viernes, 25 de mayo de 2012

MARUJA LIMÓN, R.C.P., MENÚS DEGUSTACIÓN, GALARDONES, CRISIS, ETC...

CAPITULO 1                   
Una de mis últimas experiencias.   

Maruja Limón, es desde que lo pisé por vez primera, uno de mis restaurantes favoritos. Con el paso del tiempo la satisfacción, no ha mermado ni un ápice. Rafael Centeno y su equipo, han pasado por diferentes épocas, durante las cuales han mantenido su talante y filosofía, ajenos a las corrientes exteriores y al fin, su tenaz propuesta ha triunfado. Aunque en esto haya tenido mucho que ver una guía extranjera, que atrae a sus mesas, pues eso; a gente extranjera. Gente con posibles, dispuesta a pagar el precio por comer y beber en grandes restaurantes. No estoy diciendo que por el hecho de guiarse por las estrellas (o soles...); lo vayan a lograr y en el caso de que si lo consigan; pues el hallazgo será menos meritorio.
Por otra parte, parece ser cierto eso de que nadie es profeta en su tierra y, a veces, se necesita de otro punto de vista para ser reconocido.
Que nadie me venga en plan "es  que yo paso de las guias" y demás historias. Yo también paso de las guías, pero eso no quita que influyan en el precio de ese vino o restaurante que aprecias, pese a que alguien más lo considere un 100 sobre 100; si pasas, pasas aunque estés de acuerdo.
En los últimos 4 años, el equipo de Maruja Limón se  ha ampliado y no ha hecho si no mantener un nivel que para servidor es comparable sólo al de unos pocos. También es un hecho que, ya que el tiempo les ha dado la razón; los precios se han puesto al día.  El menú gastronómico se vende ahora, a unos 63 €; aunque bien es cierto que incluye unos detalles a mayores que los de épocas anteriores, los cuales, le aportan todavía más distinción.

CAPÍTULO 2  
¿Como contar dicha experiencia?, las reglas no -o si- escritas.

Lo que cualquier buen crítico gastronómico con cierta experiencia a sus espaldas, recomendaría a un aprendiz a la hora de escribir sus crónicas, es no otorgar jamás una puntuación a una experiencia en un restaurante y huir siempre de las comparaciones -al menos de modo explícito-. El supuesto motivo es que dicha experiencia, siempre es un hecho en el cual, múltiples factores del todo subjetivos, personales y, no siempre, afines al propio restaurante -un mal día en la oficina y demás historias- influyen en el estado de satisfacción del cliente.
Estoy de acuerdo, aunque también es cierto que si esa regla se aplica con excesiva rigidez; el hecho de recomendar un restaurante es en si mismo, es una idiotez como la copa de un pino.
Ese "supuesto" que habéis leído viene de la  impresión de que muchos de los que hacen tal recomendación, suelen ser escritores asalariados que no abonan sus cuentas directamente; si no que las paga el medio para el que escriben.

Todo esto que acabo de largar, podría ser parte de mi excusa, para darme la licencia de poner una nota al lado de cada uno de los platos que incorpore un fastuoso menú. Del 0 al 10; como en el cole y teniendo como base factores del tipo producto -su calidad, estacionalidad, procedencia...-, la cantidad, la ejecución, la sorpresa y la correcta evolución del plato dentro del menú. 
Que nadie se inquiete,  caso de hacerlo, lo haría como si me hiciese vegetariano durante un año; a modo de experimento.
CAPÍTULO 3 

                                                      Las crónicas privadas.

Por otra parte, recibo ocasionalmente algún que otro correo privado, solicitándome recomendaciones más concretas. Más concretas, en el sentido de que, a veces, quienes leen mis reseñas, rematan con idéntico cacao mental que antes de comenzar (probablemente más...). La frase más repetida sería una del tipo; "si te hago caso tendría que ir a todos"... Ciertamente, cuando tengo un flechazo; las sensaciones suelen salir a la superficie como el chorro de vapor, de una tetera en plena ebullición, pero es un  tostón zamparse el total de mis delirantes escritos, para realizar una selección exhaustiva. También es cierto que, tras haberme enfrentado a textos ajenos, previa visita a una zona concreta; me he visto igualmente sobresaturado. Da igual que el autor publique en tal diario y que incluso haya llagado a encuadernar sus críticas de algún modo; todos y digo "to - dos", nos acabamos empalagando si no se nos da un descanso.

