lunes, 31 de mayo de 2010

El Mercadito ( Santiago de Compostela)

Hablamos en esta ocasión de la cocina de Gonzalo Rei. Trataré de fusionar los resúmenes de las tres ocasiones en las que comí en El Mercadito en esta única entrada. Aprovecho para decir que si sólo han sido tres el número de ocasiones, es por mis ansias de probar locales nuevos, por que este sitio vicia, vicia mucho.

El local en si se sitúa en la calle Galeras, equidistante de Casa Marcelo y Pedro Roca.
La fachada exterior es bastante discreta, pero el imponente recibidor avisa de algo grande. Dotado de unos sillones por si hubiese espera, o simplemente para dedicarse unos momentos de relax, el espacio posee una decoración, mobiliario e iluminación de lo más acertado.

Tras saludar al señor que trabaja en sala, entro en la misma. Con mayor iluminación, sin llegar a ser molesto, durante el servicio de día es igual de agradable , o más, pues posee un ventanal con vista parcial a la catedral por el que entra la cantidad justa de luz natural. También disponen de un reservado en el que nunca he estado.

Lo que se puede ver tanto de día como de noche es un ventanal rectangular con vistas a la cocina. Con todo esto y un correcto hilo musical (con tendencia al jazz); sólo faltan unos buenos platos, que los hay, para que sea imposible aburrirse.
En mi primera ocasión, la maldición DANINLAND se cumplió y el comedor estaba vació con mi presencia y la del personal del restaurante como única excepción. Todo hay que decirlo, la "maldición" tuvo sus aspectos positivos y no por que cocinasen en exclusiva para el menda, que también.
Mesas bien vestidas y cartas enfatizando con su diseño la radical cocina de mercado que practican en este establecimiento.

Para probar un buen número de platos me decidí por el menú Gourmet. El vino, no lo elegí yo, si no el sumiller que para ayudarme con el maridaje me insistió en un alvariño portugués; el Dorado del '06.
En mi paladar, el vino de un atractivo amarillo dorado, se mostró más herval que afrutado, con un toque a miel, bien apuntado por el sumiller, y que, sumando la acidez, se manifestó como un vino demasiado complejo, para mi limitado paladar (más tratándose de blancos).
Además en este caso el vino arrastraba un terrible lastre, su exceso de temperatura. No pasa nada se enfría con ayuda de hielo y agua, pensaréis muchos; ya, pero la descoordinación que este hecho provoca con el menú me parece inaceptable. Ha de tenerse en cuenta que el hecho de tener que enfriar el vino, apartó la botella de la mesa peligrosamente. Por lo demás, puedo decir tras varias visitas que el servicio del vino es más que correcto.
Debo aclarar, además, que este es de los pocos profesionales por los que me dejo recomendar y de los que admiro su escuela y pasión por su trabajo. Tanto por el conocimiento de los vinos, como por el apunte de los platos y el trato que dispensa al comensal.

El menú gourmet de esta ocasión (perdí prácticamente todas las fotos de los dos menús gourmets que disfruté en este restaurante, además de las de Pedro Roca y Playa Club; hecho por el cual, estas dos últimas se quedarán sin comentar hasta nueva visita).-

Soberbio comienzo a cargo de una zamburiña laminada con crema y sopa de maíz. Microplato de texturas celestiales e impecable mezcla de sabores. Pena que fuese tan "micro".
En mi última ocasión el aperitivo fue una cola de langostino en mahonesa de soja servido en copa tipo cava que estaba muy bueno, resultaba realmente aromático en esta presentación.

Tomate marinado relleno de brandada de bacalao con vinagreta de aceituna negra. Que os voy a contar; fijaos en la presentación. Bacalao, aceituna negra y tomate son una combinación de sabores que no puede fallar y menos tras pasar por la finura de este chef. Rico, fresco y otra vez rico.




