miércoles, 7 de diciembre de 2011

CASA MARCELO, Santiago D. C.


Ruego a los lectores, que me permitan una pequeña broma introductoria antes de narrar mi más reciente experiencia en este restaurante único. A continuación podréis observar una foto de grupo (valga la redundancia ...) del Grupo Nove.
¿Cual creéis que sería la repuesta de un grupo de niñ@s, si se les pidiese que señalasen al chef entre tan estelar brigada de cocineros?.
Supongo que la mayoría señalarían al del gorro...

 ................
 No ha pasado mucho desde mi anterior experiencia en Casa Marcelo. Dicha visita NO ha sido posteada; aunque por lo anecdótico de la misma, hubiese merecido la pena el haberle dedicado una entradita. Si a alguien le apetece indagar algo más en el significado de este párrafo; este enlace, conduce a un comentario escrito por el menda (presa de una importante resaca), a escasas horas de haber sucedido dicha "experiencia".

En fin, mis visitas a este templo compostelano, al que en anteriores entradas me he referido como "LA CATEDRAL DE LA RESTAURACIÓN", han estado, relativamente, poco distanciadas . Desde mi primera vez en agosto del '09 hasta hoy, llevo cuenta de siete ocasiones en las que fui bendecido con una serie de manjares marcelianos; los cuales han contribuido seriamente a restaurar mi voraz apetito, en lo que a experiencias gastronómicas se refiere. ¿Puedo, por tanto, decir algo nuevo sobre este restaurante?. Pues si, en caso contrario, no os estaría dando este tostón.

Tres conclusiones; resumirán esta experiencia:

1ª. Sin haberlo solicitado, accedí por primera vez a la mesa que siempre consideré el "palco de lujo"de Casa Marcelo. Las fotos están tomadas con mi cámara "de juguete", al principio y al final de la comida. Con todo y con ello; creo que ayudan a dar muestra del flipe que supone ocupar esa posición. Podría tener un tigre, un león o un cocodrilo soplándome en la nuca y no podría apartar la vista de la cocina. Lo más curioso, es que los tenía a los tres.
Si en esta Casa de la rúa Hortas, tienen un plato conocido como "Las Sardinas"; a este bien podrían haberlo bautizado como "Las Navajas". Llevan un caviar de limón, que supongo estará formado por microsferificaciones. Soy "anti" este tipo de añadidos; pero le sentaban bien; una cosa no quita la otra.


Centolla desmigada, sopa de hinojo y huevas de trucha. Por algún motivo, si me imagino a mi mismo en pañales, zampando un balde de esto con ayuda de un cucharón, penetro en un estado de lo más placentero.
Ya se que es mi fantasía, pero ni yo se a que se debe el hecho de que me imagine haciendo eso "en pañales". Lamentable, lo se, patético también... ...pero ¡a saber lo que se os pasa por el melón a los demás!!!

 

El jurel en honor a Toñi Vicente; es un revolcón en la más fresca y suculenta de las crudezas culinarias.

Redoble de tambores para mi entrante favorito, en esta velada; Coliflor con Almejas. Una suave y ligera espuma de coliflor; que oculta un puñado de almejas de extasiante sabor. Lo se, lo se... ...almejas y éxtasis en la misma frase, queda un pelín porno; pero es lo que hay.

 

Merluza a la romana con pil pil de chile. Puede que la lasca del pescado no sea tan espectacular como en otras preparaciones de esta casa; pero me quedo con el sabor y reconforto de esta fritura gloriosa.

Nada más aparcar mis posaderas en mi mesa "palco de lujo", disfrutaba de unos excelentes panes y un reconfortante consomé de gallina. Iván, quien oficiaba de jefe de cocina, ofreció a este tarado que os escribe; cambiar una apetitosa Liebre a la Royal, que tenían en el menú, por una becada. 
En párrafos anteriores, he dicho que tenía un tigre, un león y un cocodrilo soplándome la nuca. Es la manera en la que me refiero al maestro Marcelo,  tomando prestadas, unas palabras que David de Jorge dedicó al chef vigués.

Me alegro enormemente de que el maestro nos honrase a los comensales con su presencia, pero más me alegro todavía,  de que su equipo funcione a las mil maravillas. Ver a dos metros escasos de mis narices cómo marchaban la impresionante Becada con Castañas Asadas, que estaba a un tris de zamparme; ha sido un placer al que no puedo hacer justicia con mis desmañadas palabras.
El Sorbete de Merengue con Limón, revisa con acierto una mezcla de sabores de lo más tradicional, del mismo modo que lo hace la Tarta de Santiago hecha coulán. No prefiero esta última, a su versión tradicional; pero es diferente. Me gustaron ambos.

 

 
El vino, que tenía pensado para acompañar el menú, se movía entre algún tinto ligero -probablemente gallego- o algún blanco con enjundia; pero vi un Les Terrases 2008 en la carta y a sabiendas de la becada que me aguardaba al final de los platos salados y a que estaba deseando probar el Les Terrases; me decanté por él.
Mal hecho por mi parte; sospechaba que todavía no había llegado su momento.
Mal hecho; por parte de la bodega. Sabrán mejor que yo, que ese caldo necesita más reposo.
Mal hecho; por parte del responsable de que el vino esté en carta.
El vino estaba como yo en mi propia fantasía centollera; en pañales (falto de botella).
Que nadie piense que quiero enfocar este hecho concreto en este restaurante. Esto sucede en el 99,9% de los establecimientos hosteleros, que visito. Sencillamente, ha sido aquí donde he metido la pata por última vez y le ha tocado. La conclusión es que las prisas, casi nunca son buenas consejeras.

Agradezco a todo el equipo de Casa Marcelo; los grandes momentos que he pasado a lo largo de mi corta historia como cliente. ¡Ya estoy deseando volver!!!