch forman una sólida combinación con tres elementos principales en juego.
Y esta combinación la vemos en el segundo postre; la crema de vainilla con manzana asada y el sorbete de XXX. Perdonadme, pero en ese fin de semana era ya la cuarta botellita además del oporto con el que se acompañó el postre; la copa de cava o el ribeiro que me había tomado hacía unas horas en el nuevo Allo & Aceite acompañado de una tosta con una buena cantidad de rica brandada.
En fin; expresso con doble pettit four (teja y una brocheta de riquísima trufa) y muy grata conversación con Rafael Centeno.
Es de esas cuentas que aunque abultadas, da gusto abonar.