Huevo de corral con pisto y migas. Esto ya es el record; de todos cuantos huevos probé en numerosas degustaciones, este se lleva la palma. Plato magistral, que alardea de proporciones y punto, la textura crujiente de las migas...
En el último menú gourmet que probé, lo preparaban con centolla desmigada y he de admitir que no me gustó tanto, pese a que llevase centolla.

Es el momento del Polvo á nosa Feira. Pulpo sobre crema de patata ahumada y resto de los ingredientes del polbo á feira de toda la vida. Aunque, al llevar patata, ¿no deberíamos hablar de pulpo a la gallega?
Tecnicismos aparte, buen punto del bicho y el ahumado de la crema de patata aportando un agradecido toque de sofistificación. Como nota negativa diré que este plato resulta un poco incómodo a la hora de comerlo.
El Dorado, potenciando la preparación.

Vamos con una merluza do Celeiro que se queda a escasos centímetros de la que probé en Solla, siendo también superada por la de Yayo Daporta y la de Marcelo. Se que hago gala de todo mi mal gusto al realizar estas comparaciones, pero también creo que pueden servir para que cada uno, saque sus propias conclusiones. No sólo de cual me moló más, si no de que aún podría nombrar unas cuantas más que me gustaron menos y que yo sepa en las pescaderías venden más pescados que lubinas y merluzas...

No recuerdo el pescado que probé en mi última visita al restaurante, pero si recuerdo que se acompañaba de un espléndido calamar de potera a la plancha.



Finalizamos la parte salada del menú con la ternera estofada en Monterrei; plato responsable de mi visceral regreso al restaurante al cabo de poco más de un mes de esta primera visita. Sabrosísimo éxtasis carnal con el género deshaciéndose en la boca como si fuese mantequilla (aunque odio este símil).




En el otro degustación que comento paralelamente, la carne final fue el cochinillo prensado; muy bueno, pero no para tanto.

Comenzamos los dulces con un postre a mi parecer, de gran sofisticación; la espuma de arroz con leche con toffe salado y almendra. Perfecto uso de las cantidades; muy bien presentado y la vainilla reinando en la combinación de sabores y texturas.

Para finalizar el clásico hojaldre con crema pastelera. Muy fino. Excelentes postres.

En el último menú gourmet ambos postres se repitieron con la espuma de arroz en una presentación que hacía perder parte de la gracia del plato; muy bueno de todos modos.
Por cierto, este menú el vino fue un Llagar de Cervera; también albariño que se acerca a Portugal.

En medio de esta dos visitas al Mercadito se dio una intermedia en la que comí a la carta y de la que todavía puedo decir que me sobran los dedos de la manos para contar la veces que disfruté tanto de una comida.

La elección del vino contribuyó mucho a favor de lo anteriormente anunciado. Un San Román del '05 (D.O. Toro). No lo había probado, era una recomendación, la cual celebro. Resultó ser un vino de Toro muy redondo y goloso, exhuberante a fin de cuentas, pero sin tanto exceso de madera como advierte alguna gente, con un persistente fondo de chocolate y frutos negros y una intensidad salientable que, en mi opinión potenciaba el sabor de los platos, sin llegar a enmascararlos.
Tras un buen decantado y el óptimo servicio del mismo el vino se mostró esplendoroso.

En esta ocasión, la sala en la que comí se llenó por completo. Trataré de resumir el menú:

Por más que trato de recordar no logro saber cual fue el aperitivo, creo que algo con una espuma de patata, pero no se . Es extraño , por que si recuerdo que me encantó. Me sorprendió además que se estirase a un buen número de bocados. No se si es excusa pero la botella de San Román quedó cao.
Foie mid cuit con higos confitados y reducción de P. X. fue el entrante. Con una presentación marca de la casa, el mid cuit es hasta el momento uno de los tres mejores que he probado. Juraría que totalmente casero, se sirvió al punto exacto de cocción bien guarnecido y acompañado de unas tostas a buena temperatura.