Mi respuesta a esas particulares peticiones, es clara -lo bueno de que sean privadas, es que ambas partes podemos avanzar sin los ampulosos lodos de la diplomacia-; "a cuantos sitios quieres ir y de cuanta pasta estamos hablando". El siguiente factor sería el tipo de compañía; si hay,o no, niños; cena romántica, de colegas... y por ultimo, la predilección por los diferentes "estilos" (moderno, tradicional, degustación, a la carta...). Con eso y concretando el territorio por el que están dispuestos a pulular en busca de grandes experiencias, con la buena mesa como protagonista; puedo largar una ristra de recomendaciones de lo más resultona.

CAPÍTULO 4 

Vuelta a comenzar.

Así que, ¿en que punto estaría Maruja Limón?, teniendo en cuenta lo que allí se come, se bebe, se contempla, la interacción con el personal y, por supuesto; el precio. Pues me atrevo a simplificar que se topa entre Culler de Pau y Casa Solla; así, sin salir de la conocida agrupación de chefs, ni de la provincia de Pontevedra. Lo curioso es que para mi no hay uno mejor que otro; si cobrasen exactamente lo mismo por lo que sirven, no vería muy claro a cual de los tres me acercaría; o mejor, cual debería recomendar como visita obligada. Está claro, que si fuese por la bodega, los mandaría a Solla; pero se trata de simplificar tomando el menú degustación como referencia.

CAPÍTULO 5
 RCP, galardones y canitas al aire.

Obviando las respectivas bodegas; de los 48 € que cobran por el Menú Degustación de Culler de Pau, a los 94 € (según su web) del Menú Gastronómico de Solla; pasando por los 63€ de Maruja Limón; lo que diferencia uno de otro, a la hora de alcanzar la satisfacción de este comensal, son pequeños detalles; poco significantes a mi entender. Reitero que hablo desde la perspectiva teórica de que los tres menús, se vendiesen a 65 €. Entonces, ¿que me lleva -tanto a mi, como a vosotros-  en la práctica, a pagar unas veces 40 y pico y otras 90 y algo?. Supongo que forma parte del juego de disponer de grandes ofertas, de que el nivel esté realmente alto en unos cuantos restaurantes y de que todos disfrutamos poniendo los cuernos a nuestros favoritos. Puede que influya el excesivo respeto por esas casas; ese "no querer gastarlo", que también sucede con esa camiseta que descansa en el armario, aguardando ese "día especial", para que su propietario se decida a lucirla.
Por que creo que ya he mencionado en alguna ocasión, que si uno desea comida, bebida, servicio y local gloriosos, a buen precio;  bastaría con acercarse a Pedro Roca.

Tampoco hace falta ser un hacha para percatarse de que el factor Michelín, aparte de atraer mucho turismo, engorda los precios, más que el foie y los muffins de albaricoque, a servidor. Esto de ser un "estrellado", suele ser buen negocio para los restauradores, pero no tan bueno para el bolsillo de los consumidores.
Espero que no se contemple esto como crítica alguna, si no como una mera observación; pues existen excepciones notables -aunque contadas-. El caso es que si para los aficionados, esto de cambiar de restaurante, es tan sólo un love affair; ¿por que lo pagamos tan caro???. Sinceramente, o no lo se, o la respuesta me asusta en demasía.

CAPÍTULO 6
Exitosas proposiciones "indecentes".   


