domingo, 29 de enero de 2012

PEDRO ROCA.

Menú Degustación en Pedro Roca. Sábado 28 de Enero del 2.012

La Tosta; El Pimiento, La Anchoa.

 Buey de La Ría en Salpicón, con Alcaparras Silvestres.

 Crema de Coliflor Zamburiñas y Trufas

 Navajas Cacheira y Grelos.
 
 Calamar de Anzuelo con "Angulas de Monte".


 Rubio braseado con Guiso de Berberechos y Fideos.
 

 Vaca del País Con Nabo Confitado, Foie y Puré Trufado.


 Requeixo da Capela, Mel e Noces.
 

 Tartita de Filloas y Castañas Caramelizada. 
 

Un Buen Café Expresso.  

 Detalles.

 -Vinos: 
Abel Mendoza Malvasía '05
Flor de Primavera '07 de Celler de Capçanes

Ahora os explicaré brevemente lo mucho que me ha hecho disfrutar; tengo una reserva para el próximo fin de semana. ¿Alguna pregunta?

martes, 24 de enero de 2012

A Parada das Bestas. Palas de Rei (Lugo)

Recién llegado de una cena en este hotel-restaurante ubicado en territorio lucense, en Pidre; una zona rural próxima al paso del río Ulla y al camino de Santiago -el francés, para más señas-; he leído en el caralibro una crónica sobre la reapertura de una parrillada, que me ha dejado seriamente conmocionado.
Dicha crónica -reseña, si se prefiere- ocupaba poco más de tres renglones, pero incluía información suficiente para que el tipo de clientela aficionado a ese tipo de locales, se acercase por el mismo.

¿Que a que viene esto?, pues a que este sencillo, natural e intrascendente hecho; me ha recordado lo limitado o ilustrado que es el punto de vista de cada uno, dependiendo de quien lo lea; sobre todo, de los que escribimos sobre nuestro pequeño universo gastronómico. Incluso me ha llevado a  pensar en las diferencias entre los escritos de los que se dedican a ello profesionalmente y los de quienes lo hacemos por pasar el rato compartiendo nuestras experiencias con el resto de posibles interesados.
Por lo general, los profesionales que menciono, parten de un mayor conocimiento, experiencia y por tanto mayor criterio, visión de mayor amplitud, pero; ¿son por tanto más fiables?. No a la fuerza; el hecho de poseer un base de cultura culinaria, gastronómica y mayor conocimiento de la restauración como negocio; en mucho casos es un poder al que le suceden mayores responsabilidades. Los críticos profesionales son individuos asalariados y ¡Ay amigo! en el trabajo la mayoría de personas, no tenemos más remedio que ser "otra persona".

Las presiones que recibirán a la hora de emitir sus juiciosas crónicas, no quiero ni pensarlas. Me imagino llamadas del responsable de tal o cual negocio, al teléfono particular del crítico; poniéndole a este los puntos sobre las "ies", por haber escrito tal o cual cosa.... Con lo subjetivo y arbitrario que es esto de ir comer a un restaurante -en el que para servidor, lo único cierto es que "se come todo"-; el profesional que será de pluma libre, dado que se sabe -o se cree- conocedor omnisciente de todo lo que sucede desde su llegada al restaurante; se sentirá acosado, violado en su intimidad y con la libertad de expresión que le otorga su criterio  de experto, cortada de raíz.
También es cierto que, el hostelero se pudo haber sentido igual de frustrado y atacado al leer la reseña que ese crític@ cagasietes le dedicó injustamente...