A quien le guste el mid cuit, por favor, que no se pierda este.



Como plato principal tomé mi tan anhelada ternera estofada al monterrey, que en esta ocasión se empañaba de un tomate pera "de aldea" marcado en la plancha y guacamole.

Plato sobresaliente incluso en la cantidad.
Plato emocionante que deja una indeleble impresión en el paladar.



Finalizamos con un postre robusto y fresco a partes iguales; pastel de trufa con espuma de naranja. Hasta ahora, el postre que más me gustó, de los que probé en el restaurante.


Aconsejado por el sumiller, acompañé la parte de trufa con el achocolatado San Román y disfruté de la espuma y parte de la cuña con un fresquísimo moscatel.
Remato esta comida del mismo modo que las otras dos; con un expresso ristretto.
Me queda algo muy importante por probar en este restaurante. Alguno de los arroces, seguramente Gonzalo los borde. En mesas vecinas se servía un arroz con lubrigante con una pinta...
Ahora unas anotaciones y conclusiones sobre este restaurante:
Sirven el agua directamente de una jarra; buen detalle, pues no la cobran.
Lo que si se cobra es el pan y el servicio. El servicio, más que merecido, pero el pan no es gran cosa, sobre todo de noche cuando pasaron unas cuantas horas por él.
La carta de vinos, posee una selección curiosa, pero los precios están, en algunos casos, bastante pasados de vueltas en cuanto al precio; Sirva de ejemplo este San Román que se cobra de cinco a siete euros por encima del que debería ser su precio en carta, incluso teniendo en cuenta el fantástico servicio.
Ahora bien, decía al principio de la entrada que El Mercadito "vicia" y así es. Desde el local perfectamente equipado, a tener en cuenta los completos aseos, y con un mobiliario y decoración que parecen acompañar a la perfección lo que allí se cocina. Y ese es el aspecto más importante, Gonzalo Rei y su, aveces variable equipo (en número), practican un tipo de cocina renovada, fresca y fina como pocas, que se echa de menos en otros lugares. Los platos requieren un nivel técnico de altura, para salir tan logrados en cuanto a punto y al espléndido sabor, partiendo para ello de unas trabajadas recetas y un producto de calidad.
Las cuentas:
PAN Y SERVICIO.......2//............2,70
MENÚ GOURMET...45//............45.00
DORADO.................24//LAGAR...18
CAFÉ...................1,50 //
TOTAL 72,50 // TOTAL 65,70
PAN Y SERVICIO.....2,50
FOIE MID CUIT......16,50
TERNERA ESTOF....17,50
POSTRE..............6,50
SAN ROMÁN..........42,00
TOTAL 85

martes, 25 de mayo de 2010

Casa Marcelo (Santiago de Compostela)

ATENCIÓN-CAUTION-ACHTUNG-ATTENTION-ATTENZIONE-ATENÇAO:
-POST LARGO.
En el primer sábado de agosto del 2009, tras haber preparado un menú degustación para cuatro colegas la noche anterior, el despertador tocó tarde; o más bien no logré oírlo, dado que la noche se había alargado más de la cuenta.
¿A que viene esta inusual introducción? Pues la verdad que mi intención para ese sábado era la de irnos a Cambados, en plena fiesta del albariño, comeríamos en mi tan ansiado Yayo Daporta y saldríamos a "darlo todo".
Dado que hubo bajas y que para la noche no iba a tener mesa, cambié el lugar de inauguración de mis vacaciones para Santiago. ¿Por que Santiago?; pues la verdad que es de los pocos sitios en que soy incapaz de pasarlo mal vaya sólo o acompañado. ¿Y que restaurante hay en Santiago?; pues un montón, pero en plena "carrera Nove", decidí dejarme caer por el del título de arriba.

