domingo, 30 de enero de 2011

Casa de Comestibles


Advierto a los lectores que escribo esta entrada sin poder alimentarme como es debido  desde hace unos días (gastrointeritis) y me perdonaréis si decidís continuar adelante en su lectura.

Tengo una incontestable tendencia a divagar y a discurrir las mas rebuscadas paridas. El caso es que cuando alguien me pregunta sobre la situación de este restaurante, suelo decir que está cerca del cementerio de Orillamar; también digo que está próximo a la policía local. Estas extrañas explicaciones se deben a que, en mi caso, el nombre de una calle casi siempre es información incompleta hasta que se acompaña del nombre de algún local, ya sea un bar, restaurante, sala de conciertos, teatro, etc, etc...
Peeeero, he de incidir en que señalo proximidad con un cementerio; eché cuentas y me salieron unos cuantos de mis locales favoritos encasillados en similar circunstancia. ¿Habrá por tanto un factor intangible que ayude a que los locales que se sitúan en tal emplazamiento sean de mi especial agrado?
¿Tendrá que ver con la paz que se suele respirar en tales lugares -los cementerios- , salvo, claro, está en dramáticas circunstancias?. ¿O quizás hay algo que trata de recordarme a donde me llevará mi conducta?

No es la primera vez que comienzo la narración de una experiencia gastronómica con una introducción similar en cuanto a lo tétrico de la misma. Se que a algunos de los lectores incluso puede que les parezca de mal gusto; pero confieso que hasta me he llegado a reir mientras lo redactaba y estoy seguro que si se lo contase  a cantidad de señores mayores de aldea; tendrían una respuesta ingeniosa y cargada de retranca.

Abandono por el momento esto del desvarío mental y paso a contar por encima lo que ha sido mi última -hasta el momento- visita a CDC. No puedo dejar de señalar lo que ha sido una de los mejores posts de visitas a restaurantes que he leído. Mi visita y la LA BARRIGA DE LOLO se distanció en el tiempo sólo unos cuantos días; por lo que será fácil hallar puntos en común; pese a la radical filosofía de MERCADO que posee el personal de Casa de Comestibles.
Insisto a quienes no lo hayan hecho, a leer esa entrada, por que no he visto a nadie que en una única visita a este restaurante, diese una visión tan lúcida y exacta de lo que significa para un gastroaficionado, una experiencia en el mismo.

Local: Chulo, no se ha podido aprovechar mejor y recordad siempre que disfrutaréis de una inigualable selección musical.

Personal: 11 sobre 10 y escribo esto sin ánimo de peloteo y sin haber disfrutado degustaciones gratuitas como se ha dicho por ahí (recordad que no he comido durante días).

Hasta el momento en CDC siempre he gozado de una estupenda escolta de delicias, incluso previo al disfrute de los platos, que en esta ocasión  se ha compuesto de:

Pan de Espelta , Pan de Centeno y trigo con semillas.
Aceites Arbequina de "la Boella" , de Argan y de Café.
Mantequilla de Pimentón de la Vera.
Impresionante selección de aceites; yo suelo tener por casa el de la Boella . La mantequilla de pimentón, rica, rica, como siempre.
Ensalada de anguila y verduras asadas con aceituna negra; ¡pedazo aperitivo!, rotundidad de sabores con la anguila y su ahumado reinando sobre todos. ¿Donde deja esto a muchos de los aperitivos que he probado?. No es que quiera darme a las comparaciones, pero...
Sopa fría de Centolla gallega; sublime; en su momento, me sobrepasó y me dejó sin palabras, o sea que el acertado adjetivo lo quito de la descripción, que un conocido hizo del plato.
Vieira braseada con patatas , guisantes y berberechos. Un 10 en el punto, tanto del producto principal, como de la guarnición. No os podéis imaginar lo que he disfrutado zampando uno de mis espécimenes favoritos; que por cierto era de cuchillo y tenedor. Única pega, no del plato, si no de todo el menú; excesivo punto de sal. -no quiero decir que el punto de sal estuviese alto en todo el menú, si no que no halle otro defecto en el mismo-
Lomo de Cabracho asado, con ajos confitados , espinacas con piñones y pasas. Otro pescado que tomo en esta casa, que se sale del mapa, con su suave sabor "alangostado" ayudado por la sutileza de su guarnición y de su jugo. Tomen nota los cocineros que sólo parecen saber cocinar merluza.
Foie Grass a la plancha, orejones en compota, a la plancha (previo confitado en su jugo) y helado, espinaca, triguero y granada , con un toque de moscatel reducido. No puedo estar comiendo esto y no ser feliz.
Lomo de Ciervo marinado en mostaza , con higos; este fue el plato de la lagrimita. Queda demostrado, me gusta la carne, es más; me sigue gustando más que el pescado, hasta el punto de sonrrojarme al pensar en las sensaciones que experimento cuando deslizo el filo del cuchillo por la pieza y encuentro el punto que encontré en este lomo perfectamente condimentado y cocinado.
Se acompañaron estos platos de un magnífico R.D.R. del '06.

