lunes, 9 de abril de 2012

O camiño do inglés. Ferrol.

Llevaba tiempo queriendo escribir sobre este local. De su propuesta personal, única y valiente; de su auténtica vocación y devoción por el mercado y de los motivos por los cuales muchos no habéis oído hablar del mismo.

Comenzamos con las presentaciones; Eva, Dani -disculpen las confianzas- y equipo. O sea, otra pareja de profesionales comestibles, que pilotan una nave gastronómica amparados en una energía desbordante y un currículum envidiable, que despistaría a cualquiera, de su juventud. 
Fue de boca de Sonia (casa Pendás), de quien oí hablar de ellos por primera vez. Me dijo algo así como "Dani, el cocinero, estuvo un año con nosotros, otro con Marcelo, luego se escapó para Francia, volvió para Marcelo y también trabajó con..." . Vale, vale, convencido; había que probarlo.

En mi primer contacto con Dani; este me explicó sin darse importancia, como funcionaba su negocio. Dicho funcionamiento se basa en que esto es su carta:


El mercado manda y una carta de vinos adecuada a todos los gustos y bolsillos, acompaña. 
El local, dice poco de lo que allí se cuece y parte del menaje, es más típico de un mesón que de un negocio que se pueda enmarcar en términos como modernillos cool-que-lo-flipas del tipo "gastrobar". Esto no quiere decir, que no dispongan de grandes comestibles y buenos vinos para acompañarlos; que para si quisieran muchos de esos restaurantes en los que la cuenta triplicaría el valor de la que hemos abonado. 

Me estoy yendo un poco por las ramas; para explicar lo feliz que me hace ver un negocio, que luce decencia y se dedica a dar grandes platos y buena atención a su clientela; sin acuñar chorraditas del tipo 2.0 y andar de feriantes por los congresos gastronómicos. 
Lo siento señores, pero hay propuestas que no hacen, si no castigar estómagos y bolsillos; gracias a campañas de marketing, amparadas en el beneplácito de los gastrogurús del país. 

Obviaré mi primera experiencia -ni mucho menos por mala-  y pasaré a contar esta última que he compartido con unos acompañantes de lujo. Éramos cuatro Larpeiros, ocupando la mesa del chef en uno  de los días del año con mayor afluencia de público. Entramos a cenar a las 23:30 y casi que me guardo la hora de partida...  ...pero es cierto que las horas pasan volando, cuando se disfruta en buena compañía. 
El muy gallito del cocinero, se había atrevido a ofrecernos -¡a esas horas!- un menú degustación improvisado y, como no, aceptamos.
Advierto que presa de ese pecado capital conocido por el nombre de "Envidia", producido por un arroz que tomé estos días; juzgaré este menú como si me hubiese sentado en un tres estrellas con manteles de papel. 
Para eso tengo un blog; para decir lo que me sale de los cojones, según tenga el día, sin necesidad de documentarme, ni contrastar... ...como si redactase para el ABC.
Creo que lo mejor que puedo hacer a estas alturas, es escribir como me gustaría que lo hiciesen para mi mismo; así que ahí va:

En barra comenzamos con un Val de Sil y lo que nos pareció una crema de caldo gallego. No estaba mal, afuera hacía frío y me apetecía más que un helado de lichis con sferificasión de arenque; que los que nos hubiesen servido en el gastro-enxebre-in-the-night, de turno.

El vino cumplió, aunque sin maravillar a la concurrencia.

Espárrago fresco cocido con brandada "á galega". Llevaba una pasa sin rehidratar ni nada, cosa que yo no haría jamás; pues patinaba de lo lindo. Lo demás perfecto, no se comen espárragos como estos, a diario.


Ensalada de Xurelo marinado con algas y semillas de sésamo.  Vamos a compararlo con el último Jurel que yo me curré.

Mi jurel (fresas tomate requesón cítricos):
Menestra de verduras con aceite de chorizo. En canal cocina dirían "Es una pena que no podáis olerlo". 
Para servidor el espárrago estaba a 47 segundos de cocción de lo que sería su punto perfecto. Por lo demás, no me queda otra que admitir que estaba espectacular.


Tosta con terrina de foie, membrillo y requesón. Sorprendente, pero en cocina sólo tienen que tostar el pan y montar el plato; por lo que me recordó al steak tartare del El Celler de Can Roca.


Me tocó elegir vino y solicité el Salia, de Finca Sandoval.  No lo había probado y no me arrepentí; es un vino diferente y agradable.
Pasta fresca casera, con huevo a baja temp. y espuma de morcilla. Muy bien, muy bien... los 47  segundos que le faltaron al espárrago, le sobrraron a esta pasta. Perfecto por lo demás.


Arroz con chocos, albóndigas, zamburiñas y alita de pollo


No es necesario que nadie lea lo siguiente; es el Padre Nuestro escrito al revés:
Hasta aquí estábamos zampando de vicio, pero con el dichoso arroz, casi tengo que ir al baño, por vergüenza de que me viesen llorar. No me explico como he podido tomar tal brutalidad, así... sin avisar. Sólo recuerdo haber tomado un arroz dentro de un menú degustación, que pueda compararse con este que se observa en la imagen. El caso es que, para quien no lo sepa y pese a que se que se puede echar mano de alguna artimaña, para no comenzar el plato de 0; el conjunto total, con los diferentes elementos que lo componen, cocinados a la perfección, sólo puede salir de manos de un fiera. 
Con "diferentes elementos", no me refiero sólo al choco y al arroz; meter guisantes en concurso, complica la preparación y la reluciente zamburiña, ya ni so cuento. Esto no es un mar y montaña, es un mar y montaña rusa, salvaje. Mientras lo zampaba sin poder disimular lo que me estaba ,gustando, no dejaba de mirar tras el pase de reojo, a ver si, con suerte, le caía al cocinero una pota de agua hirbiendo por encima. 
¿Habéis visto The Mexican?. Si fuese armado, encarnaría encantado, al personaje de Johnny Depp -mataba a los chef que cocinaban"demasiado bien"-  

Lomo de cabra sin espinas, con calçots y salsa romesco.  Perfecto. El lomo de pescado se rebozó en harina de garbanzos y yo me rebozaba en mi nula auto estima, al tiempo que los platos salían sin un minuto de demora, calentitos  y prontos para su disfrute.

 Ajoblanco y mahonesa de hierbas.

 A alguien de la mesa, se le fue la olla por la emoción que le provocó "nosequehistoria" y pidió champagne; Bollinger, para más señas.

Lomo de ternera cocido con xenos y ajada. Los xenos no estaban perfectos -puede que algo de sobrecocción-. De la carne no hablo, por que tendría que volver a escribir otro Padre Nuestro...


Ensalada de frutas.  Buen corte de las frutas; además, necesitábamos algo fresco...
También disfrutamos de un par de postres al centro de la mesa. Recuerdo con especial entusiasmo, un vaso de tarta de la abuela -o algo así-. Crema montada con nata, chocolate... todo muy adelgazante.  


A estos dos, nos los jamamos a modo de pettit fours. Al cocinero le saqué el rostro borroso aposta; por que es más feo que el demonio.*


*Aunque cocine "quenindiós".

P.D: Ir a O Camiño do Inglés, no opongáis resistencia a eso que sentís. 
        Se llama "PIZARRA'S ATRACTION"