Pues bien, Casa Marcelo y sobre todo su chef Marcelo Tejedor; habían sido pesquisados por mi mediante internet, amén de haber oído hablar de él a algún conocido.
Como por aquel entonces casi NO leía blogs sobre gastronomía; sólo había visto alguna que otra de sus ponencias.

Dichas ponencias decían mucho, pero por algún motivo no me sentía muy atraído a visitarlo. No se, pero las imágenes de sus platos engañan bastante a la vista; en su momento no me seducían lo suficiente. Pues bien; anticipo que hasta el momento no he tenido experiencia culinaria alguna, que iguale a lo sucedido esa noche en Casa Marcelo.

El restaurante es, como muchos sabréis , una de la puntas de lanza del Grupo Nove y está situado a unos cuantos metros de la famosa catedral. El local se esconde tras una sencilla fachada típica del casco viejo sin mayor reclamo que su nombre escrito tímidamente en la ventana. Recuerdo que haber pensado al ver esto; "Si señor con dos -------"
COJONES, no recuerdo la ultima palabra...
Bueno; pues serían las 22:30 cuando atravesé el umbral hacia el paraíso; en el interior se comienza a observar en cada detalle una perfecta conjunción entre tradición y modernidad, sin ningún tipo de estridencia. Ya desde la entrada, donde está la recección más sencilla y resultona que vi jamás, se aprecia una iluminación tenue e indirecta que a mi juicio es la perfecta.
Dotado de las mesa justas, para unos 30 comensales, la detallista decoración tiene su estrella en la cocina, que iluminada como un actor en el escenario, preside la propia sala sin separación de ningún tipo.
Mi mesa, aguardaba y una amabilísima camarera me ofreció sentarme en un cómodo asiento.
Dado que el restaurante no dispone de carta para la comida (excuso decir que aquí practican la llamada cocina de mercado... con un par); la carta de vino llegó rauda a mis manos. Por cierto, he aquí el único detalle que no me agradó; la carta en formato DIN-A3, lo odio. Manías aparte, dicha carta contenía un número de referencias relativamente bajo, pero es variada a la par que sencilla. De la misma escogí el Lynus Aurea 2001; el Lynus nunca me falla y tanto vale para un roto como para un descosido. Un vino que nunca cansa.
La verdad que en esos primeros instantes no podía dejar de observar el espectáculo que sucedía en la cocina, donde un jefe de partida indicaba la salida de los platos; habiendo a la vista otros cuatro cocineros más, inmersos en sus tareas.
Ver el trabajo en la cocina era una delicia, de la cual creí que no podría apartar la vista; los platos y el preciso ritmo en el que se sirven se encargaron de que no fuese así.
Antes de descorchar la botella, llegaron a mi mesa un par de cuñas de pan de maíz (mi favorito) hecho en la propia casa y un pedazo de pan clásico. Es interesante que el pan mantenga su frescura incluso siendo las 23:00 ; cosa que en Casa Marcelo es garantía y que en la mayoría de los demás, no suele suceder.
El descorche de la botella fue impecable; el servicio exhibió el más alto nivel durante toda la velada, sin caer en la pedantería ni en el exceso de atención.

Tras probar del vino, llegó a mi mesa el aperitivo; una espuma de foie con covertura de kikos. Algo grande sucedió en mi paladar; la emoción por la audaz mezcla de ingredientes tras una curiosa presentación y la facilidad con la que se comía; un primor.


El segundo plato no se hizo esperar; un tomate frito en tempura sobre crema de wasabi. De nuevo una sorprendente mezcla de sabores potenciados por una presentación minimalista.


Es la hora del archi conocido cafetocaldo de Marcelo; una especie de caldo express hecho en cafetera italiana que en esta ocasión servían con unas huevas de trucha. El plato animaba al disfrute del ambiente; a relajarse escuchando la dulce selección musical y a contemplar la actividad de la cocina.