Doble Pasión (sorbete de fruta de la pasión y dulce de la pasión ejecutado sin gelatinas ni mejorantes), este postre es una dulce manera de desgrasar la boca y lo demás son tonterías.

Torrija de plátano caramelizada con natillas y helado de chocolate guanaja. La estrella del apartado dulce sin duda; como no, con chocolate. Sabores de la infancia, dirían muchos; yo todavía no la he pasado...
Acompañé estos dulces con un Moscatel Fdo de Castilla.
 
Para el café Lavazza me sirvieron unos deliciosos bombones y un hojaldre; además de un chupito de la deliciosa crema de arroz basmati con pistachos que había disfrutado en ocasiones anteriores.
 
Permitid una última reflexión más seria que la del principio. He tomado en este menú comida para parar un tren y lo cierto es que mi estómago no está tan "en forma" como hace un par de años. El día después, también habla y mucho, de lo buena que ha sido la cena de la noche anterior. El caso es que en esta ocasión, me percaté de que me sentía más como si hubiese salido de una sesión de Spa con su masaje y todo, que de una opípara cena.
Creo que comprendí en esta ocasión, más profundamente que nunca, el por qué de la elección del nombre de este pequeño gran restaurante internacional de fina y elaborada cocina de mercado.

-CasadeComestibles-by Jordan & Cía

miércoles, 19 de enero de 2011

AZURMENDI -Día 2-

Con todo lo que he contado el día anterior, me ahorraré tediosas descripciones y me centraré en la figura que, como un enorme imán de apasionados glotones, me transportó a Larrabetzu; el COCINERO, Eneko Atxa. Eneko es un joven chef, de arrebatadora personalidad; cada segundo en su presencia, he notado genio, nervio y vitalidad. Buenas cualidades para llevar a cabo el tan serio labor de cocinar alimentos de primera. En palabras de David de Jorge, hablamos de "un chef sin complejos que guisa como el capitán trueno".
Claro que llama la atención, que este joven cocinero y su equipo hallan puesto encima de la mesa, técnicas tan novedosas como las de cocinar mediante ultrasonidos. Pero, como ya he dicho, yo le conocí en una ponencia en la destacaba lo primordial a la hora de plantarse ante el fogón; el hallazgo del producto. Esa es la filosofía de Azurmendi y debería ser la de todos. ¿Como se halla el producto 10, el producto rico, el producto sano?; pues de mano de quien lo produce -y en los mercados, claro está-. Cocineros con los pies en la tierra que manifiestan el "yo cocinaré lo que tu plantes" son los que de verdad son "ECO chefs"; los que en la mesa colocan la salud por encima de la estética (sin prescindir de la misma).

En una presentación de especias WIBERG que presencié, el chef Manfred Klein, preguntó a los asisentes si conocían el motivo por el cual el uniforme de los chefs es blanco.
Hubo respuestas para todos los gustos, pero el chef explicó que en tiempos pasados, en las cortes reales, vestían ese color el médico y el cocinero del rey; máximos responsables de la salud de este.

LA VIDA, A VECES, TAMBIEN ES JUSTA.

