domingo, 19 de agosto de 2012

Restaurante Laurel (Vilaboa).

En plena ría de Vigo, más concretamente, en el muelle de San Adrián, se encuentra Laurel; un restaurante flotante en el que oficia nuestra chef más emblemática (pese a quien pese, ninguna en mi opinión ha explotado a su nivel); Toñi Vicente.

Un lugar de interés telúrico por varios motivos; el primero su  entorno, que ofrece al visitante un paisaje de belleza única e incontestale y el segundo por que la historia del lugar se ha unido a la historia de sus nuevos ocupantes (...).
No andaba servidor muy errado en sus suposiciones, pues en una única visita pude presenciar como los fieles se acercaban a rendir tributo y devoción, a quien en el pasado había sido su santa gastronómica.



Nunca había puesto un pie en su antiguo templo santiagués y tenía esa especie de llamada desconcertante y cosquilleo latente, recordándome de vez en cuando; que tenía un deber pendiente. De poco sirvieron las recomendaciones contrarias a mi propósito, pues a cabezón no me gana nadie; así que ahora puedo narrar de primera mano y por derecho propio, lo que me he topado en Laurel.

Este es el local:

La citada cocinera se afana en advertir que este no es un restaurante "gastronómico"; pero está claro que, pese a ello; lucen buenas maneras.
Lógicamente el estilo es más informal; lo cual tiene sus ventajas y si no que se lo digan a los/as clientes que saltan de su embarcación en sandalias y se dan un pequeño -o gran- homenaje en su terraza exterior. Sin tener que buscar más; se enncontrarán con el ronroneo del mar a sus pies, acariciando sus oídos, o su pituitaria y unas vistas cautivadoras que no dejan de ser un regalo para la retina, de quien las contemple.

Yo comí en el interior; en un comedor que también dispone de buenas vistas desde prácticamente todas las mesas. Es un espacio claro, luminoso, holgado y en servicio de día, bastante vivo. Si hay una próxima vez; será de noche, por eso que es más fácil encontrarse a uno mismo en medio de un místico universo gastronómico (si la experiencia sucede; esta frase se explicará por si sóla en la pertinente crónica).

El servicio, cumplió con agrado, por lo que sólo me resta hablaros de cartas y menús.
La carta de vinos cumple con una buena selección de gallegos, sumada a otras D.O. nacionales, generalmente sin el habitual sobreprecio. Entonces, os preguntaréis ¿este... que bebió?
Y yo os contesto: Louis Roederer  (BRUT PREMIERE, el Cristal está vetado por falta de €).
Pues si un "champán". Por cierto, les hago saber que me jode tanto verlo escrito así, como oír punk en vez de pank; me parece una costumbre choniesnobista de lo más criticable -haciendo amigos...- .

En cuanto a los comestibles, hay muchos platos que llaman la atención del gourmet y que deben ser probados; recuerdo un Salmón marinado con helado de Queso de O Cebreiro y gelée de Tomate, un Rape braseado envuelto en Aceituna Negra... y algún que otro entrante interesante; pero yo me decanté por platos de otro tipo, sencillamente por que me apetecía, al igual que me había apetecido pedir un espumoso francés y no se puede decir que me haya arrepentido.
Cabe destacar que Laurel, dispone de un menú degustación POR ENCARGO. No recuerdo su precio; pero si recuerdo que me había resultado atractivo.

En fin; este es el aperitivo de la casa:
Gazpacho de fresas. Fresco comienzo y de temporada.
Esta ha sido mi media ración de croquetas; tan ricas por dentro, como vistosas por fuera.

Mi decena de zamburiñas, sublimadas por el champagne, las vistas, la tranquilidad y mi actitud serena.

Foie a la sartén sobre torrija de brioche. Mejor la torrija que los escalopes de foie; pero habrá tiempo a mejorar esto.

Y como no, hubo postre y fue sobresaliente:
Higos al Oporto con helado de vainilla.
Un par de cafés a los que fui amablemente invitado y una más que grata conversación con la chef, sirvieron para remate de esta velada.
Buen vino para acompañar unos platos suculentos, en un paraje paradisiaco, son algunos factores a sumar, para obtener una más que posible experiencia fastuosa.
Damas y caballeros:

                              laurel
                                                                                                                     TOÑI VICENTE