viernes, 24 de septiembre de 2010

Casa Marcelo (como en casa)

Se podría titular esta entrada "Un día en Santiago". Comenzó temprano con una liviana jornada de trabajo (pa que lo diga yo...), continuó con una reunión de colegas en La Bodeguilla de San Lazaro, una comida relativamente ligera, un paseo por la ciudad, todavía plagada de obras y unos largos en la piscina (estilo morsa, que nadie se engañe).
Rondando la noche me relajé con un vermut en el Acio y, ya de lleno en la misma, disfruté de una fantástica cena en Casa Marcelo.

Me revolotea por la cabeza, la descripción que David de Jorge hizo del mismo en su, más que recomendable, último libro; "Marcelo es tigre y cocodrilo indomable con oficio y sentido del gusto extraordinario".
Pocos dudarán eso tras haber pisado su restaurante y sabido es, que un servidor carece de dudas al respecto.


Yo mismo me preguntaba si una segunda velada en Casa Marcelo, me haría descubrir algo nuevo, sobre la supuestamente rígida propuesta del restaurante y su milimétrico funcionamiento. Puedo sentenciar que tras haberme chupado todas las intervenciones del maestro Marcelo en archivos de la Telegaita, radio, internet y el riguroso directo del pasado Forum Gastronómico; la verdad es que si.
Siempre digo que la emoción es lo más difícil de lograr y aquí ya van dos de dos.
Creo que en la descripción de la velada, hallaréis motivos y respuestas, sin necesidad de ponerlas directamente sobre la mesa.
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Unos instantes de espionaje, previa entrada en el local, me advierten de un menú desconcertante y de un incremento en el precio del mismo. ¿Que pensé? "No todo son floooreeees"
Entré en el coqueto recibidor, avancé unos pasos y observé una mesa con unos 16 comensales de habla inglesa, vestidos rimbombantes y la típica exaltación de las cenas de grupo. ¿Que pensé;
¡No j...., que hay boda. Mi no gustar! (pues sí, por dentro soy incluso más troglodita de lo que anticipa mi aspecto exterior).
Miré al fondo y veo como Beatriz, la camarera que me había atendido en mi primera ocasión se acerca recibirme. Respiré me relajé, me olvidé del resto, fijé mi vista en la cocina y comencé a disfrutar.
La carta de vinos, la ojeé mientras disfrutaba de una copa de Pierre Paillard y de la misma escogí un Eméritus. ¿Por qué? os preguntaréis muchos al ver los platos del menú.
Pues he de admitir que por tozudez, por que creí que estaba en carta, pero no en stock y por que tenía ganas de probarlo. Ya se que la respuesta no convence a nadie, además de que da a entender que me gusta buscar los 5 pies al gato, pero esto va implícito en mi carácter infantil y por que, aún que sea difícil de creer, normalmente encuentro la aguja en el pajar y acierto a saber de lo que realmente no disponen.
He de reconocer, aunque no es excusa, que me esperaba encontrar una botella de Cueva del Contador y como tantas otras veces, no estaba en carta...
El Emeritus es un vino D.O. Dominio de Valdepusa a base de Cabernet Sauvignon, Syrah y Petit Verdot. Ya por los varietales, induce a pensar que es un caldo idoneo para carnes de caza o quesotes bien curados. O sea que lo dicho; no pega con la mayor parte del menú ni con cola; pero está buenísimo.
A modo de aperitivo, Anchoïade, un manjar fino y robusto por igual; tónica que se repitió en más de la mitad de los platos. Se basa en una salsa típica de la Provenza que resultó perfecto en su función, abriendo el paladar y dejando el terreno listo para la avalancha que estaba a punto de llegar a mi mantel.


El siguiente plato de nombre; Algas, Berberechos y Huevas de Trucha ligaba con una salsa los sabores de tres ingredientes y tres texturas del mar, en el plato.

La Terrina de Conejo es un plato frió; de nuevo fino pero rudo; con una rúcula brutal.
Ni más , ni menos.

