miércoles, 24 de julio de 2013

Casa Solla

Es cierto que lo que me hizo caer en Casa Solla en esta ocasión, fue el hecho de que su compañero de grupo, el Culler de Pau, estaba cerrado y que, debido a mi agenda para esa tarde; necesitaba comer por los alrededores. También es cierto que me pude haber zampado un bocata y no lo es menos, que no tengo arreglo.

El local está igual que siempre, aunque el hecho de visitarlo de día permite echar un vistazo a los exteriores y preguntarse si disponen de duendecillos limpiando una por una las hojas de los árboles del jardín.  Imaginaos la escena, yo sentado en mi mesa, sin asimilar del todo mis propios actos, a punto de darme una comilona de campeonato. 

No me atrajeron para nada los menús propuestos, así que aproveché que disponen de una carta clásica para solicitar los platos que más me apetecieron.
En ese límpido y caluroso día de verano, estaba prácticamente seguro de que bebería la que para mi es la bebida oficial del verano; un espumoso. Me quedé en España, dentro de la D.O. Cava, pese a que disponían de algún que otro champagne a buen precio, seleccionando un Elizabet '05 de Raventós i Blanc. Me encanta este cava, cremoso, con una burbuja bien integrada, aromas envolventes y un sabor de cierta complejidad y elegancia. No tanto como para olvidarme de los Recaredo o el reserva de HUGGET, que tantas alegrías me dispensan y que no se hallaban en carta, pero si me gusta.
¿Y cual es el plato que más me gusta maridar con un espumoso?, pues posiblemente un steak tartare. En Solla tienen uno muy bueno con tres mostazas y tres panes. Lo disfruté gustoso tras unos cuantos aperitivos. 


En el caso de los principales, viendo que no cabía posibilidad de reducir gran cosa el total de la factura, escogí un bogavante con tartar de sus pinzas, una especie de puré de apionabo con panceta ibérica, jugo de rúcula y un fondo gelificado diríase que no a base de reducción o evaporación que no me dijo gran cosa. El bicho, no obstante, se reveló como uno de los bogavantes más sabrosos que zampé jamás. 


Una rueda de quesos con sus dulces antes del postre. No, no puedo resistirme al queso; es superior a mi. Ligera ración, eso si; como observareis.


De postre cerezas con crema de hierbaluísa y muesly -desayunando...-. Fino, elegante, sabroso y de temporada. 

Me lo comí, eso si, aguardando que la selección de chocolates que recordaba de anteriores ocasiones, todavía aguardase en el momento de los cafés, lo cual sucedió.


En fin, gran comida a fin de cuentas y con la habitual hospitalidad de Solla y los suyos.