A que conclusión me lleva esto; pues a lo innecesario de las preocupaciones y obsesiones de los muchos que nos dedicamos a bloguear por la red. Innecesario e insignificante; así que, ¿debe eso cortar nuestras alas a la hora de ejercer nuestra afición? Pues yo creo que si se trabaja desde una base ética, todos podemos opinar con libertad y no nos debería preocupar lo que piensen el resto de los interesados, salvo que de verdad nos interese su criterio, claro.
Ahora que tengo más presente el descontrol que supone esto largar sobre mis vivencias y lo inútil que es tratar de tener a todo cristo satisfecho con lo que lee; paso a narrar mi última experiencia en un restaurante, bajo mi particular punto de vista. Quien no esté de acuerdo con él, es igualmente libre de hacérmelo saber; para eso está el apartado de comentarios, para juntar criterios, para animarnos a continuar jugando, o directamente, para dar por saco a servidor, por largar tamaños despropósitos. Al fin y al cabo, lo que no nos permite evolucionar, es creer que siempre tenemos la razón.
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A Parada das Bestas es un hotel -mejor conjunto de edificios- rural, situado en un paraje de enorme belleza. Se ven los Carballos -robles- que forman mi apellido paterno por doquier, prados cerrados con muros ancestrales, aire campestre, tranquilidad  y un compendio de factores que se suman para formar una auténtica belleza paisajística. Si, como ha sido mi caso, acudís a A Parada... por primera vez, sólo para disfrutar de su restaurante, la sensación será similar a la de acercarse a sus compañeros de grupo Casa Pendás, o ¿por que no? al Bulli (tengo una entrada pendiente sobre este último).
El hecho de tener que transitar una carretera plagada de curvas, que por momentos parece imposible que vaya a desembocar en un restaurante; añade el toque romanticismo que toda peregrinación gastronómica, por pequeña que sea, debería incluir.
No os preocupéis por los controles de alcoholemia a vuestro regreso. Si acaso os topáis con uno, basta con que les hagáis saber a los agentes de la ley; que estáis de vuelta de una comida en A Parada das Bestas. Lo más probable es que si dais positivo, os multen igual; pero sentirán envidia cochina, por que seguramente habréis comido como reyes.

Si el momento de adrenalínica felicidad, que supone la llegada a un restaurante, sucede  de noche, puede que, como a mi, os resulte extraño que el exterior del complejo  no esté lo suficientemente iluminado e incluso dudéis donde aparcar vuestro auto. Ese hecho me parece y perdóname Gastropontés; imperdonable.
En cuanto os plantéis ante al aparcamiento que se encuentra a pie de recepción, os parecerá imperdonable el hecho de que ser el único pringado que aparcó a más de 10 metros del restaurante.

El restaurante propiamente dicho, es un comedor carente de recepción. Tras  haber visto el espectacular entorno con su estupenda fachada y acceder al interior del comedor, no podrá menos que pareceros imperdonable la  mantelería más chillona jamás contemplada. A servidor le cuesta salirse del noble lino, o del limpio, agradable y favorecedor, blanco de los manteles planchados con esmero.
En el caso de A.P.D.B., me sugieren más un reconfortante desayuno, que una espectacular cena.
El caso es que cuanto más avanzaban las horas; más chirriante me parecían los manteles; en fin, imperdonable.

El servicio, es atento, pausado y amable, pero sin la indumentaria apropiada que uno se espera a la hora de que le acerquen por la mesa, grandes viandas y enormes caldos. Esto suma otro detalle imperdonable.