Seguimos con un plato llamado Las Sardinas, que consistía en dos señores lomos de sardinas, previamente marinados (marinado suave, sin enmascarar el producto), a los que se les daba un golpe de salamandra para derretir la grasa entre la piel y la carne.


Confieso que uno de los géneros que más me apetecía probar en Marcelo, era la sardina y, afortunado yo, lo hice por partida doble.
Habéis leído bien, por partida doble (se avecina chapada); quien escribe estas lineas, vivió sus primeros 24 años de vida en una aldea llamada San Xoan de Vilanova. El San Juan, fue durante años, la celebración más importante del año. En esa misma noche había que asar sardinas para toda la parroquia y parte del extranjero; ¿a que no sabéis quien estuvo a pie de plancha en más de una ocasión?
Pues el mismo que este mismo año se había perdido en San Juan por motivos de trabajo, que vengo a ser yo.
Tras haber zampado dos lomos de sardina que me supieron más a gloria que nunca, no pude menos que intentar repetir "aún que sólo fuese uno y antes de la carne"

El final ya lo sabéis, pero el hecho de que en medio de un menú degustación, te planten otro plato, sin romper el ritmo del mismo, con la misma naturalidad con la que te traerían un vaso de agua y sin incrementar el precio final, a mi me parece de quitarse el sombrero. Si el mismo plato te lo sirve el jefe de cocina, con breve explicación de su elaboración inclusive, creo que se podría llamar esto un autentico lujo. Un lujo, en el mejor sentido de la palabra, del que nos os esperéis disponer en otros lares.
La Ensalada de Tomates del País, es rotundamente una ensalada compuesta por unos siete tipos de tomate, meticulosamente pelados, con una suave vinagreta. La cocina de Marcelo es sencilla, pero complicada, complicada de hacer en casa o sencillamente es complicada o será que es mejor comer y callar. Yo creo que lo último.


El Canelón de Verduras de Temporada. Lo que os decía, fino, fino a más no poder, pero aún con ciertas sutilezas, fue otro plato de potente sabor. O, al menos, yo lo entendí así.


Merluza do Celeiro con Caldo de Pimientos Rojos. Pese a mi cruzada antimerluza (lo de siempre, muy buena, pero levantas una piedra y te encuentras un menú degustación con el susodicho pescado), la merluza de Casa Marcelo, hace flipar en cualquiera de sus versiones.


El Jarrete estofado con Patatitas Amarillas pone la tradición en el plato, con exibición del personal de sala en el emplatado, incluida. Esto sí es sencillo, sencillamente ESPECTACULAR.
-Perdonad la lamentable calidad de las fotos, intentaré mejorar esto-

El primero de los postres, fue el sorbete de Albahaca y Lima con Pil Pil de Coco.



Plato que no olvidaré, inesperada combinación de sabores, que sin saber como; funciona. Además de incluir un preparado histórico en Casa Marcelo, como es el PilPil; en este caso de coco.
Estoy ultimamente desencantado de todas esas preparaciones modernillas, en mi opinión inútiles, que incluyen coción con nitrógeno, esferificaciones y chorradas varias que nos están llevando a que incluso en la alta cocina se coma cada vez peor . Este no me ha parecido uno de sos casos; la preparación se autojustifica en su resultado.
El último de los postres fue el Milhojas de Crema Casero. Ya lo dice la palabra; "milojasdecremacasero".
No hubo pettit fours, única pega que puedo quitar, teniendo en cuenta la subida del precio del menú. Ojo, para nada estoy diciendo que sea injustificada dicha subida; en este caso incluso diría que viene bien arropada en el sentido común.
Finalizamos la experiencia con dos cafés Lavazza, aún no tengo claro si lo prefiero al Illy y una copa de licor Khuri. Una exquisited de naranja que no os debéis perder.
Antes de abandonar el local; tuve una entretenida conversación con Beatriz y Carolina, que son sin duda las dos mujeres más trabajadoras del mundo; aparte de unas chicas, dispuestas y amables. Agradezco tanto o más el trato recibido por ellas y el resto del equipo; como los platos degustados. Sin duda es el equipo de trabajadores de este restaurante el factor que lo eleva por encima del resto.