martes, 26 de julio de 2011

Restaurante MARUJA LIMÓN, Vigo.

O del inmenso placer de regresar a uno de mis templos predilectos.

Procuraré no escribir más de la cuenta, ya he contado en varias ocasiones lo que se cuece en este restaurante vigués. El caso es que no había puesto un pie en Maruja Limón desde poco antes de que le fuese concedida una merecida estrella Miguelín. No cambió prácticamente nadita; continua siendo uno de mis espacios favoritos en cuanto a su estética, un magnifico fondo musical inunda la sala, una de mis cocinas favoritas (no crecuerdo haber probado cinco que me gusten más) inunda las  mesas,  un buen servicio que ha sido reforzado en número de profesionales y una carta de vinos que, sin llegar al nivelón de Solla, O Gaiteiro, A Gabeira, O Retiro da Costiña, Galileo, Acio, etc, etc... cumple estupendamente, gracias a una selección de marcado estilo propio.

Rafa Centeno; siempre inunda de serenidad y amabilidad a este jurmet que os escribe -y que se sienta en su mesa, con enormes ansias de disfrute-, prestándose a cambiar algún plato del menú, o a modificar el mismo en número de platos. Servidor se ha dejado en manos de tan grato anfitrión en unas cuantas ocasiones y jamás se ha arrepentido. El menú sufre los cambios justos, pero es cierto que Rafa y su equipo, han creado auténticos bombazos que merecen estar en la carta de un modo perenne.

El menú degustación:

Las sardinas marinadas con brotes y encurtidos. Divertido aperitivo; muy fresco, utilizando un buen producto  y obrando sobre el mismo, una mínima transformación.


El tartar de ternera de Maruja Limón es de mis favoritos. En esta ocasión esta galeguizado, pues incorpora unas lascas de queso de Arzúa curado en sustitución de la nube de Parmesano de menús anteriores. Me parecen los quesos de la D.O. Arzúa Ulloa, un producto fantástico; el queso del país que  elaboran utilizando leche cruda en Campo Capela (por poner un ejemplo), me parece todavía superior; pero el parmesano sentaba mejor al plato y punto pelota.

El huevo a baja temperatura con hongos y vinagreta de trufa, es un raudal sabores rotundos y texturas delicadas. Delicioso.
La Vieira con pil pil de fruta de la pasión y tocino confitado, se puede ver en entradas anteriores. Este es uno de esos platos que por muchas veces que lo haya paladeado, no me atrevo a desechar  del menú. En mi opinión NADIE ha sublimado tanto, uno de mis productos fetiche; la vieira, como lo ha hecho el chef Centeno en este rotundo mar y montaña. Un plato de enorme limpieza, donde todos los elementos se presentan exultantes y brillan tanto individualmente, como en conjunto.
Esta claro que esta es una opinión del todo arbitraria; de hecho he zampado auténticas bestialidades, como la vieira con mollejas de cordero, sésamo, champiñón y caldo de pichón del maestro Jordán, que también me ha cocinado el bivalvo protagonista con patatas, guisantes y berberechos, o la ensalada de vieira con cuscus. En mi escala, seguiría a esta maravilla la vieira con salsa de cebolla caramelizada de Culler de Pau. Así mismo, también cabría mencionar la vieira sobre crema de patata y vinagreta de aceto balsámico del Roberto, o la de O Retiro da Costiña que incorpora un rastro de tomate raf, crujiente de Edan, jamón...ambas memorables.

Aparte de las sardinas, que cambié por otro plato que no recuerdo, el siguiente plato lo cambié por un bonito que seguramente fuese la creme de la creme. El caso es que instintivamente escogí el bacalao en su lugar y el resultado fue este que se observa a continuación:

BOOOM, el mejor pedazo de bacalao que zampé en mi vida; desbancando a uno impresionante de Culler de Pau.Yo, que no soy un adicto al pez momia este, he tenido el momento más álgido del menú, mientras hacía desaparecer del plato tan divino taco; ni la piel dejé, ni los sabrosos pimientos, ni na de na.

Mollejas de vaca glaseadas con uvas y crema de San Simón. Otro bombazo histórico nuclear.

Café, helado, crujiente de cacao. Intenso, refrescante y metadónico calmando las ansias de disfrutar de un buen expresso. No por las prisas, ni por evitar los dulces; si no por que tras un menú de tal contundencia, una buena  dosis de cafeína, me suele dar alivio. 

Este postre a base de manzana asada, galleta y helado de vainilla es, es, es... me comería un balde lleno hasta arriba (si no dos).


No ha faltado la sana costumbre que atesora esta casa y el café, al que fui invitado, se acompañó de unos pettit fours.


Hasta la vista Marujita, te estaré echando de menos hasta que nos volvamos a ver.