miércoles, 22 de septiembre de 2010

Restaurante CASA DE COMESTIBLES (A Coruña)


Este post, al igual que la mayoría de los publicados, vienen de un diario, que un año atrás, todavía escribía para poder rememorar mis pantagruélicas sesiones en el futuro, Se que parece friki la cosa y para que engañarnos, lo es. En parte este blog se inició, por el simple y llano pensamiento que a uno mismo sofocaba; "Dani, eres todavía mas freack, que esos que se dedican a largar por el interné".
La intención de este encabezado es el que se palpe mis incautas, aunque, a mi modo de ver, bastante acertadas impresiones de aquel entonces. El diario físico aún existe con el título de "Críticas & recetas '09 - '10". A día de hoy, se bastante más sobre este maravilloso restaurante, pero prefiero dejar la cosa tal y como estaba.
Debo aclarar además que me decidí a efectuar la reserva tras haber leído un artículo en La Voz y , sabía que se trataba de un local de reciente apertura. Yo creí que "reciente" significaba un par de meses, pero no tardé en enterarme de que tan sólo llevaban tres o cuatro días funcionando.
Recuerdo que se me quedó la boca abierta , cuando lo supe.


Me parece este restaurante una muestra de total excelencia; regentado por José maría Jordan, chef y Esther, camarera. Siendo estos dos el único personal del que dispone el negocio. Puede que
suene extraño; pero si tan poco personal puede lograr un servicio óptimo, es gracias a que el local sólo dispone de 5 mesas y esta concebido para un máximo de 16 comensales.

Podéis leer sobre el bagaje del chef y cía en el blog del restaurante, en el que, en artículos recientes explican por encima, su basta trayectoria. El mencionado blog es a día de hoy, para un servidor, lectura de cabecera. Existe una pequeña o gran lección en cada artículo. Recomiendo encarecidamente que os paséis.


Al efectuar la reserva, pregunté si sería posible conocer el local con un menú degustación; el chef me propuso un menú sorpresa. Dicha sorpresa no pudo haber sido más grata.
Comienza la avalancha de comestibles, con un exquisito aperitivo en forma de mejillón sobre brotes de trigo tiernos con salsa de escabeche. Gran bivalvo en tamaño y calidad, en esplendorosa presentación (ojo, sin artificios inútiles), perfecto de sabor y temperatura.


Continuamos con unos tacos de pescado (abadejo, creo) marinado, con rodaja de tomate y alcaparra. Plato emocionante, entre mis dos preferidos de toda la noche.

A estas alturas, ya no dudaba de la virtuosa acción del cocinero sobre el producto. El marinado suave, convertía cada pieza de pescado en la más lujosa de las golosinas y la combinación de ingredientes reforzaba el producto principal.




Es la hora de un plato de gran abundancia, que logró hacer evolucionar el menú a la perfección;
la lubina con aceite de remolacha, guarnecida con espárrago verde y coliflor. Recuerdo haber probado UNA lubina que me gustó más. Repito UNA.



Sigue la gastroparty con marisco; bogavante con salsa estilo marmitako. El bicho se presentaba con su lomo bien peladito y se le añadía un caldo con toda su esencia ante el comensal.
Detalles cuidados, producto de primera, cocción en su punto... ...¿que más se puede pedir?

No siendo que os apetezca ver un
plato toscamente rebañado, mejor
no mostraré ninguna imagen.

La carne cumplió altas espectativas; tacos de venado con seta y castaña. Venado y demás caza se encuentran entre mis carnes predilectas, si el corte se cocina en un punto perfecto y se guarnece de ingredientes finos, llevan el plato a un rango superior a la mayoría de los del mismo tipo.

La desnudez de los elementos que forman los platos muestran la medida ideal para no precisar de accesorios innecesarios. Algunos llaman a esto, cocina suicida. Me parece una cocina emocionante al fin y al cabo, pese a que me puedan tachar de cursi.

La hora de los dulces se inaugura con un postre multitextura; crema, brownie, helado, creo recordar que de vainilla y frambuesa.

Para los cafés, un par de bombones de chocolate blanco y negro a modo de pettit fours.

Todas esta delicias fueron degustadas en un espacio con atemporal decoración, que por una parte recuerda a un salón de té, mostrando un tono afrancesado y que se combina a la perfección con elementos actuales, en aseos, en la cocina, parcialmente a la vista y con un fondo musical espectacular.
En lo tocante al servicio, me sentí bien atendido y aconsejado por Esther, quien me indicó que un R.D.R del '07, D.O. Ribera del Duero, sería acertado. La verdad que es un tinto sin demasiada madera, con múltiples matices y cierto frescor y ligereza que acompañaron el menú sin problema.
La carta de vinos mostraba gran cantidad de referencias totalmente desconocidas para mi, se me antojó sin embargo seleccionada con audacia, huyendo del "corta- pega" de la mayoría. Por último, el pan merece mención especial, además la fina mantequilla de pimentón con la que, en esta ocasión, se pudo untar.
Me veo moralmete obligado a incluir una fe de erratas a esta entrada:
  • En primer lugar se me olvidó comentar que el tomate que acompañaba al abadejo es un tomate secado al horno con diferetes aromáticas y conservado en aceite de arbequina. Además el pescado no se había marinado, si no que había sido sometido a un largo proceso de curación; que seguramente fue lo que lo llevó a la divinidad.
  • La salsa estilo marmitako del bogabante es una ida de olla (de campeonato) por mi parte. Realmente estamos ante una caldereta renovada. Por lo demás todo correcto.
  • ¡Me salté el primer postre!, de nombre Doble pasión; un falso membrillo de fruta de la pasión con sorbete de pasión. Sin duda, un postre ultraapasionado :) que ha vuelto recientemente a la carta de CDC.
  • En el último postre, el brownie era en realidad un minicake de coco pistacho, con azúcar muscovado y el helado de Haba Tonka (en la entrada del Sant Pau, podréis ver un enlace, sobre este producto).
Últimamente he adquirido la sana costumbre de tomar notas, para que este tipo de cosas no me sucedan; pero sigo siendo una feliz víctima del hedonismo, no se vayan a pensar...