Las cartas son originales; con un agradable toque artesano, incluyen comida y bebida en un sólo libreto.
Disponen de más carne que pescado, siendo consecuentes con la zona interior que pisan; eso me gustó. Cierto que la lubina y sobre todo el bacalao al pilpil; me llamaron bastante la atención. Me llamaron la atención; pero no tanto como ese Rabo de Vaca Estofado que me pedí para el segundo.
De entrante escogí, por que me fío de mis lectores, la Torrada de Fígado de Parrulo, con Queixo de Arzúa e Crema de Cabaza Caramelizada.
Le comenté al camarero si podían hacerme medias raciones y su respuesta fue un imperdonable "no".
Siendo así y a sabiendas de que me iba a quedar sin probar unas Gambas con Touciño, que me llevaban el alma; ya había escogido.
La carta de vinos es corta; tampoco diría que escasa; pero lo cierto es que vi algunos vinos que no me gustaría tener en carta si el local fuese mío; aunque mira tu por donde, para una mesa se fueron dos de esos vinos... Ahora me interrumpo a mi mismo para aclarar eso de que me haya fijado en lo que acontecía en otra mesa, cuando yo siempre presumo de estar en mi burbuja y no asediar al resto de comensales con mi, mirada. Sencillamente sucedió; creo que pro una mezcla de un leve estado resaquil -pequeños brotes de ansiedad y descompensación entre cuerpo y mente- que cuando es "leve" incluso favorece ciertas experiencias, también ayudó que se encontrasen frente a mi campo de visión  y el propio ambiente del local -los manteles me impedían mirar mi propia mesa-, por echarle la culpa a algo externo. Vale, lo se; imperdonable, por mi parte...

Sigo con los vinos; ciertos sibaritas (yo jamás utilizo esta palabra de modo despectivo) no se sentirían del todo arropados por esa carta de vinos. Yo me las he apañado y tendría que pisar el restaurante unas 12 veces cambiando de vino, para que las posibilidades comenzasen a esfumarse. Entonces, ¿la carta de vinos bien?; pues el nombre del vino no se acompañaba de la añada, lo cual es, claramente, imperdonable.
Si hablamos de precios, yo pedí un Algueira Crianza, que resultó ser el PIZARRA y que lo cobran a 30€; o sea + o - 5€ más caro que  en tienda; imperdonable el no haberme llevado una caja entera.

Vamos pues con los comestibles:

No empezamos con un aperitivo de la casa como suele ser costumbre, lo cual me pareció imperdonable. Menos mal que el pan era de esos que no se topa uno todos los días y el hilo musical acompañaba.
También es cierto que un chupito de buen AOVE y una miqueta de sal a disposición del comensal, estaría bien. A nadie le amarga un dulce y a casi  nadie un salado...


Esta tosta es un compendio de sabor y contundencia. Perfecto el pan; rotundo el tremendo escalope de mi-cuit, con el lonchón de queso de un dedo de gordo y la crema de calabaza dulce, sabrosa... Un lote de proteínas e hidratos perjudiciales para mi dieta, pero beneficiosos para el júbilo de quién se lo manduque.
Me encantó, aunque encontré el queso demasiado frío. Si yo me la estuviese preparando en casa (con todo el tiempo del mundo; algo de lo que carecen en las cocinas profesionales); hubiese dado una breve pasada a ese lonchón por una plancha anti adherente.

Rabo de vaca estofado con salsa de queso del país, con ese aceite verde y ese jugazo responsables de que uno se haya puesto a mojar pan como si estuviese loco. Platazo, con saborazo y con un rabo de vaca sin deshuesar -imperdonable-; responsable de que me haya puesto a rechupetear los huesos mientras miraba de un modo socarrón al perro que veía tras el ventanal. 
No se quien de los dos, si el perro o yo, es más animal; pero estoy seguro de que comprendió que si de mis sobras dependiese su alimentación; pronto se le pondría tipo de galgo.
De los postres que el amable camarero me cantó -imperdonable-; me decanté por la tarta de chocolate caliente. Lo suyo habría sido solicitar un postre más ligero, ¡pero me hubiese perdido esto!.
Rico el helado de frambuesa; perfectos los frutos rojos, grandiosa la tarta chorreante de chocolate y perfecta combinación de todos los elementos. 
Este postre lo venden a 4,5 €. Imperdonable que no cobren el doble; sobre todo si nos ponemos en situación de la mayoría de sus competidores... 
Echaré de menos esta maravilla en sucesivas visitas a restaurantes. De eso estoy seguro.