Esto lo podéis llamar filosofía de producto, Slowfood, o tambien podéis llamarlo lógica u honestidad. El caso es que es una vía de escape a la química alimentaria, y a los, como diría David de Jorge, EGOCHEFS, los que aspiran más a fama y reconocimiento que a tener la conciencia tranqulia con lo que venden al cliente. Ya que hablamos de reconocimeinto, la guía Michellin, galardonó recientemente Azurmendi, con una segunda estrella. Sin creer demasiado en las guias, me alegro de que en los nombres de los "premiados" luzca el de Eneko.
Ahora sólo resta que con el paso del tiempo, continuen inculcando el sentimiento por el producto y no sólo por las técnicas mas "in" e ideales para las presentaciones en los congresos gastronómicos.

Probablemente alguno aún no se habrá repuesto del hecho de que me marcase el trayecto de León al País Vasco para comer ¡dos veces en el mismo restaurante¡. A mi, que lo he vivido, me ha parecido lo más natural; en el ecuador del primer menú, ya me rondaba la cabeza. Por eso, no recordé en ningún momento al camarero -uno de los mejores profesionales de cuya atención llevo disfrutado- que me ofreció saludar a Eneko, dicho ofrecimiento. ¡Que se le va hacer, me gusta estrechar la mano de quienes me llevan al orgasmo gastronómico!
La cosa fue así, el día 1, rematé la comida y pregunté si tendrían a bien soportame otro día más; ante la respuesta afirmativa, pedí saludar al monstruito y me fue concedido. Así mismo, me preguntaron si deseaba algo especial; como sabía que probaría en menú más tradicional -el corto-, pedí foie.
Eso se llama flexibilidad, disposición a satisfacer al cliente y eso no siempre sucede.

Así fue como antes de sentarme a la mesa, me acompañaron a la cocina, donde conocí a Eneko y a parte de su equipo -mira que hay gallegos currando por las cocinas vascas- , además de algunos vericuetos del edificio. Como ya he dicho, Eneko es puro nervio, un arrebato, además de agradable y agradecido; espero volver a verlo algún día.
El menú del día anterior, no me permitió cenar más que dos caramelos; incluso después de haberme pateado el pueblo de arriba abajo. Tomé nota y probé el menú corto, que me pareció superior-al menos en RCP-, excepto en el apartado dulce. Este día disponían de carta; no me acordé de preguntar el motivo. Vista la carta y visto que servían en medias raciones, concluí que el menú corto contenía todo lo que quería probar de la misma y además cambiaría la carne por el mejor foie que tomé en mi vida. Por cierto, el foie no aparecía en ninguna preparación de la carta, lo dicho; disposición.

La sumiller me presentó un Txacolí con tres meses de barrica y lias, que era miel pura; pero a sabiendas del foie final, me decidí a probar un Cims de Porrera del '05. Este vino estará mejor en unos años; pero, aunque no tanto como el Syrah del día anterior, mereció la pena. Una pega, los vinos no incluyen el IVA en el precio de la carta.

El menú más básico (que de básico no tiene nada), el Bertako se vende a 75 € más IVA y si me preguntasen, lo recomendaría por encima del otro. Es más clásico, menos vanguardista, pero más redondo y mas arregladito si hablamos de euros. Claro está, quien los visite por primera vez y se encuentre en forma; ¡que se tire al Geroko!
Al ser este menú más tradicional, también ayuda a evitar preparaciones como el musgo en la pared; que aunque reconozco que me chifló, no se me antoja apto para su consumo diario.
 
Bertako:
 
Gel de ibéricos, esponjoso de patatas y flores silvestres.
 
Huevo trufado y cocinado a la inversa.

El aceite AUBOCASSA.
 
Bogavante asado con refrito de hierbas y aromas de té ahumado. Finura, elegancia y sabores presentes para revisar un clásico delicioso. Cocinado en su punto, además.

 
Raviolis de rabo envueltos en pan y jugo meloso de su cocción. Éxtasis de sabor intenso  envuelto en fino y crujiete pan con un jugo reducido al límite, que logra reforzar todavía más la preparación.

 
"Nada más tradicional que unas Kokochas de bacalao al pil pil", dijo el camarero y nada más rico, alegó servidor.


