domingo, 13 de marzo de 2011

El Corral del Indiano, Arriondas (Mon amour)

No intentaré -tampoco en esta ocasión- que la mesura acerque esta crónica a la sobriedad; de hecho comienzo a escribirla con los Electric Masada de John Zorn, sonando de fondo (podréis ver un pequeño extracto al finalizar el artículo).
El caso es que, tras salir por segunda vez de este RESTAURANTE, me inclino por pensar que no podré contarlo, si no utilizando una visceral eyaculación de palabras; con lo que al lector no le vendría mal tener una palangana de manzanilla fría; para aclarar la mirada tras la inmersión en esta charca de fluidos y visceras de orgánica procedencia.

Lunes noche 22:10; hora ideal para que, nada más poner un pie en el maravilloso hall del Corral, la camarera me reciba y me acompañe a indicarme cual es mi mesa, en la que me acoplo a la perfección sin saber como es que ya me encuentro sentado, libre de mi abrigo y sonrriendo con gesto bobalicón. ¿Tiene esto alguna importancia?; puede que no mucha, pero a veces anticipa algo de lo que depara la velada, antes siquiera de tener las cartas en la mano.
La maldición DANINLAND se cumple de nuevo y el local no tiene ninguna otra mesa ocupada, pero Jose Antonio Campoviejo aparece para saludarme y para recordarme que estoy sólo, pero estoy en casa.  Bella filosofía que otros llevan por bandera, pero que yo no he sabido captar en mi persona; en cambio aquí si me siento arropado, el una acogedora burbuja que me protege de mi agorafobia.


El chef propuso menú degustación y servidor se dispuso a su disfrute. El maestro manda, así que sin más dilación:

La misma degustación de sales, panes y aceites de la visita anterior, comenzó a adornar una mesa ya de antemano vestida con gusto. Mantel, vajilla, cubertería y copas de primera, acompañan a la perfección. También el fondo musical cumple, ¿fallarán los platos?

Comenzamos en mayúsculas gracias a esta xarda con fresas, chutney de cebolla, fresas asadas, sobre manzana texturizada; que es una suerte de geelé que arropa el plato con su toque de acidez y frescura, muy en contrapunto con el chutney y más que acorde con la fresa asada en el punto perfecto y la fantástica xarda.   Hablamos de un plato que no debéis aguardar encontrar en otro menú, pues lo más probable es que este se torne en decepción; un plato que de sobresaliente asciende a sublime, entre otras cosas por las pequeñas gotas del potente aceite de vainilla que apreciaréis en la imagen.

Anchoa y queso de cabra afinado en ceniza, si en la anterior ocasión no me resultó un plato conquistador, en esta me dejó flipado. La anchoa era mejor, el puré de pimiento le daba mucha más vida y la crema de queso, en fin ¡que queso!

Hasta aquí, acompañé el menú de un amontillado de LA BOTA "la bota no"; que es la creme de la creme de los amontillados; menos fresco, más profundo, super redondo, exquisito y para pocas ocasiones, dado su elevado precio - que no to van ser flores y pompas-.

Acelga ligada con pan y aceite, gel de verduras liofilizadas. De sutiles sabores y suaves texturas; creo que se podría definir el plato  como una JoseAntoniada por la extraña magia que el cocinero obra sobre ingredientes familiares en presentaciones galácticas.

La ternera eco atunizada en un Remake de Vitello-tonatto, se halla en mejor posición en el menú; pues tomando estos impresionantes tacos de carne sobre crema de alcaparras, no pude dejar de alucinar ni un momento. De indescriptible textura, el plato tendréis que ir a probarlo in situ. A mi se me antojó como el steak tartare del siglo XXI;  incongruente por ser un steack tartare de cuchillo y tenedor, pero genial a todas luces.

Interiores de pitu, ostra y papada ibérica; en grata compañía de unas almendras tostadas. ¿Que decir?; tanto orgasmo sonará a fingido; pero si el chef me dijo en tono socarrón que este es "un plato para pensar"; he de sentenciar que desde luego lo es para emocionarse, por la conjunción y profundidad de sus sabores. ¿Me habría pillado a contrapié en la anterior ocasión?
Resumo el párrafo; emocionante, orgásmico.


Menestra de cardo, pencas, alcachofas y almendras, liderada por unas imponentes láminas de trufa y una yema al punto. Impresionante sabor, la textura ya no me agradó tanto; quizás demasiado cocinado. Un 9 sobre 10 en la escala de MI gusto.