En mi caso y tras haber tropezado innumerables veces en la misma piedra, voy aprendiendo y en vez de gastarme pongamos 150 € en un tres estrellas; pues me los gasto en un negocio en el que tenga un mínimo de relación con el equipo y en el que se halle al frente un chef con dos cojones (independientemente de su sexo; me perdonáis la expresión, o si lo preferís, sus vais a tomar viento). Con eso se pueden lograr auténticas maravillas; algunas de ellas, aquí relatadas,que en uno de esos tres estrellas; no se obtendrían ni por el triple.
Estoy seguro que habrá cantidad de desaprovaciones a estas declaraciones; tantas como chefs con la falta de los atributos mencionados, esclavos del círculo mercantil que les beneficia económicamente, pero que les aleja del placer de cocinar para sus clientes; de satisfacer las necesidades más personales -en ocasiones retorcidas- y de poner sus artes al servicio del placer del comensal.
El hecho de toparse con algún cocinero dispuesto a salirse de los patrones y ponerse en sus manos, es algo de lo más recomendable. Nunca he vestido un traje hecho a medida; pero para quienes si lo hayan hecho, la sensación debe ser parecida...
Recuerdo con especial emoción, el día en el cual yo me lancé al vacío de manos de un MAESTRO; para estas operaciones, no conviene  ser intervenido por enfermer@s.  Sólo profesionales, con vocación, ética de trabajo y amor por su oficio -aclaro que esto es extensible a los profeionales de sala-.

Precisamente, fue el sr Rafael Centeno, quien se adelantó a la mayoría de mis exclusivas vacanales gastronómicas, en la tercera o cuarta vez en la que lo visisté; ofreciéndome (creo que él fue el primero en hacerlo), novedades y platos diferentes a los que solía tener en su menú o carta. No por que los anteriores fuesen insuficientes, si no por su afán de superación y ansias por complacer a un cliente que comenzaba a asomarse por su local, con cierta frecuencia.
Muchos aceptaron luego el deasafío; Gonzalo Rey de El Mercadito, la gente de Casa Pendás, o Daniel López de O Camiño do Inglés, el maestro Don Pedro Roca y,  mil y una veces, Jordán & Cía -a sus pies señores-. O sencillamente, se lanzaron valientes a por todas; recuerdo con especial cariño, al incisivo, místico y siempre vigilante, José Antonio Campoviejo, de El Corral del Indianu, también a Iván de Casa Marcelo en mi última visita y no me olvido de Aitor -ex Pendás, ex Pepe Vieira- en su etapa la frente del Trébula.
No puedo menos que mencionar  de nuevo a la utopía de la restauración, hecha realidad y su humilde nombre; Casa de Comestibles. Ese modelo de negocio, o mejor negocio modelo, que tanto ha dado que hablar y que, de manera directa o indirecta, seguirá dando que hablar.

CAPÍTULO 7
 Alguna recomendación, pues.

Es por eso que en esta casa, se suele recomendar con especial incapié, la visita a casas que se mueven en diferentes rangos de precios; pero que son movidas por la pasión y el amor por su oficio, no tan sólo por los billetes. De todos modos; no quiero pecar de necio y debo recomendar a mis escasos lectores, que pongan especial atención a esos restaurantes en los que la calidad del producto y el nivel de sus elaboraciones es sencillamente insuperable y en los que el precio del menú degustación no sube de los 50 €.

En un listado rápido, me veo obligado a recomendar, para una gran experiencia a Pedro Roca, Culler de Pau, El Mercadito -con su actual menú a 45 €-, Casa Pendás, El Paprica y ¿por que no? a O Gaiteiro con sus dos pedazo menús, a 30€ y a 45€; como principales opciones.
No me olvido de locales como Acio o El Silabario, o de algunos de los cuales tengo buenas referencias, como A Tafona o Don Chiringo; pero mi intención es simplificar y resumir.
Rara, muy rara, vez; merece la pena moverse de ese rango de precios. Y, ya que estamos, recomendaré para esos "escarceos", al protagonista del post, junto con Casa Marcelo en Galicia, además de El Corral del Indianu y Cocinandos -por contar con la bodega con mejor RCP que vi en mi vida- en el resto del mundo.

Así que ya sabéis; meterles caña a vuestros restauradores de estómago favoritos. Veréis así cuantas ganas tienen de lucirse y de haceros disfrutar hasta el éxtasis del placer multiorgásmico provocador de fluidos inmundos en los que revolcarse como los cerd@s que sois. ¡Alaaaaa, todo hecho un cristo otra vez!. ¿¡¿¡Es que no hay manera de mantener esto limpio, aunque sólo sea por unos días?!!?!