A mediados del pasado mes de enero visité por fin este restaurante situado en el museo de la Casa del Hombre. Las sensaciones fueron encontradas desde el principio; las vistas son extraordinarias, pero no han llegado a convencerme tanto como las del Playa Club; el cual había visitado unos días antes.
El local se ubica en un mastodóntico edificio en una de las zonas más bellas de la ciudad; pero pese al escenario, la sensación visual y de acogimiento que yo espero de un restaurante, merma considerablemente y por momentos, no pude evitar la sensación de estar cenando en el restaurante de un museo; por bueno que este fuese.
Buena sin más.
Casi me olvido de explicar que por ende, el vino no fue servido a su temperatura por lo que pedí que me lo enfriasen.
El local se ubica en un mastodóntico edificio en una de las zonas más bellas de la ciudad; pero pese al escenario, la sensación visual y de acogimiento que yo espero de un restaurante, merma considerablemente y por momentos, no pude evitar la sensación de estar cenando en el restaurante de un museo; por bueno que este fuese.
Poco más que añadir aparte de la poca sorpresa que me encontré en unos platos poco innovadores y no demasiado deslumbrantes, pero que de otro modo, no caen demasiado del standart de calidad que ofrece el Nove. Vamos, que aún siendo de mi agrado, lo observo más como la guinda del pastel para los visitantes al museo que decidan regalarse una buena comida, que el sitio donde acudir a celebrar una fiesta gastronómica.
Buena sin más.
El primer plato fueron unos fritos de queso do Cebreiro con lacón. Divertido plato que me recuerda a uno de los aperitivos que me sirvieron en Casa Pardo y que recomiendo para compartir. -SIN FOTO-
El postre fue este tiramisú revisado con helado de cacao -café. Lo acompañé de un vino dulce.
Esta pitanza fue lubricada con un Domaine Touron; un vino tinto australiano con denominación Mount Benson, producido por Maison M. Chapoutier a base de Syrah, no recuerdo si del '05 o del '06 (aunque diría que '05). Me quedo con la impresión de que es un vino fresco y de cierta elegancia, pero que no me satisfizo totalmente, muy en parte por que marca en exceso el varietal. Me suele suceder lo mismo con alguna garnacha; el caso es que no es mi vino.
Casi me olvido de explicar que por ende, el vino no fue servido a su temperatura por lo que pedí que me lo enfriasen.
El enfriador no se quedó a mi alcance ni recibió la atención que precisaba; por lo que se enfrió demasiado. Aunque parezca mentira en esa ocasión no me importó demasiado, pero cuando esto sucede, ¿se debería pagar lo mismo por el vino?.
Yo digo que no; no siendo que las disculpas vengan acompañadas del plato que se te está enfriando (cocinado de nuevo), mientras el vino abandona la temperatura que estaría mas adecuada a un tokaji. Será que soy muy exigente; o que hay muy pocos profesionales a la altura de lo que pago.
Hablando de Don dinero, la fiesta se pagó a 76 euros; no estuvo mal. Dicen que lo bueno si breve, dos veces bueno. Dicen...
Y para que veas que en el fondo te aprecio, estoy plenamente de acuerdo con tu crítica a la Domus. Un restaurante que vive más de su entorno que de su comida. Platos muy bien presentados pero carentes de lo más importante: SABOR. Y el fallo del vino es imperdonable.
ResponderEliminarPD: Estimado Danin. No vuelva a escribir Sirah, que me daña la vista. Syrah, por favor. Y sepa que El Follonero estará vigilando atentamente.
...ya veo, ya.
ResponderEliminarAnda que por una "y" vamos a discutir...
O Shiraz, si nos ponemos...
ResponderEliminarDani, lo de la Domus viene de lejos: hace años prometía convertirse en el mejor restaurante de la ciudad, pero ha ido perdiendo fuelle hasta dejar de ser algo relevante. A día de hoy languidece en calidad de comida, de servicio y, si me atengo a mi última visita, de clientes.
Un saludo.
Ja, ja, lo de Shyrah o Shiraz, siempre me tuvo un pelín acongojado.
ResponderEliminarYa me veo inmerso en mil indagaciones, a la hora de contar algo sobre el vino. Pero tampoco engaño a nadie, mis "notas de cata" son cada vez mas bravús (aunque no a la fuerza desacertadas).
En cuanto a lo de la clientela, no sería de estrañar, A Coruña es una ciudad con un importante volumen de restaurantes de calidad.
¡Tendrán que ponerse las pilas!