Tortilla cremosa de trufa an whisky; ¿voy a flipar a estas alturas con una omelette gabacha?, pues si la verdad, más si se acompaña de ese fondo de gusto que me resultó azafranado. ¡Ojo! juraría que llevaba azafrán, pero en su día también hubiese jurado que la gelatina de vermouth rojo con la que Pepe Vieira escoltó uno de sus platos era de canela...



La versión moderna del pote; se queda con lo mejor de la tradición, sublimado por un cocinado contemporaneo. A escasos centímetros de su famosa versión de la fabada, este plato marcó una época en El Corral del Indiano.


Faberiques con oricios. Fabes que no son fabes y que estando de vicio; no lograron rivalizar con los oricios. ¡Por Diós, pedazo erizos!!!

Salmonete asado, esencia cremosa de mar, tratada como una sopa de hígado. Que potencia de sabores, que gran producto es el salmonete (aquí da lo mismo lunes que jueves) y que pedazo de plato de presentación minimalista, de sólo dos elementos, más una fantástica torrija. "De verdad que tras comer aquí, cualquier comida me parecerá insípida" recuerdo haber pensado mientras degustaba este plato de levantarse a saludar.

Pichón asado en salmis, con cremosos de gamoneu y galleta de sus interiores. O de como me pierde la lengua y también mi torpe pluma. Si habéis leido mi crónica del Sant Pau, habréis leído por el pichón allí degustado, "IRREPETIBLE". No es del todo mentira, pero si en mi paladar las aves de carne roja con cerezas o similares y más si todos los ingredientes son de la calidad de los utilizados por la sra. Ruscalleda, son algo insuperable. Pues bién, insuperable, no quiere decir inigualable y este pichón combinado con otros ingredientes opuestos, lo consigue. El cremoso de gamoneu intensifica el bocado de una carne de enorme sabrosura, cocinada a la perfección y que encuentra un contrapunto dulce en la galleta con sus interiores.

Magia potagia, los platos soportan sin decaer en temperatura, en un menú que llenará panzas y glorificará los paladares de los más exigentes. Me quito el sombrero, sr. Campoviejo.

Queso artesano de leche cruda de vaca; para más señas el Rey Silo. Nota de cata; ¿sabes ese queso que te gusta, pero que no le acabas de dar con el tema?, entonces comes, por que te pide comer más y continuar hallando y averiguando sobre el mismo, por que tiene fuerza, pero al tiempo es sutil; por lo que comes un poco más y cuando llevas dos quesos y medio le empiezas a pillar el royo... pues eso, ¡quiero más!!!
La quenelle de membrillo con minitostada de pan, recuerda que nada se deja al azar; el cocinero rubrica cada una de las preparaciones.

Chocolate frito con helado de mantequilla tostada. Como ya lo he comentado en la anterior ocasión, no os doy más la chapa. Tampoco lo haré con el fantástico, completo y laborioso pettit four.

Del pichón para aquí me bajé media botella de un exquisito, Pago de Florentino; un vinazo de múltiples aromas, muy bien engranados que aporta toques de fruta, pero sobre todo de gran mineralidad, por lo que me resulto fresco y divertido.

Entre medias me plimplé una botella de riesling, un  Kerpen de cuya añada me quiero acordar pero no lo consigo; que acompañó y que me agradó pero sin llegar al enamoramiento. No es el tipo de riesling que tanto me suele flipar; me resultó un pelín opaco en nariz. Un Lapena hubiese ido mejor, para mi caso en concreto.

Por último decir que el trato en El Corral del Indianu es, no impecable, si no excepcional y con todas la letras.
Así que ya me diréis por que no estáis haciendo las maletas para pasar un finde en tierras Asturianas.

Se que en Asturias hay cantidad de buenos restaurantes, que no he probado y seguramente me encantaría hacerlo; pero para que observéis mi devoción por este en concreto, os contaré una perversión que intentaré llevar a cabo:
Cena con menú degustación con el 100% de salados con pescado como producto principal y comida con idéntica proporción de carnes. ¿Aceptarán el reto?, no tendría más remedio que volver a Arriondas y establecer una delegación de DANINLAND jejejejeee


Ahí os dejo -al más puro estilo de La Barriga de Lolo- con un trozo de sana locura a cargo de los anteriormente comentados Electric Masada de John Zorn; que han sido la banda sonora con la que se ha escrito este montonazo de palabras y palabros.