Continuamos con un plato ultragallego; lomos de sardina sobre pimientos de padrón. No puedo dejar de señalar el exquisito punto de las sardinas y el excelente partido que se le puede quitar a unos ingredientes tan cotidianos. Tras la espartana presentación se encontraba la fantástica limpieza de un producto de primera.


El siguiente plato; unas habas en salsa con algas, habla de si mismo de igual modo que lo hacía el anterior. Las perfectas legumbres semejaban perlas de la tierra coronadas por el alga en un mar de salsa perfectamente ligada. El punto de los alimentos, de miedo.
Tras esta pequeña sorpresa una enorme sorpresa; la menestra de temporada con crema de ajo.

Jamás hubiese pedido este plato por carta y para resumir lo que me hizo sentir, diré que me emocionó, desarmando mis cimientos gustativos.

Prosigo con la exquisita Merluza do Celeiro que, en esta ocasión se acompañaba de una salsa de aceitunas. Interesante concepto y unión de sabores que no desbanca al conocido por ser uno de los platos iconos de la década. La merluza con caldo de pimientos verdes y pil pil de limón.

El segundo de los principales me hizo sonreír en el momento mismo en el que me lo presentaron como solomillo de cachela sobre cachelo con grelos. El sabor, junto con el punto de la carne elevaban el plato a la divinidad. Podría detallar mucho más, sobre el perfecto punto de sal, la preparación, etc ; pero aún faltan los postres.

Entre tanto me preparaban los postres, comenté mis impresiones a la camarera a la que posteriormente agradecí, entre otras cosas, la calidez del trato que me habían dispensado. Esto es lo que uno entiende por excelencia (excelente servicio, vajilla y menaje, producto, puntos magistrales....).
El primero de los postres, un sorbete de mandarina sobre chocolate y almendra. Observaréis en la foto que la preparación del "chocomendra" viene de algún extraño planeta, ¿nitrógeno, tal vez?. No lo se, pero estaba buenísimo. El sabor del sorbete de mandarina recordaba a la propia fruta con piel incorporada, lo que le daba un sutil toque de amargor y el chocolate y la almendra explotaban en la boca fusionándose con el sorbete sin llegar a empalagar en ningún momento.



Rematamos con un postre ligerísimo (si fuese de otro modo no hubiese podido ni probarlo), se trataba de una crema, no recuerdo con exactitud; pero creo que de arroz con leche con una textura similar a la nata de spray, sobre una escueta sopa de caramelo. Muy dulce, deliciosa.

El café, de nivel al igual que el menú; creo recordar que marca Illy con dos terrones de azúcar, uno blanco y otro moreno como yo; que soy las dos cosas. Para acompañar el café una trufa nitro y la invitación a un exquisito licor de mora. Tomen nota los demás.









Es el momento de comentar un hecho que puedo dejar pasar:

En la cuenta me percaté de que me habían cobrado de menos por el vino (unos 7- 8 euros), al confundir el reserva que había tomado, con un crianza. Tras comunicárselo a la encargada de sala, pasó a revisar la cuenta resolviendo que,al tratarse de un error de la casa, rehusaban cobrarme la diferencia, pese a mis insistencias.

En fin, no sólo me han ganado como cliente, sino que comprenderéis quienes leáis esto que me afane en transmitir mi experiencia en este pequeño templo gastronómico.

MENÚ 2009.....................60
LYNUS AUREA 2001.....35,5 - 7,5
CABREIROÁ 1,5l............2,5 + PAN + CAFÉ = 98,85 IVA INC.
Por cierto la misma anécdota con el vino me sucedió en un famoso restaurante pontevedrés y lejos de no cobrarme la diferencia, lo cual tampoco creo necesario, no me perdonaron ni el café. Con una factura que, en ese caso, rozó los 150 euros. Hay quien dice que Dios está en los detalles; juzguen ustedes mismos.

sábado, 22 de mayo de 2010

Nuevas camadas de Porco Celta en Agrícola Andarubel.

