sábado, 23 de enero de 2010

Mesón Restaurante Vega - Un restaurante más-

Al final de los soportales, en casco viejo de Betanzos, se encuentra el arriba mencionado. A conti-nuación relato mi experiencia en el mismo:

Tras un par de recomendaciones, me levanté un jueves de abril del '09 decidido a pisar un, en principio, buen restaurante.
El local en sí, es bastante acogedor; cuenta con una decoración agradable y dos espacios bien diferenciados; una zona bar con su barra y sus taburetes y un comedor con su espacio para no fumadores.
Parte de la bodega se encuentra a la vista en el comedor, que cuenta además con una pequeña barra de servicio. La acústica no es del todo mala, pero a quien no le guste comer viendo las noticias y si escuchando una música agradable, lo lleva claro.
El servicio acompaña lo justo y no se excede para nada en atenciones hacia el cliente.
La carta tiene varios entrantes y es variada, sin acometer riesgo de ningún tipo. Vamos que nadie vaya buscando innovación.
Con los vinos sucede lo mismo; aunque, todo hay que decirlo no tienen precios excesivos (aun-que en alguno sí podrían ajustar algo más).
Mis preguntas sobre las cartas, o alguna referencia al camarero recibieron en prácticamente todas las ocasiones, respuestas secas y poco informativas. De todos modos, mi elección fue relativamente acertada dadas las circunstancias, sobre todo en cuanto al menú; unas colas de cigala a la plancha y unos secretos de cerdo ibérico con pimientos del piquillo.

-Las colas de cigalas me las sirvieron de inmediato. Cantaba a leguas que ya estaban previamente preparadas, de ahí que fuesen una de las recomendaciones del día. Además venían acompañadas de una salsa rosa que bien podría ser "de bote" y se dejaban comer sólo lo suficiente.
-Los secretos de cerdo ibérico, la verdad que muy bien, tanto de punto, como de sabor. En tanto a las guarniciones; los pimientos bastante flojos y las patatas gozaban más de cantidad que de calidad.

Acompañé con un Cosme Palacio, dado que no lo había probado nunca y reconozco que no remató de llenarme, en parte por que no fue servido en las condiciones óptimas. Sencillamente correcto; un Rioja demasiado "clásicote". La botella rondó los 18 euros y, en esta ocasión se quedó mediada.
Por cierto, si hablamos de cubertería, manteles, vajilla y cristal; ni fu, ni fa.

LA CUENTA: 40,5 euros.

Teniendo en cuenta que no tomé postre, un poco por falta de apetito, otro poco por que ninguno me llamaba gran cosa; me pareció caro. Más teniendo en cuenta mi escaso nivel de satisfacción.