En fin; todos los comestibles comentados, pan y agua inclusive, no llegaron a los 40 €. Hace unos cuatro o cinco años que conozco la existencia de este restaurante y sólo tengo una cosa clara; el que no me haya dejado caer por el mismo con anterioridad es  IMPERDONABLE.

Os dejo con un documental en el que unos aficionados y profesionales de la gastronomía; disfrutan de A Parada das Bestas.


Anda que no mejora la cosa con esos manteles blancos...

viernes, 20 de enero de 2012

A Gabeira y su bienhallado clasicismo. Balón (Ferrol). TOC, TOC...



Pues eso, como habréis supuesto el título de la entradita esta; he estado en A Gabeira y me he encontrado un "todo" -local, cocina, servicio....- con las buenas maneras que ofrecen los grandes clásicos. He de insistir en ese agrado; por encima de las molestas connotaciones que a veces implica eso de ser un "clásico".
Una cocina para quien apuesta por la solidez y la experiencia, sin estridencias, ni demasiados riesgos; pero sin el tufo rancio de la mayoría de los considerados como "clásicos", ni los espejismos de modernidad con los que otros tratan de encandilar al cliente.

Es por tanto, A Gabeira un restaurante de producto tratado con las técnicas actuales que favorecen al mismo. Aunque esto; por lo visto, es lo que a día de hoy dicen ofrecer en casi todos los restaurantes de alta cocina. Dicen, pero hay mucha trampa bajo ese lema de "renovada cocina de producto". Trampas que son el medio para ganarse los cuartos tirando por el camino fácil.

Veo cada vez más cartas de excesiva longitud, con escasa vocación de mercado, en las que se convierte al cliente en víctima de la regeneración de alimentos preparados dentro o fuera del restaurante y lo que es peor; veo que esto sucede en restaurantes incluidos en las principales guías, en los que la cuenta sube de 80 € per cápita, con una facilidad pasmosa.

Lo que me gusta de A Gabeira, es que siempre me he encontrado cocina de verdad; aunque esa cocina "de verdad", pueda ser un solomillo con pimientos y patatas. Está claro que otros platos de su carta entrañan  una dificultad infinitamente, mayor; pero el caso es que tanto unos como otros, servidor siempre los ha encontrado bien resueltos.
Verduritas salteadas con colas de langostinos y jamón de bellota, un portentoso canelón de faisán, o esa impresionante pechuga de pato con gloriosas guarniciones, caza de primera, pescados y mariscos  formidables y sus fastuosos postres; que no por los muchos que tienen en carta, me he topado con alguno malo.
La novedad, para este post; es que he disfrutado de un Menú Degustación que paso a comentar.
Tres tipos de pan a elegir; me quedé con los dos más contundentes.

El aperitivo de la casa ha sido una sopa de pescado y hortalizas bien ejecutada, supongo que con los recortes de pescados sobrantes y que sin ser una maravilla; funciona a modo de reconfortante bienvenida.







El primero de los entrantes; las colas de cigala rebozadas y fritas con patatas nuevas y judías.

Sencillamente, para darse al llanto. Este plato refleja e ilustra, lo que he intentado explicar en el encabezado del post, productazos llevados al éxtasis con elaboraciones sencillas; pero  con una cocina fina, sin fisuras.


El huevo preñado; es un huevo que juraría estaba cocinado a baja temperatura, rebozado, frito y con aceite de chorizo inyectado en su interior. Descansa sobre una crema suave de patata y me comería media docena a modo de entrante, sin despeinarme.


Brutal plato, que claramente viene de ese metahuevo con el que el maestro Marcelo, deslumbró al público hace años; pero que está de muerte.


El pulpo con verduras en tempura, reducción y mahonesa de soja.
Se ven por ahí muchos platos con pulpo a la brasa en los que el cefalópodo lleva en el restaurante desde antes de la entrada del €. Este no me ha parecido uno de esos ejemplos; el tentáculo estaba en su punto; jugosito, en contrapunto de la tempura y muy bien combinado con el resto de los ingredientes.