Ya lo anunciaban hace unos días en su web; los partos programados por Antonio Diaz Calvo (Chef del restaurante Andarubel y responsable de esta pequeña explotación) para estre mes de mayo están dando paso a nuevas camadas. Por ahora las camadas no han sido demasiado numerosas, a causa de tratarse de madres primerizas y no se utilizarán para cria por el mismo motivo.
No quisiera aleccionar (no me veo capacitado) sobre la importancia de que se perpetúen y se den a conocer este tipo de razas autóctonas del país gallego, (cerdo celta, vaca cachena vianesa...) pero si destacar el labor de este emprendedor que dice dedicarse a esto como "hobby" y sobre todo, mostrar algunas de las características de la raza y de lo que se intenta conseguir.

Para quienes duden de que en el Grupo Nove no se promocione en absoluto el producto gallego, yo probé el cerdo celta por primera vez dentro de su grupo de restaurantes. Eso si, para los que no lo utilicen, les rogaría que comenzasen a introducirlo en su menú y nos olvidamos un poquito del ibérico, que en piezas como el lomo no tiene nada que envidiar, más bien al contrario.

Ni que decir tiene que un buen sitio para disfrutar de estos bichos ya cocinados es el Andarubel, que incluso por su situación en las Fragas do Eume incita a disfrutar de esta ancestral raza.



En la siguiente foto podéis ver a Antonio y a su joven ayudante encargándose de que los recién llegados se alimenten de leche y yogur caseros. Casi me da envidia el lechoncito.



Una de las futuras madres, exhibiendo la genética que se trata de conseguir; pata fina (acercándose a la característica del ibérico) y oreja grande. Según el productor, la oreja ha de conseguirse todavía mayor.















Aquí podéis ver un par de imágenes de Osa que ya dio alguna camada de 16 lechones, no está mal. Creo que lleva casi cuatro años dando alegrías a muchos paladares. En cuanto a los partos; la cosa a veces se complica con madres agresivas por los dolores del propio parto; pero en el caso de Osa " é moi boa, case podería parir soa no sue cortello; por que na parideira non me colle". El tamaño ciertamente es impresionante (más si se ve de cerca), os contaré una curiosidad en relación a dicho tamaño; el cerdo celta posee una vértebra más que el cerdo común.


Osa:

De paseo, da ganas de adoptarlos como mascotas.




Vista trasera de dos cebos.


Mouro, el macho después de rebozarse en tierra; el lo que tienen los cerdos, que son unos cochinos.



Echar un vistazo en el apartado INICIO de la página del Andarubel y animaos a probarlo donde y cuando podáis.

sábado, 15 de mayo de 2010

Restaurante Pandemonium (Cambados)

En Cambados existen dos restaurantes pertenecientes al Grupo Nove. En Esta ocasión me animé con el Pandemonium tras observar en su web que disponían de un interesante menú degustación.
El local se encuentra en el centro de Cambados, próximo a su zona de vinos y pubs. El Pandemonium está ubicado en el bajo de un edificio con una parte, la de su entrada, dedicada a la degustación de vinos y pinchos con una pequeña barra y mesas altas con taburetes.
El comedor está iluminado con unas chocantes luces naranjas que enfatizan su linea decorativa. En el mismo nos encontramos un par de grandes mesas de pared con sendos sillones y otras seis mesas para cuatro pax repartidas por el resto del comedor, que carece de tipo de división alguno.
Al fondo, tras un alargado ventanal se observa parte de la actividad en la cocina, en la que creo haber contado unas cuatro personas incluyendo al chef, Antonio Botana.
Cumplí mi deseo de probar el menú degustación, pero hablaré antes de la carta de vinos, la cual no es muy extensa, bien estructurada, pero a mi juicio presenta alguna carencia, sobre todo teniendo en cuenta que el local funciona también como vinoteca.

