jueves, 22 de abril de 2010

Restaurante España (Lugo)

Héctor López es la cabeza visible del equipo de este centenario restaurante lugués.
El España se encuentra dentro de las murallas patrimonio de la humanidad.

Recuerdo que al ojear la página web del restaurante no sentí un especial entusiasmo, respecto a lo que me iba a encontrar; dulce desengaño me llevé.

El local posee una fachada clásica que no desentona con su entorno; no llama demasiado la atención, pero viene a advertir algo bueno. Al entrar, se pasa por un luminoso hall y se accede a lo que sería el bajo donde se ubica una cafetería de tamaño considerable; dotada de una enorme barra y un número importante de mesas dispuestas de un modo bastante espartano.
El restaurante en sí está en la primera planta a la cual se accede subiendo unas escaleras desde el interior de la cafetería. El tono que se percibe por la disposición y la deco, es el de clásico convenientemente renovado, carente de estridencias y con acabados de gran calidad.

Curiosamente; pese a lo dado que soy a las cenas, de las tres veces que comí en el España, siempre lo hice en horario de comida; me quedo por tanto sin saber como será la iluminación nocturna ya que por el día la sala dispone de abundante luz natural; predominando además los tonos claros, resulta bastante luminosa.

Las sillas son cómodas; las vistas a la cocina se observan a través de dos ventanucos y la bodega se encuentra a la vista; ¡ojo, con referencias que no aparecen en carta!. Recomiendo consultar precios en estos casos.

El servicio resulta bastante amable y disponen de un sumiller dispuesto a la comunicación para ayudar y a resolver ciertas dudas. Mi opinión del servicio de este restaurante es bastante redonda; aunque debo decir que en la última ocasión patinaron bastante. Debo entonar algo de mea culpa; pues recuerdo haber llegado pasadas las 15:30 y para disfrutar de un menú degustación (si se hubiesen negado a servirlo, habría pedido por carta sin problema). Me faltan dedos para contar las personas que me atendieron.
De todos modos, quede claro que no estoy diciendo que el servicio tan apurado que recibí en esa ocasión en concreto; sea lo habitual.


Mi toma en contacto con la carta resultó bastante positiva. Ni demasiado extensa, ni demasiado tradicional, ni demasiado arriesgada, ni demasiado cara; eso si, buena selección.

En la carta de vinos encontramos muchas D.O. diferentes; sin demasiado sobreprecio. Sobre todo teniendo en cuenta el correcto servicio; aunque me han comentado que la cristalería que se utiliza para espumosos (champagnes y cavas) no alcanza el nivel del resto.

El pan del que disponían ese día era de tres tipos a elegir; maíz con pasas, tetilla e integral. Detalle este de ofrecer varios tipos de pan; que me encanta y que se debería extender como costumbre en restaurantes con propuestas de nivel.
Para beber elegí un Petrea (D.O. Penedés); ¡bien por mi!, acompañó a los platos de maravilla. Es un vino profundo, equilibrado, sin demasiada madera y espectacular en si mismo.

Vamos con la pitanza; tras haber elegido un entrante y un segundo llegó a la mesa un fabuloso aperitivo. Se trataba de una brandada de bacalao con espuma de tomate; impecable presentación en chupito alto y de sabores extenuadamente puros.
(Observareis que me acordé de sacar la foto cuando ya había engullido la mitad)


Lista numerada
Como entrante me sirvieron en pizarra un tartar de atún toro. Exquisito de sabor y fresco. Picado a cuchillo, evidenciando un corte harmónico para todos los ingredientes; como debe de ser .


Mi elección para el segundo plato fue el magret de pato con frutos rojos. Este plato goza, como dirían LOS DILETANTES, de una estupenda RCCP. O lo que es lo mismo; producto de calidad, con combinación de sabores óptima (con una guarnición de finísima patatas paja), perfecto de punto y en otros sitios serían dos raciones. Quiero hacer incapié en esto último, por que si, era mucha carne, pero la mitad sería muy poca Y NO ES PLAN.


Puede resultar llano este comentario, pero me recordó la provincia en la que me hallaba.

Tras este plato, estaba lleno, lo reconozco; pero aún con ansias de ver que tal estaban los postres y elegí un dos en uno. No es que pidiese que me fusionasen dos postres, pero tratándose se un soufle de chocolate con un helado de nata y fresas asadas; ¿que queréis que os diga?. En algunos restaurantes llaman al coulan, "bizcocho de chocolate en dos texturas".
Así que me encontré con un postre muy completo con una acertada combinación de sabores, al soufflé le tienen pillado el punto y un juego entre texturas y temperaturas al que siempre apetece jugar. Acompañé el mismo con una copa de digestivo P X.



LLegada la hora del café, este vino acompañado de unos completísimos pettit fours; dos finas tejas, una de ellas de pistacho y una trufa.


Por último no puedo dejar de comentar la amabilidad y la atención que me dispensó el servicio en esta ocasión. La verdad que me hicieron sentir muy cómodo resolviendo ciertas dudas, prestándome la ayuda necesaria e intercambiando impresiones tras finalizar la comida.

LA CUENTA:

Pan 0,90

Tartar de atún 10,80
Magret de pato 15,00
Agua 1,60
Petrea 33.00
Soufflé 4,40
Pedro Ximenez 3,50 TOTAL: 74.04