Estaban demasiado ricas; de hecho, si me hubiesen puesto el doble de esta buena ración, me lo habría comido todo y luego me tendría que lamentar de no poder probar el mejor foie a la sartén que probé en mi vida. Venía acompañado de unos kikos dorados y de un reducidísimo caldo de ave. De bueno que estaba, no lloré, pero por verguenza y por que había demasiada luz.
El caso es que la tersura y consistencia de este foie, tiene truco, está previamente cocido en un caldo a baja temperatura. 
 
Las castañas confitadas y asadas al sarmiento se acompañaban de un helado de marrón glacé y fueron un óptimo final.
 
Rematé la jugada con un estupendo Calvados, expresso y los mismos pettit fours del día anterior; a los que nuevamente, me fue imposible oponer resistencia.
 
 

jueves, 13 de enero de 2011

Sencillos Menús Navideños

Este menú se lo he regalado a mi familia durante las pasadas fiestas, en las que dicho sea de paso, NO creo; motivo principal por el que no compro los típicos productos subiditos de precio y en ocasiones, de dudosa temporada.
Nadie leerá por tanto las típicas felicitaciones navideñas, pero si un menú en el que he hecho lo que, por lo visto se me da mejor; reciclar productos para distintas preparaciones...

Comenzamos a zampar con una crema fría de coliflor con huevas de trucha y tocineta con ajada de naranja y romero. La receta la saqué de aquí y como podréis ver, la ensayé previamente.


La crema de coliflor templada con zamburiñas al limón (confitaditas a baja temperatura y laminadasssss) y ajada. Un plato basado en el anterior que levanta la sensación térmica...

Los corales salteados con ajo, perejil y limón.


Pulpo a la brasa con espuma de cachelos.


Solomillo al horno con mi crema de castañas, trufa y salsa al vino tinto.


La tarta de manzana al momento con helado.


Mi turrón -por llamarle algo- de dos chocolates con arándanos y canela.



Ya en Navidad la crema de coliflor gratinada sobre salteado de setas con jamón.


 
Ahora un plato en el que copié de aquí y de allá para finalmente obtener las zamburiñas sobre reducción de balsámico con polvo de maíz y sus corales salteados.

Un arroz con pulpo sirvió como plato principal.


El coulan con helado de mandarina imperial fue el postre que se escoltó con una bandejita de dulces navideños.


Esto es todo por ahora, en el mundo de los menús reciclados...

sábado, 8 de enero de 2011

Restaurante AZURMENDI, Larrabetzu (Bizkaia) -Día 1-

Llevaba tiempo queriendo visitar Azurmendi; tomé consciencia de su existencia poco antes de que se celebrase el pasado Forum Gastronómico de Santiago.
Unas 6 horas en coche me separaban del mismo; lo cual me echó para atrás en más de una ocasión, de cara a visitarlo un fin de semana. Muchos estaréis de acuerdo que justificar tantas horas, y dinero que cuesta andarlas, requiere poder tomarse unos cuantos días para viajar y ver con calma algo que merezca la pena.
Había intentado en unas 4 ocasiones visitarlo en puentes o vacaciones y y no pudo ser, por estar cerrado u ocupado. Fue la vencida el día 3 de enero este 2011.
El plan no pudo haber salido mejor; me marché con unos amigos para Boñar (León) donde pasamos la última noche del 2010 y los dos siguientes días. Fiesta y jolgorio a tope, que nadie lo dude; pero tras tres días de tormenta llegó la calma, Azurmendi me aguardaba a tres horas y media.

Como siempre, estoy largando mucho en un simple encabezado; pero también es importante que os quedéis con el nombre de Boñar. Para mucho de quienes lo conozcan, Boñar, es un pueblo que no tiene nada, pero para mi lo tiene todo; ambiente, unos locales macanudos y con buenos precios, todos los servicios a tiro de piedra, buena gastronomía y, sobre todo, tranquilidad. Se encuentra cerca del puerto de San Isidro y a unos 35 minutos del centro de León. Pero bueno, lo importante es que tras las tres horas y media con las que rematé el párrafo anterior, me aguardaba una enorme nave de nombre Azurmendi, capitaneada por un joven llamado Eneko Atxa; el mismo que me había dejado flipao con una de sus ponencias en el pasado Forum Gastronómico.

