viernes, 29 de enero de 2010

Restaurante Olivo (Pontecesures)

Día 30 de diciembre del '09; comienzo mis vacaciones a lo grande. Después de una temporada trabajando en el sur y tras haber pasado por Pontecesures en múltiples ocasiones, me dispuse a aventurarme a un restaurante que estando a pie de carretera me había llamado mucho la atención por su estética. Tras haber curioseado en su web, vi como mis espectativas hacia el restaurante Olivo se multiplicaban.
El local del chef J. Luis Baleirón es ciertamente espectacular, con un diseño muy actual, alberga dos comedores con diferentes toques estilísticos. Desde ambos las vistas son una grata sorpresa no anunciada, pues como ya he dicho el local está a pie de carretera.

He de decir que esa noche, si exceptuó al chef y al servicio cené sólo, no sólo en mesa, si no que en todo el local.

Una señora me recibió y me atendió amable sin poder disimular ella el misterio que le suponía mi visita. Quitando esto y tras haber pedido el "Menú Degustación en Navidades", me hechó un cable a la hora de elegir el vino muy de agradecer. Sin salir de mi querida Ribera del Duero (emplazo a quien lea esto a que me de ideas sobre mis prácticamente olvidados vinos gallegos) me ofreció un Malleoulos, al cual no dije que no y tampoco me arrepentí. Del mismo sólo diré que sin estar entre mis cinco y probablemente diez favoritos; no creo que exista ningún a aficionado a beber vino al que le disguste pues no peca de excesivo en ningún aspecto. Que por el precio se encuentren muchos mejores o que gusten más ya es otra cosa.

Mientras esperaba el menú escuchaba en el hilo musical un nefasto programa sobre actuaciones de orquestas con carteles de verbenas y llamadas de oyentes para llevarse una camiseta de la Panorama o anunciar las fiestas de su parroquia. Esto no cambió en toda la velada.
No concibo esto en un local al que se le supone cierta categoría, repito; NO LO CONCIBO.

A parte de este fallo de ambientación, el menú se sirvió en un ritmo impecable. Comenzamos con un aperitivo de la casa que incluia: un rico hojaldre al curri, unas buenísimas olivas con tomate en conserva y una "regulera" tortilla con pulpo.
El primero de los entrantes fue un medallón de vieira en crujiente de katafi con rúcula y boletus. Esto ya son palabras mayores, plato para disfrutar incluso al recordarlo. Buen producto y buenísima conjunción de sabores.

Continuamos con unos un cornetto de berberechos y setas. Este plato estaba al nivel del anterior con la pega de que los berberechos estaban algo pasados. De todos modos, ambos encarnan el tipo de cocina que me hace disfrutar.

Continuamos con un lomo de lubina sobre crujiente con almejas y salsa de azafrán; bien de punto, bien en cuanto a la presentación (aunque no tan vistosa como los dos anteriores) y perfecto de cantidad. Muy bien por tanto.

Era el momento de descansar y alegrar el estómago con el sorbete casero de pomelo rojo con vodka. Suena bien y estaba bueno.
El último plato antes del postre; medallones de solomillo de buey "rossini" con foie. Esperaba que este plato fuese el gran momento de la noche, pues soy gran amante de la carne de buey tanto como de un buen foie, pero aún estando bueno no llegó a emocionarme aunque si disfruté del vino como un enano.


Por último el postre; una tartita de chocolate en dos texturas.; que resultó ser un coulan con algo de granada. Muy bien de punto, pero debería acompañarse con una bola de helado o algo por el estilo y más teniendo en cuenta que era el único postre que incluía el menú.
Acompañé el postre de un riquísimo Porto vintage de 12 años.



- LA CUENTA:
  • Agua Mondariz.......3,80 (injustificada exageración de precio)
  • Malleoulos...............44,50
  • Menú Degustación..54,50
  • Pan.............................1,35 (aunque no lo hubiesen cobrado, no pasaba nada)
  • Porto Especial..........8
  • Café............................1,20(sin comentarios)
    Hendrik's- Tonic......9,50
Mi valoración del conjunto de este menú es buena pero hay que tener en cuenta los siguientes datos:
He de decir que los platos fueron bien anotados por el servicio y que el servicio del vino fue correcto obviando mi tan odiado accesorio antigoteo.
Hacia el final del menú el cocinero se acercó a mi mesa para interesarse por mi satisfacción. Este siempre es un gesto de agradecer y en esta ocasión no hubo excepción, pue Luis resutó tan agradable como breve.
Además las cartas son muy completas y sirven menú degustación a partir de dos personas, con lo cual en una mesa de seis (p. ej.) con otro de acuerdo ya lo servirían sin problema.
Fuera de esto el precio del agua es injustificable y el menú a casi 55 euros bien podría incluir el pan.
El gin tonic (con la tónica Sweppes de toda la vida) y con rodaja de limón en vez de una más apropiada monda se hace dos o tres euros caros.
Que me cobren el café, servido con un sobre de azúcar blanco, después de haberme cobrado el Porto, pues...
La falta de detalles es más que evidente y sobran sitios donde, por esos precios, no existen estas carencias.