viernes, 6 de abril de 2012

Restaurante PAPRICA, una experiencia MAGNÍFICA en Lugo.

Muchos de los lectores, habituales o fortuitos, tardaréis en leer esta entrada o ni siquiera  llegaréis a hacerlo; por que el demonio de Bloguer, se empeñó en no actualizar las portadas en los blogs de los demás. Como la infrormática no es lo mío, comienzo a daros crónica de lo que ha dado de sí mi última intromisión en este  entremurallado restaurante.

Me resulta complicado explicarlo; el caso, es que a veces sucede que las corrientes soplan a favor de quien os escribe y un escalofrío premonitorio, me recorre el cuerpo, haciéndome saber que lo voy a pasar pipa.

Un gran restaurante, no sólo está en el plato -condición indefectible, por otra parte- y en la copa. El ambiente es algo primordial y no suele haber vuelta de hoja, si entras en un local con mil niños chillando, rozando al resto de comensales para accceder a tu mesa, con los 40 criminales sonando de fondo y con la típica atención "daquellamanera"; puedes comer genial -doy fe-, puedes hallar una excepcional RCP y con ella el motivo de que la afluencia a ese local, no haya mermado; pero no habrás disfrutado de un gran restaurante. Lo siento, pero es así; a servidor le encanta comer descalzo, con las manos, con poca a ninguna ropa y con el mayor de los desórdenes a mi alrededor. Pero,  aunque la gastronomía sea la protagonista, hablamos de otro tipo de experiencias. 
Adentrarse a un gran restaurante debe  resultar en sensación de placidez, puede que algo adrenalínica, pero al tiempo relajante; debe agradar, como mínimo, a los 5 sentidos.

Mi entrada en el PAPRICA incluyó todas esas bondades, con ese entorno tan enigmáticamente acogedor que dispensa el interior de las murallas, tras un trayecto laberíntico que te hará pensar que podrías estar en el casco histórico de alguna romántica ciudad; podrías estar en  Toulouse, en La Toscana, en el barrio judío gerundense, Lisboa, Leiría...incluso podrías, ¿por que no? estar disfrutando de un agradable paseo por el interior de las murallas en Lugo capital. 
El local se aparta del entorno sin desentonar con el mismo y alberga  un personal que ejecuta el guión a la perfección; que te invita a que ocupes tu mesa y comiences a disfrutar. Cabe señalar la gran disposición por parte de todo el equipo.

En un breve gesto, me encontraba cómodamente sentado, como la sala está prácticamente vacía; había escogido la mesa que mas me agradaba y habiendo optado por comer dentro, pese a lo apetecible de la espléndida terraza interior de la que disponen. Con un agradable fondo musical acariciaba mis oído, las cartas se posaron en mis manos. Las ojeé; me alegré de ver precios lógicos, incluso más a favor del cliente, que de la casa, en algún caso. Solicité información sobre el menú degustación y atendieron mis dudas con prontitud y amabilidad.
Las cartas lucen síntesis, lo cual ayuda a dar el mejor producto, al mejor precio; los que ya hemos pisado una buena recua de restaurantes, sabemos que esa supuesta síntesis estira mucho y suele ser buena señal. Cabe señalar que en el caso de este restaurante, la carta ampara a la experiencia, de cabo a rabo. Muchos de los galardonados con una estrella  Michelín podrían aprender que un restaurante puede tener CARTA, no sólo menú degustación, con una serie de entrantes, entre los que a uno le pese tener que escoger sólo uno, con de 3 a 5 pescados, 3 a 5 carnes y 3 a 5 postres. 
Hasta ahí bien; pero PAPRICA mejora esto con una selección de 5 quesos (gallegos, asturianos, resto de territorio nacional, franceses...), lo mismo sucede con los distintos tipos de café, vinos de sobremesa, digestivos y cava de puros. ¿Quien da más? Si, ya lo se, alguno a levantado al mano, pero ¿a que precio?. Ah, veo que ya no sois tan valientes; la RCP del PAPRICA invita a dejarse caer por Lugo más a menudo.

Menos es Más y pocos abanderan con su propuesta este dicho, tan bien como el PAPRICA. Encontramos buen ejemplo de ello, en su carta de vinos; con poquísimas referencias que se acerquen tan siquiera a los 30 €, pero con una cantidad de D.O. en las que se hayan espumosos de todo tipo, nacionales, extranjeros... vamos que no falta de na'. 
Creo recordar que la añada, no se refleja. Nadie es perfecto, sólo faltaría...


Bueno... ¿por donde iba?; ah si, llegado ese punto; uno está seguro de que va a disfrutar como un enano y fijaos que el aperitivo de la casa, al igual que en mi primera ocasión, pone sobre la mesa, las cartas del saber hacer culinario, del que disponen en el PAPRICA.  

La zamburiña en ceviche, sobre un tomate en semiconfitura (término mio) y airbag de mostaza
Pinta bien, ¿verdad?; pues sabe mejor. Esto te lo mete (con suerte) algún grande de la restauración gallega (o foránea...),  en el menú degustación como entrante previo a la carne y se queda tan ancho. Nunca había probado este bivalvo en ceviche y me ha parecido una preparación de lo más acertada.


Hígado de pato a la sartén con mango. Perfecto en su sencillez.


Lomo de atún rojo con tomate y esa quenelle de patata con un saborazo, como a buen pisto, que-se-te-va-la-olla. M-e-m-o-r-a-b-l-e.


Para dejar el vino prácticamente caput, solicité tres de los cinco quesos de los que disponen y gocé cual gorrino rebozándose en el barro...
 SIN FOTO

Me ofrecieron para el postre Tomate, Yogur, Rosas. Una deliciosa mermelada de tomate, justificó el que repitiese con dicho ingrediente como protagonista por tercera vez y es que con el Algueira PIZARRA '09 y el tomate, tenía una especie de microviaje lisérgico a cada sorbo.   


De todos modos, también me tomé una copa de Tokaji; por que ese helado la merecía y mi estado era de pura euforia y emoción. Me convidaron a un buen café, por que de bien nacidos es ser agradecidos y salí del local con una sonrisa de oreja a oreja. 
Sin duda el PAPRICA, tiene todas las papeletas para convertirse en "mi restaurante", cuando pise Lugo.

Conclusión; quizás no deba juzgar al PAPRICA como el restaurante  perfecto; pero si pienso en una gran experiencia en territorio lucense, no dudo en juzgarlo como el restaurante perfecto para mi. 
Luminosidad, frescor, producto, síntesis, calidad, equilibrio y el saber hacer de su joven equipo; un equipo que si continua trabajando de ese modo, pasará por encima de estos tiempos perros y hará disfrutar a sus clientes durante muchos años. ¡Larga vida al Paprica!