Iré por partes; el local es una enorme (casi mosntruosa) nave dominada por la madera tanto en exterior como en el interior. Un complejo en el que se encuentra una bodega, un salón para eventos en el que calculo se acomodarán unas tropecientas personas (medio millar según la web), con una cocina de aquí a mañana que como todas las de tal envergadura, se divide en cuarto frío, postres, primeros... los estudiantes en escuelas de hostelería y profesionales de los fogones, os imagináis bien de que va. Debajo de esa cocina, que a mi se me antoja pequeña, si imagino lo que es cocinar para las mencionadas tropecientas personas (la misma impresión me dio en su día la de Pepe Vieira); debajo, está el laboratorio, de importante tamaño y con unos cuantos aparatejos que recuerdan más a la NASA que a los hornos y tarteras con los que se suelen cocinar en los restaurantes al uso. Pero bueno, cacharros maravillosos como la Roner o la PacoJet y otros como los sifones, también nos habrían asustado hace no tantos años y bien que disfrutamos en la actualidad de lo que sale de muchos de esos chismes. He de reconocer que jamás hubiese contado con adentrarme tanto en la nave de los misterios; pero en la segunda parte de esta narración se desvelará el por que un pobre diablo como yo, sabe todas estas cosas.


Quienes se decidan a adentarse en el toscamente descrito local, verán en primera instancia un hall que recordará al hotel del El Resplandor (pena de no haberme llevado una pelotita) y comenzarán a ver lo más importante, el común denominador de todo buen restaurante; los humanos profesionales y amables que los habitan.
Acompañado por primera vez a la sala del restaurante, me conforta ver el contenido número de mesas que la forman; concretamente 11 mesas para unos 45 comensales. 

Calidad encima de todas y cada una de ellas; nada que no se vea en los restaurantes de nivel, estrellados o no, exceptuando el taburete para bolsos y demás trangallada que me suele acompañar en estas visitas. Luz natural por dos de los cuatro costados, con buenas vistas al paisaje vasco, por uno de ellos y buena iluminación interior. Nada recargado, sin vistas a la cocina y con acústica agradable (aunque yo subiría un pelín el hilo musical); baños completitos, tal y como cabría esperar... ...que si, que siii ¡vamos a lo importante!

Los camareros, atentos, amables, con la lección de lo que sirven muy bien aprendida, para nada cargantes y sí, dispuestos a hacer hace que la velada resulte especial.

La carta de vinos; buena, al nivel del local, aunque con nula presencia de vinos gallegos, lo que sin duda se me antoja como un error. Destacaría de esta carta que los precios son bajos; habéis leído bien, bajos comparados con muchos de los restaurantes posteados en este humilde blog. Eso sí, que nadie aguarde encontrarse la enorme cantidad de referencias de Casa Solla, o El Refugio, o A Gabeira; ni la posibilidad de realizar catas verticales como por ejemplo O Gaiteiro. Para que nade diga que no tiro por nuestra tierra.

Eso sí, la carta de espirituosos, vinos dulces, aguas y cafés... ¡MÁTAME CAMIÓN! y de nuevo a buen precio; si alguien le apetece puedo dar ejemplos...

Acompañé el menú de un caldo rico que no mató a los platos, el Habla 6; alucinante Syrah de la  V.T. Extremadura, de Bodegas y Viñedos de Trujillo. Se reconoce la uva, pero pese a no ser fanático de Syrah, me resulta de lo más agradable. Limpieza y recuerdo a la ciruela en el color; la etiqueta "habla" bien de lo que se recoje en nariz; por las frutas rojas, las flores y los toques minerales y algo de lacteos. En boca sabe a lo que huele, con suavidad y envoltura.

Este día Azurmendi, disponía de dos menús uno largo a 75€ + IVA y otro mas largo a 95€ + IVA (este detalle bien explicado). A por el segundo me fui. Por cierto, preguntando por los nombres de los menús; Bertako y Geroko; entendí que el Bertako tiene más que ver con la tradición y el Geroko con la actualidad y la evolución.