El pescado ha sido esta merluza con guiso de mejillones. No diré nada del punto del pescado; por que de sobras se observa que está mundial. Los mejillones ya no me convencieron tanto; pero el plato con unos guisantitos casi crudos y unas bolas de patata gloriosas, acompañado de un buen blanco; ha sido una bendición.


De todos modos; mientras lo zampaba añadí una nota mental: "Advertir a la hora de solicitar el próximo menú; que el apartado marino NO venga protagonizado por la manida merluza".










Como soy un caníbal; reiteré mi típica petición de tomar algo de foie antes de la carne. Amablemente, accedieron a ello y en la memoria de este cliente, se ha grabado a fuego la satisfacción.


 Para la carne tenían caza; me dieron a elegir entre perdiz o ciervo y me quedé con el segundo. La pinta no engaña; estaba de vicio. Eso si; aprovecho para devolver la comparación odiosa a su compañero de grupo.
Días atrás había disfrutado de un venado celestial y este ciervo quedó inevitablemente ensombrecido...
Aparte de su jugo, en la imagen se observan las siguientes guarniciones:
Granada, piñones, mostaza, compota de manzana asada y crema de castañas.


Uno, que estaba en plan pedigüeño, solicitó un poco de queso para beber otra copa de vino y luego llegó el cocktail de manzana verde. Bueno el cocktail y remarcable el mousse de chocolate con merengue y sorbete de mandarina. El helado sensacional;  ya he dicho que los postres en A Gabeira suelen cumplir con creces.




El precio de este menú -no incluye foie, queso, ni bodega- es de 57 €. Encontraréis algunos más baratos; pero no todos, merecen tanto la pena.
Toca hablar un poquito del vino y de la carta de vinos. Comienzo por la última, que como ya he dicho en anteriores ocasiones; es extensa y contenedora de caldos para satisfacer al más exigente -y al público no tan exigente...-. Eso si, me ha resultado demasiado caótica y doy fe, de que me he parado a repasarla de arriba abajo.

Vamos con mis elecciones:

Flore do Carme 2.006 de Adega Familiar Eladio Pereiro. Sin que sirva de precedente; traté de escoger un vino acorde con ciertos platos de pescado que incluía el menú. Conocía este blanco elaborado sólo con Alvariño, desde una memorable cena en Casa Pendás y, aunque pueda no parecerlo; al vino le había venido bien ese período de tiempo para consagrarse en mi paladar. Fresco, elegante y con un puntín ácido de lo más agradable.

Gorvia 2.007; un tinto de Monterrei a base de Mencía, producido por Quinta da Muradella. De nuevo me he topado con un vino que no estaba en condiciones óptimas de ser bebido. Muchos no estaréis de acuerdo; pero este vino que en su cosecha del 2.005, me tenía totalmente conquistado. Este 2.007, me ha fallado rotundamente . Aromas toscos, con tostados y vainilla excesivos y una boca algo decepcionante, mostrando el grado de  alcohol; mucho más bruto -abstringente incluso- de como lo recordaba. No digo que sea un mal vino; si no que, no es el vino  intenso, fresco y elegante que recordaba. Habrá que darle otra oportunidad, pero alejado de la mesa y mantel... ...por si acaso.

Y como esta ha sido una crónica clásica; os dejo con más clásica. Mi tocayo interpretando a Beethoven como sólo él sabe:



¿Que os parece?. Si os ha gustado A Gabeira, esta es su página web.

domingo, 15 de enero de 2012

Casa Solla, Poio. ToC, ToC...



He de confesar, que llamo a esta puerta menos de lo que me gustaría; por que lo cierto es que Casa Solla es un restaurante diseñado para vivir una gran experiencia gastronómica. El local no sólo agrada, si no que relaja y predispone al comensal; el servicio es sobrio, discreto -en el mejor de los sentidos-, la comida es fantástica*,  la bodega  ídem del lienzo, el fondo musical, está bien presente durante todo el servicio y luego...  ... luego está Solla.
En mis dos últimas visitas, fue el conductor capaz de lograr que un cliente como yo; que más que exigente, es raro de pelotas, se lo pase como un enano.