De dicha carta me animé a probar, recomendado por un familiar que visitó sus bodegas, el Bagús (D.O. Ribera del Duero). No me entusiasmó al nivel de los 42 euros + iva que pagué por la botella. Hai que recoñecer que o menú tiraba máis por unha botella de branco e copa de tinto ó final.

El menú fue el siguiente:
El comienzo a cargo de unas "Xoubas con rexós" fue impecable. Un microplato con reminiscencias a los sabores de toda la vida llevados a la modernidad (sorprendente la crujiente textura de los rexones) en este impecable mar y montaña. De lo mejor del menú, pese a tratarse de un aperitivo.
El primer entrante fue un "Arroz Codium con Berberechos". Fantásticos berberechos; buen punto del arroz y las algas que daban el tono verde reforzando un plato que sabe a mar.
Buena ejecución, pero que no me entusiasmó. El plato no funcinaría en versión grande ni de casualidad; falta un fondo más concentrado para satisfacer mi gusto.
Segundo entrante; un "Lomo de Jurel con Fresas" (SIN FOTO) pedía ser acompañado por un espumoso. Otro plato de impresionante resultado con una combinación de ingredientes que comienza a ser recurrente en la nueva cocina. La textura del pez excelente, al igual que el conjunto del plato.
Continuamos con un divertimento; "Ovo con Patacas e Chourizo", plato megatradicional con diferente tratamiento. Las patatas y el chorizo se disponían a modo de manto sobre el que colocan un huevo cocido con unas escamas de Maldon y aceite, que conserva su forma a la perfección, pero que alberga una yema líquida en su interior.
Esa era la magia de un plato; el momento en el que al abrir el huevo, la yema se desparramaba alegremente por encima del resto de los ingredientes.
En comparación a la ejecución clásica incluso pierde, más por el acompañamiento que por el huevo. La patata pedía algo más de crunch y el chorizo mayor presencia.
Yo mismo, versioné el plato con más éxito en mi paladar. Eso si, el huevo no salió hasta el cuarto intento.
Tras el huevo, llegó la "Merluza con caviar de agar agar (creo) con caldo de ajo y pimentón".
Puntos correctos revisando de nuevo una preparación tradicional que para nada llegó a cuajar.
El caldo demasiado suelto (acuoso) para mi gusto desvanecía el escaso sabor del pescado que me resultó un pelín anodino.
Con la carne, momento que siempre aguardo con avidez, (soy de carnes , lo reconozco), sucedió la decepción. El plato, "Costilla de Ciervo sobre Lombarda con su propia reducción" me resultó anodino y con una combinación de sabores que no acabé de entender.


En el apartado dulce, dos postres muy ricos de los que cabe destacar las "Natillas Caramelizadas con helado de Galleta Chiquilin", con presentación en vaso bajo; increíble combinación de sabores que trasladan a la infancia. El helado de galleta Chiquilín sabía tal cual la galleta. ¡Buenísimo!
Tambien estaba muy bueno el "helado de Nata con Fresas asadas".

Para rematar la jugada un expresso y la invitación a un chupito de aguardiente de hiervas por parte de Antonio Botana, chef del restaurante, a los que todavía permanecíamos en la sala.

LA CUENTA:
Menú degustación 38
Bagús 42
Agua 2
Café 1,50 TOTAL: 78+ IVA= 83,50 Pleuros.
Por lo que se deduce de la cuenta, el pan va incluido en el menú. De todos modos la calidad del mismo esa noche tampoco era como para cobrarlo.
La propuesta de Antonio Botana en la que ofrece buenas preparaciones con un producto de calidad sin precios muy desorbitados (excepto en algún vino), es muy a tener en cuenta. Pero no puedo dejar pasar que, al menos por lo visto en esta ocasión, es mejorable. Me quedo con ganas de volver a probar; espero no tardar en visitarlo de nuevo.