Un aceite de la Empurdá, sirve de acompañamiento para el pan blanco, de maíz y moreno con semillas. Buenísimo el aceite y bueno el pan; aunque no entiendo el por qué le dan un golpe de horno antes de servirlo, personalmente si el género esta fresco, no lo veo necesario.  De todos modos un buen aceite o mantequilla es siempre una declaración de buenas intenciones por parte de la casa.

Espumoso de patata, con gel de ibéricos, crujiente y flores silvestres. Impresionantes texturas sin dejar los finos y bien conjuntados sabores de lado.

Yema de huevo de caserío cocinada a la inversa con caldo de trufa y trufa rayada. Rompedor aperitivo de rotundo sabor y la mejor esferificación existente; la yema.
Si yo fuese cocinero, también estaría orgulloso de poder recibir a los comensales con tremendo aperitivo. A tener en cuenta que estos dos se sirven a quien pide a la carta y son por cortesía de la casa.



Ostra con gel de mar, salicornia y aromas naturales extraídos del mar; ¿te gustan las ostras?, esta te gustará más. Segunda vez que pruebo un plato con ostra, acompañado de un alga que le va de muerte.
Esa especie de vapor incorpora un aroma marino que enfatiza la preparación.

La huerta; esta huerta la forman una explosiva emulsión de aceite de oliva con salmorejo; los microvegetales, que apreciáis en primer plano y la tierra que viene siendo remolacha liofilizada en polvo. Bajo tal superficie se encontraban algunos mini tubérculos. Plato divertido y rico a más no poder. algunas de las hortalizas diría que se han cocinado por impregnación.


Inspiración sopa de pescado, con las algas en tempura, moluscos, el salmonete y las huevas al natural, con  una roca que permitía conjuntarse con los demás ingredientes y un fondo de sabor a guiso, a fondo de pescado, a lo tradicional. Me gustó a rabiar.


Morcilla hecha en casa con caldo de alubias de Arraño, berza y vegetales.Morcilla; finura si, pero sabor. Esta es la línea que recorre todo el menú. Platos de difícil ejecución y fácil degustación. Si me obligasen a hacer ecuaciones, los platos no tendrían tamaño valor.


Rodaballo, alcachofas e infusión de ave.Tres cositas bién puestas logran un plato sabroso por la harmonía de los ingredientes y el excelente punto de los mismos.


El "pichón" en el bosque estaba buenísimo, sin llegar al nivelón del resto del menú. Tengo que reconocer que, en mi memoria, existe un menú degustación que se encuentra en mi raking del mayor placer gastronómico que estuvo temblando hasta este momento. Un plato con paloma torcaz, superior a este con pichón y los 10 pavos menos que cuesta ese otro menú; lograron que quedase inamovible.


Con los postres, continuó una sensación que no pude evitar en todo el menú; emoción de tres estrellas (entiendase sin maldad) al precio de monoestrellado.

Con el musgo en la pared, se emociona la retina, se emociona el olfato y se emociona el paladar en cada cucharada. Impresionante rudeza de unos sabores vegetales que se suaviza con un tesoro en forma de dulce crema de manzana verde. No apto para todos los paladares, este postre tiene poco de descafeinado y mucho de emocionante.

Por cierto y por si alguien lo duda; esto venía montado en un atril a unos 60º permaneciendo inamovible; de ahí el nombre.

Segundo postre; chocolate "apasionado". Bombones de chocolate plateados, con espectacular relleno licoroso, con fruta de la pasión en varias texturas y preparaciones.
Acompañé perfectamente con un txacolí dulce de vendimia tardía. Arima es su nombre; alma en español.

No me cabía más en el cuerpo, pero he ahí la fina leche de oveja infusionada con caramelo Fisherman's, los pistachos bañados en chocolate y las avellanas garrapiñadas en las que me pareció percibir un toque de miel.


LLegada la hora del café, de los 5 o 6 de entre los que disponían, me animé con el Blue Mountain, gran café sin duda. Para rematar la jugada a lo grande y harto de que el gin tonic cope e la mayoría el apartado digestivos; disfruté de un Luis Felipe.