De la bodega me bebí una manzanilla de La Bota. Los de Equipo Navazos, se lo han currado y en esta ocasión, me ha caído algo de lo más exclusivo; THINK. Debo admitir, sin embargo, que no me llamó demasiado la atención. Terciopelo en boca, con muchas sutilezas; pero sin enjundia.
No podría decir lo mismo del Valltuille del '05, con el que acompañé la mayoría de los platos que veréis a continuación.

Platos escogidos de una carta que ofrece al cliente una total libertad y que cómo muchos sabréis; incluye la posibilidad de disfrutar un menú degustación largo a 69€ y otro más largo a 94€, con la recomendable posibilidad de varios maridajes, para el correcto ensamblaje entre la comida y los vinos.
El lector asiduo, sabrá que he defendido en varias ocasiones a los restaurantes que disponen únicamente de uno o varios menús degustación, en el caso de sean flexibles con los mismos y de que el hecho de disponer sólamente de los mismos, se refleje en el precio final. Continuo pensando igual, pero es cierto que nada sustituye a una carta clásica con sus menús aparte.

Bloody Mary, versión "gominola Termomix" y pan con aceite versión sólida.


Crema de calabaza con queixo do Cebreiro. Me encanta este queso, aunque se me antojó demasiado discreto.

Croqueta de jamón estilo Solla. Muy rica; con la bechamel demasiado ligera para mi gusto, pero muy rica y con buena dosis de unos exuberantes tacos de jamón, ocultos tras la misma.
Hasta aquí, todo por la patilla y aún habría que sumar unos fastuosos pettit fours. Detalles como estos, son responsables de que la experiencia, sea un continuo agradecimiento mutuo, entre la casa y el comensal.

Unas buenas cigalitas para comenzar. Suelo pedir marisco cuando se que luego  disfrutaré de platos cárnicos.
Reservo la comparación odiosa del post, para estos bichos; frescos, sabrosos y de carne turgente.

Que estaban realmente buenos, pero no tanto como estos con los que me deleité meses atrás, en A Gabeira. No atribuyo el mérito a un producto, ni a una cocina superior; sino a que ese toque de plancha que se observa en la imagen siguiente, eleva los bichos a otra dimensión. Cuestión de gustos, claro está.


 Media ración de steak tartar con tres mostazas y tres panes. Quedaos con la foto; estaba de llorar...
 

Venado con alcachofas y humus cítrico. Como vale más una imagen que mil palabras, os dejo una imagen ampliada...


 Resumo, por si acaso:

Algo de queso con sus dulces, para acabar el vino. Impresionante este queso; quien no lo haya probado, que no se lo pierda. Un compendio de sabor y gran acidez.
 

*-A excepción de ciertos experimentos que lejos de resultarme atractivos, me dejan la impresión, de que venden más ciertas chorradas, que la verdadera cocina. Hecho del cual, los restauradores son culpables sólo en parte; el público también tenemos nuestro dudoso mérito.-
No se me enfade nadie por el párrafo anterior; no quiero que se personifique lo de "hacer el chorras" en nadie en particular; pues el mercado de tendencias manda y las excepciones son pocas. Si os apetece, podéis culpar "al Ferrán"...

En fin, trataré de llenar la hucha para más entradas al espectáculo Solla y, tarde o temprano, volveré. Sin duda, este es un restaurante para las grandes ocasiones y como tal, lo recomiendo.

sábado, 14 de enero de 2012

Reconfortante y satisfactoria envidia...

...producida por ver el nuevo CasadeComestibles, reflejado en un post; que servidor no ha escrito. 

 SI PINCHÁIS AQUÍ, PODRÉIS LEERLO.

