domingo, 8 de enero de 2012

Restaurante Alborada en A Coruña. TOC, TOC...

Antes de nada una pequeña reflexión; ¿alguien se ha dado cuenta de que cada vez escribo sobre menos restaurantes nuevos? Pues bien, he estado en alguno que jamás había puesto un pie con anterioridad, pero creo que lo mejor que puedo hacer por ciertos negocios, es no contar mis experiencias en los mismos... ...de tal modo, me será más fácil, mantener esta casa, limpia y en orden. 
Seguiré contando mi verdad, por si alguien se puede valer de la misma y, en parte, ese es el significado de las fotos que encabezarán algunos de mis post. Un tipo con un cuchillo a la puerta de un restaurante, pero no cualquier restaurante; sólo casas amigas.



De nuevo me he dejado caer por este gran local, presa de un  gran apetito y con ansias de situarme en el ojo de huracán de las fortísimas corrientes gastronómicas que dispensa el panorama actual.

En sala me he topado con la solidez de la que muchos presumen, pero pocos pueden hacer gala. Perfecto servicio del vino, una buena atención; oficio al fin y al cabo. El caso es que he estado muy a gusto y he salido con ganas de repetir cuanto antes.

He disfrutado de un gran vino; el Auditori 2.007. Una garnacha especial, que nos llega del Montsant, que cumplió en lo sensitivo, con el añadido de provocar la sorpresa.
Cepas viejas, un suelo ideal y una elaboración respetuosa, han logrado que este cebollo que os escribe, lo haya pasado como un enano.
Por algún motivo, creí que en la elaboración de Auditori, habían intervenido Sara Pérez y René Barbier; pero me he informado y estaba errado. Supongo que el verlos tan cerca en la D.O. me llevó al ego...
Cruces de cables, aparte supongo que estaréis deseando saber con que platos disfruté durante esta nueva ocasión en uno de mis restaurantes favoritos.

Menú Gastronómico:

De los grandes menús degustación que ofrecen los restaurantes gallegos, este es uno de los que dentro de una envidiable RCP; hará disfrutar al comensal de un raudal de grandes productos y buena cocina. Con la batuta del chef, Luis Veira Añón; la cosa sonó tal que así:

Snacks


Marca de la casa, un raudal de divertimentos que piden ser acompañados de un buen vermut, o un vino de Jerez, como ha sido el caso. Una siempre cumplidora -resultona como mínimo- manzanilla de Fernando de Castilla.
Preparaciones como la sferificación de aceitunas, o un pinta labios helado; servidor ya ni las prueba, las nueces de macadamia rebozadas en tinta, las filopizzas, o los 3D'S rellenos de foie, ya resultan buenos comestibles y la tosta con mantequilla trufada, velo de panceta Joselito y aceto balsámico,bien valen un pequeño suspiro y un segundo con los ojos cerraditos.
Carpaccio de vieira con sorbete de lichis y una nube de macadamia  que no deja ver nada de lo anterior.

Normalmente ese plato, por lo que leído en la web del restaurante, incorpora como elemento principal gambón y erizos. En esta ocasión, me ha parecido una vieira pequeña con su coral, frente a un excesivo helado de lichis y una protuberante nube con algunos deshidratados, que supongo serían del propio bicho, por el punto marino que dejaban en boca.
Cuestión de gustos, me gustó, pero no remató de convencerme y fue, tras el pinta labios, una especie de inauguración de helados y granizados varios, que, uno tras otro, incorporó el menú. De nuevo cuestión de gustos, algunos de esos helados, no pintaban nada deseable y menos, a finales de diciembre.

La ostra a menos 20º con manzana y ácido, suma otro helado al menú; pero resta el sublime tacto de una ostra fresca. El pleno sabor a ostra era otra cosa, pero no comparto la filosofía del plato. Me acordé de otros platos con ostras que si han sido un festival en mi paladar; algunos ejecutados por quien en su día, fue maestro del chef.
Pisto con aire de parmesano y helado de parmesano.



Impresionante pisto, de esos que parecen haberse pasado días a un fuego más lento que servidor -que ya es decir- con el aire que daba volumen y alegría al plato, la fnísima rebanada de pan y, ejem, el juego frío/caliente que dispensaba el helado. Por si alguien no lo ha captado, el helado ha sido lo único que no me ha convencido de toda la preparación. El helado en si, es glorioso, pero no observo aportación alguna en que el ingrediente se incorpore al plato de ese modo. Con todo y con eso; un plato divino.

Nuestro guiso de guisantes sin guisar.

Un 10, rotundo de sabor y gelatinosidad -si es que tal término existe-. Quiero un barreño lleno de esto, para mi sólo.

La cigala que se comió al huevo.


Estupendo trampantojo; semejaba un huevo escalfado, pero la clara era la cigala y escondía una yema en su interior. Muy rico, aunque en carta había ojeado un plato a base de huevos rotos con cigalas, que seguramente, me resultase más satisfactorio.

Bombones de foie y pollo, con caldo de pollo.


Brutales y punto. Me vine arriba, por lo que era la hora de solicitar una bola extra; "algo con foie, antes de la carne". ¿Sería posible?

Los lomos de anchoa con granizado y caldo de manzana,


Muestran una conjunción de sabores, sorprendentemente bien hallada. Pero he aquí un problema; que los fantásticos lomos de anchoa entren en contacto con el granizado, se endurezcan y por tanto se desvirtúen. Creo que a todas luces es así.

Sargo con salsa de berberechos y arroz.


Uno de los puntales de menú; punto perfecto, con la piel planchadita, un buen puñado de berberechos y un conjunto delicioso. Ración contundente además.
¿Alguna pega?, ¿el grano de arroz demasiado abierto?; pecata minuta.

Vamos con esa "bola extra" solicitada; ese "algo con foie antes de la carne", que se materializó, convirtiéndose en el momento cumbre de la fiesta. 
Un pedazo de estupendo foie a la sartén con crema de patata trufada y caviar. B R U T A L.


Este hecho, diferencia a los buenos restaurantes de los grandes restaurantes y el Alborada lo es. Luis Veira y su equipo, trabajan para demostrarlo día a día y conmigo lo han conseguido. Discrepancias por el exceso de helados, aparte; esa es la sensación que siempre me ha transmitido el Alborada; la de haber disfrutado de un Gran Restaurante.

Cochinillo prensado y sus guarniciones. Con una presentación de lo más llamativa, he ahí un plato a base de buen producto; delicioso y contundente cochinillo, napado con su jugo. Un primor, no hay fisuras.


Este excelso prepostre a base de quesos con chocolate blanco inauguró un apartado dulce, por todo lo alto.

 

Nivelón que se mantubo con la bola de oro. Recomiendan zampársela entera, para que el relleno, que incorpora una crema de albaricoque, literalmente inunde el paladar.
Rematamos con un lacasito; una cremosa larpeirada que resulta de la siempre acertada combinación de chocolate y cacahuete.
El café, fabuloso, se acompañó de unos pettit fours caseros.















Este largo menú, se vende a 68 €; menús de similares características se están vendiendo en torno a 75€ y hasta 90€ dentro del mapa gallego. A la hora de celebrar algo, recomiendo apostar por la calidad. Alborada es un restaurante que vende dicha calidad a un precio contenido; snakcs + 10 platos salados + tres postres + pettit fours, con productazos como base y teniendo en cuenta el comportamiento en sala; una experiencia más que recomendable.
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