Merece la pena, por que conjuga a la perfección, la innovación con la tradición; trabajan con buen o fantástico producto y con él preparan platos sabrosos y suculentos que sientan bien.
Me costará volver al País Vasco y no darme un homenaje en Azurmendi; por que por poco más (con suerte, a veces será menos) se que puedo pagar el doble o que me la metan doblada.
Así que ¡viva Azurmendi!




domingo, 2 de enero de 2011

Casa Pendás y su BACALAO CON CALLOS

Comienzo un nuevo año tal y como comencé el pasado; ahí os dejo mi penúltima experiencia en Casa Pendás. Veréis el mismo menú descrito en Capítulo 0 y Pantagruel Supongo.  ¡Que nadie se asuste!, pese a que publique ahora; mi visita y la de estos dos monstruos de los gastroblogs gallegos, no se distanció más de 48 h. 
Anticipo que este 2011 comienza con fuerza en DANINLAND;  escribo este encabezado desde el País Vasco, ya os contaré más... Aprovecho para saludar a los lectores y agradecer vuestra fidelidad.

De ninguna manera podría dejar de compartir esta nueva degustación que disfruté en lo que suelo definir como "una de mis casas". Muy buena atención como siempre; probé un enorme vino al que le tenía echado el ojo desde hacía tiempo, disfruté de una fantástica pitanza en forma de menú degustación, que sobradamente vale los 40 € a los que se vende y dentro de ese menú toqué el cielo con uno de los mejores platos del 2010 (por el título de la entrada habréis adivinado cual).

Vamos con el caldo, antes de los alimentos sólidos; un César Príncipe del 2005 D.O. Cigales, que acompañó los platos de maravilla. Es, sin duda, uno de esos vinos que no me permiten ni un momento de aburrimiento y con una RCP destacable.

El divertimento del menú comenzó con este aperitivo múltiple:
Pan de pasas con ali oli; rico, casero, entretenido.
Cebolla en tempura.
Fritos de San Simón rebozados con corteza de cerdo; mostrando en su sabor, el carácter que el cocinero suele imprimir en su cocina.
Empanadilla de zamburiña; rica masa, rico relleno.






Huevo a baja temperatura con papada de Joselito y espinacas.
Me encanta el huevo en esta preparación, ayudado del calor del recipiente y los demás ingredientes, continuó el disfrute.

Guiso de pulpo; cosa rica que recordará a más de uno, el sabor de los guisos de sus madres, abuelas...
El género se deshacía como la mantequilla en esta preparación que resultó de lo más reconfortante y que es una declaración de intenciones, sobre uno de los caminos que tomará la cocina de Casa Pendás.


Vieira sobre crema de lentejas y foie grass con falso coral. ¿Necesita ser comentado?, creí que sería el mejor plato de la noche y, afortunado yo, me equivoqué.


Arroz con chocos; si veis este plato en carta debéis pedirlo; pedir doble ración e ir directamente a los postres, por que la concentración de sabor que ofrece, es disfrute más que suficiente para todo el apartado salado.

Bacalao con callos; ¡Ay mamá!; procurando no soltar tacos ni expresiones que puedan desagradar, diré que esto es un plato icono de la década y lo demás son tonterías.
Rotundo en sabor, textura, pero al tiempo luciendo finura, recomiendo maridar con una copita cianuro, si se desea morir feliz.

Esta perdiz con setas y orejones pilló a mi estómago en un momento de overbooking, protagonizado por la masiva ingestión de comestibles de la que había disfrutado. De todos modos,  me brinda ocasión de ser un poquito malo; que también es sano.
El punto de la carne me hubiese gustado algo menos pasada; ya se que no es un pichón sangrante, pero con todo y con eso... Debo advertir que cada persona es un mundo y que en esta casa las carnes lucen gran producto, cocinado a un punto perfecto.
Se maridó con un espumoso dulce, no recuerdo cual por eso de hacerme el inteligente y no tomar anotaciones.


Apartado dulce:

La piña estofada con crema de vainilla, hojaldre y sorbete me hizo pensar en que la oferta no mejoraría
(dado el nivelón con el que comenzó), hasta que llegó grácil a mi mesa este impresionante cremoso con miel y boletus confitados al que es imposible hacerle justicia con una foto -mentira, habréis comprobado en Capítulo 0, que si se puede hacer justicia-.


Para acompañar mis dos cafés de rigor...


...nunca me han faltado los detalles en esta gastrocasa.