Deseo que los lectores, con o sin blog; obtengáis una sensación similar, cuando servidor publique el suyo...

domingo, 8 de enero de 2012

Restaurante Alborada en A Coruña. TOC, TOC...

Antes de nada una pequeña reflexión; ¿alguien se ha dado cuenta de que cada vez escribo sobre menos restaurantes nuevos? Pues bien, he estado en alguno que jamás había puesto un pie con anterioridad, pero creo que lo mejor que puedo hacer por ciertos negocios, es no contar mis experiencias en los mismos... ...de tal modo, me será más fácil, mantener esta casa, limpia y en orden. 
Seguiré contando mi verdad, por si alguien se puede valer de la misma y, en parte, ese es el significado de las fotos que encabezarán algunos de mis post. Un tipo con un cuchillo a la puerta de un restaurante, pero no cualquier restaurante; sólo casas amigas.



De nuevo me he dejado caer por este gran local, presa de un  gran apetito y con ansias de situarme en el ojo de huracán de las fortísimas corrientes gastronómicas que dispensa el panorama actual.

En sala me he topado con la solidez de la que muchos presumen, pero pocos pueden hacer gala. Perfecto servicio del vino, una buena atención; oficio al fin y al cabo. El caso es que he estado muy a gusto y he salido con ganas de repetir cuanto antes.

He disfrutado de un gran vino; el Auditori 2.007. Una garnacha especial, que nos llega del Montsant, que cumplió en lo sensitivo, con el añadido de provocar la sorpresa.
Cepas viejas, un suelo ideal y una elaboración respetuosa, han logrado que este cebollo que os escribe, lo haya pasado como un enano.
Por algún motivo, creí que en la elaboración de Auditori, habían intervenido Sara Pérez y René Barbier; pero me he informado y estaba errado. Supongo que el verlos tan cerca en la D.O. me llevó al ego...
Cruces de cables, aparte supongo que estaréis deseando saber con que platos disfruté durante esta nueva ocasión en uno de mis restaurantes favoritos.

Menú Gastronómico:

De los grandes menús degustación que ofrecen los restaurantes gallegos, este es uno de los que dentro de una envidiable RCP; hará disfrutar al comensal de un raudal de grandes productos y buena cocina. Con la batuta del chef, Luis Veira Añón; la cosa sonó tal que así:

Snacks


Marca de la casa, un raudal de divertimentos que piden ser acompañados de un buen vermut, o un vino de Jerez, como ha sido el caso. Una siempre cumplidora -resultona como mínimo- manzanilla de Fernando de Castilla.
Preparaciones como la sferificación de aceitunas, o un pinta labios helado; servidor ya ni las prueba, las nueces de macadamia rebozadas en tinta, las filopizzas, o los 3D'S rellenos de foie, ya resultan buenos comestibles y la tosta con mantequilla trufada, velo de panceta Joselito y aceto balsámico,bien valen un pequeño suspiro y un segundo con los ojos cerraditos.
Carpaccio de vieira con sorbete de lichis y una nube de macadamia  que no deja ver nada de lo anterior.

Normalmente ese plato, por lo que leído en la web del restaurante, incorpora como elemento principal gambón y erizos. En esta ocasión, me ha parecido una vieira pequeña con su coral, frente a un excesivo helado de lichis y una protuberante nube con algunos deshidratados, que supongo serían del propio bicho, por el punto marino que dejaban en boca.
Cuestión de gustos, me gustó, pero no remató de convencerme y fue, tras el pinta labios, una especie de inauguración de helados y granizados varios, que, uno tras otro, incorporó el menú. De nuevo cuestión de gustos, algunos de esos helados, no pintaban nada deseable y menos, a finales de diciembre.

La ostra a menos 20º con manzana y ácido, suma otro helado al menú; pero resta el sublime tacto de una ostra fresca. El pleno sabor a ostra era otra cosa, pero no comparto la filosofía del plato. Me acordé de otros platos con ostras que si han sido un festival en mi paladar; algunos ejecutados por quien en su día, fue maestro del chef.
Pisto con aire de parmesano y helado de parmesano.



Impresionante pisto, de esos que parecen haberse pasado días a un fuego más lento que servidor -que ya es decir- con el aire que daba volumen y alegría al plato, la fnísima rebanada de pan y, ejem, el juego frío/caliente que dispensaba el helado. Por si alguien no lo ha captado, el helado ha sido lo único que no me ha convencido de toda la preparación. El helado en si, es glorioso, pero no observo aportación alguna en que el ingrediente se incorpore al plato de ese modo. Con todo y con eso; un plato divino.

Nuestro guiso de guisantes sin guisar.

Un 10, rotundo de sabor y gelatinosidad -si es que tal término existe-. Quiero un barreño lleno de esto, para mi sólo.

La cigala que se comió al huevo.


Estupendo trampantojo; semejaba un huevo escalfado, pero la clara era la cigala y escondía una yema en su interior. Muy rico, aunque en carta había ojeado un plato a base de huevos rotos con cigalas, que seguramente, me resultase más satisfactorio.

Bombones de foie y pollo, con caldo de pollo.


Brutales y punto. Me vine arriba, por lo que era la hora de solicitar una bola extra; "algo con foie, antes de la carne". ¿Sería posible?

Los lomos de anchoa con granizado y caldo de manzana,


Muestran una conjunción de sabores, sorprendentemente bien hallada. Pero he aquí un problema; que los fantásticos lomos de anchoa entren en contacto con el granizado, se endurezcan y por tanto se desvirtúen. Creo que a todas luces es así.

Sargo con salsa de berberechos y arroz.


Uno de los puntales de menú; punto perfecto, con la piel planchadita, un buen puñado de berberechos y un conjunto delicioso. Ración contundente además.
¿Alguna pega?, ¿el grano de arroz demasiado abierto?; pecata minuta.

Vamos con esa "bola extra" solicitada; ese "algo con foie antes de la carne", que se materializó, convirtiéndose en el momento cumbre de la fiesta. 
Un pedazo de estupendo foie a la sartén con crema de patata trufada y caviar. B R U T A L.


Este hecho, diferencia a los buenos restaurantes de los grandes restaurantes y el Alborada lo es. Luis Veira y su equipo, trabajan para demostrarlo día a día y conmigo lo han conseguido. Discrepancias por el exceso de helados, aparte; esa es la sensación que siempre me ha transmitido el Alborada; la de haber disfrutado de un Gran Restaurante.

Cochinillo prensado y sus guarniciones. Con una presentación de lo más llamativa, he ahí un plato a base de buen producto; delicioso y contundente cochinillo, napado con su jugo. Un primor, no hay fisuras.


Este excelso prepostre a base de quesos con chocolate blanco inauguró un apartado dulce, por todo lo alto.

 

Nivelón que se mantubo con la bola de oro. Recomiendan zampársela entera, para que el relleno, que incorpora una crema de albaricoque, literalmente inunde el paladar.
Rematamos con un lacasito; una cremosa larpeirada que resulta de la siempre acertada combinación de chocolate y cacahuete.
El café, fabuloso, se acompañó de unos pettit fours caseros.















Este largo menú, se vende a 68 €; menús de similares características se están vendiendo en torno a 75€ y hasta 90€ dentro del mapa gallego. A la hora de celebrar algo, recomiendo apostar por la calidad. Alborada es un restaurante que vende dicha calidad a un precio contenido; snakcs + 10 platos salados + tres postres + pettit fours, con productazos como base y teniendo en cuenta el comportamiento en sala; una experiencia más que recomendable.
PARA SITUACIÓN, RESERVAS, CONTACTO Y DEMÁS INFO, ESTA ES SU PÁGINA WEB.