Un lluvioso miércoles de febrero del '09 leí la siguiente noticia en un diario gallego:
"Pendás se sube al podio de los grandes chefs".
En dicha noticia pude enterarme de que el restaurante en el que cocinaba se encontraba en Narón. El saber esto, logró cambiar mis planes del viernes a última hora.
En esa oscura y lluviosa noche me dirigí hacia el ansiado local. El mismo, se encuentra en Sedes, más cerca de Valdoviño que del propio núcleo urbano de Narón. El emplazamiento es lo suficientemente recóndito como para que tuviese que pararme a preguntar unas tres veces antes de dar con el mismo.
Finalmente lo encontré y, a juzgar por el aspecto, había merecido la pena. El restaurante es una preciosa casa de piedra que se encuentra aislada del bullicio en un ambiente rural y al cual se accede por su parte trasera, en la cual está situado el aparcamiento en un jardín muy bien iluminado.
El efecto en esa noche lluviosa era mágico.
Al abrir la puerta, me recibió una camarera amabilísima, la cual, a mi pregunta de si habría algún problema por la tardanza (rondaban las 22:45), respondió que de ninguna manera.
Como ya he dicho, la entrada al local se encuentra en la parte trasera, donde se ubica el aparcamiento. Nada más entrar me encontré con una recepción-hall-bar con una pequeña barra; muy acogedora. Al abrir la siguiente puerta, se accede al comedor, que se divide en tres espacios: uno con un par de mesas pequeñas y una redonda grande presidido por una imponente lareira. A mano izquierda en una zona acristalada se encuentra el comedor para fumadores y subiendo unas escaleras hay otro comedor dotado de una mesa grande y unas cuantas para cuatro. Este último es un ejemplo de estancia íntima y muy acogedora; aunque las demás también están muy bien equipadas y decoradas e iluminadas con acierto. El espacio entre mesas es ciertamente holgado y tanto la mantelería como cristalería y demás menaje es de alta calidad. Se percibía además que la acústica es excelente;lo cual noté clara-mente pese a que sólo había otra mesa ocupada.
"Pendás se sube al podio de los grandes chefs".
En dicha noticia pude enterarme de que el restaurante en el que cocinaba se encontraba en Narón. El saber esto, logró cambiar mis planes del viernes a última hora.
En esa oscura y lluviosa noche me dirigí hacia el ansiado local. El mismo, se encuentra en Sedes, más cerca de Valdoviño que del propio núcleo urbano de Narón. El emplazamiento es lo suficientemente recóndito como para que tuviese que pararme a preguntar unas tres veces antes de dar con el mismo.
Finalmente lo encontré y, a juzgar por el aspecto, había merecido la pena. El restaurante es una preciosa casa de piedra que se encuentra aislada del bullicio en un ambiente rural y al cual se accede por su parte trasera, en la cual está situado el aparcamiento en un jardín muy bien iluminado.
El efecto en esa noche lluviosa era mágico.
Al abrir la puerta, me recibió una camarera amabilísima, la cual, a mi pregunta de si habría algún problema por la tardanza (rondaban las 22:45), respondió que de ninguna manera.
Como ya he dicho, la entrada al local se encuentra en la parte trasera, donde se ubica el aparcamiento. Nada más entrar me encontré con una recepción-hall-bar con una pequeña barra; muy acogedora. Al abrir la siguiente puerta, se accede al comedor, que se divide en tres espacios: uno con un par de mesas pequeñas y una redonda grande presidido por una imponente lareira. A mano izquierda en una zona acristalada se encuentra el comedor para fumadores y subiendo unas escaleras hay otro comedor dotado de una mesa grande y unas cuantas para cuatro. Este último es un ejemplo de estancia íntima y muy acogedora; aunque las demás también están muy bien equipadas y decoradas e iluminadas con acierto. El espacio entre mesas es ciertamente holgado y tanto la mantelería como cristalería y demás menaje es de alta calidad. Se percibía además que la acústica es excelente;lo cual noté clara-mente pese a que sólo había otra mesa ocupada.
Las cartas llegaron raudas a mis manos, abrí la de la comida y ¡sorpresa!, bastante escueta pero sin carencias y muy bien esquematizada. La de vino más de lo mismo, muy trabajada, con explicaciones, para cada una de las referencias, con diferentes tipos y formatos. Además cuenta con una buena selección de aguas.
Mi elección no se hizo esperar; un CEPA 21 debidamente decantado y servido (temperatura ideal).
Los platos fueron los siguientes:
Empezamos con un muy buen aperitivo; una pequeña tosta con pastel de cachela , crema de grelos y salsa de pimentón. Todo esto muy bien anotado por la camarera.
El primer plato no se hizo aguardar, se trataba de una terrina de foie acompañada de unos contrastes de dulzor y temperatura en forma de de finísima compota de manzana y vinagre de módena. Es el tipo de plato ideal para compartir, pero yo me lo comí sólo, disfrutando del vino.
El segundo plato llegó cumpliendo un ritmo adecuado. Un solomillo de ternera con patatas panadera. Buen plato, con su punto de cocción exacto y con la cantidad precisa.
Tras el disfrute de este contundente plato llegó la hora de elegir el postre; creo recordar que se trataba de una especie de tres chocolates con hojaldre. Lo que si recuerdo que fue sin duda el plato más impresionante de la noche, tanto por su sabor como por su presentación. A esas alturas, ya me habían conquistado.
En el momento de estar disfrutando de un buen expresso el chef me visitó a pie de mesa para interesarse por mi estado; sana costumbre (o al menos eso pienso yo).
Para mi ese suele ser un acto de agradecer, más viniendo de alguien como Alfonso, quien resultó ser un tipo realmente agradable. Además pude felicitarlo por el notable puesto que había alcanzado en el concurso a nivel gallego.
Finalmente la cuenta ascendió a unos 72 euros, lo cual no es mucho teniendo en cuenta que la botella de CEPA 21 costaba unos 31 euros y que prácticamente pedí los platos más caros de la carta.
Conclusión: Casa Pendás http://www.casapendas.com/ es un sitio en el que merece mucho la pena dejarse caer sin prisas, que irradia encanto desde el edificio hasta el personal, pasando por los muchos detalles que ayudan a disfrutar de la magnífica cocina de un chef con mucho que decir. En cuanto a la cocina, creo que podría definirse como "cocina gallega contemporánea", por elaboración y presentación, pero destaca el magnífico producto y su total coherencia con el entorno. Es, sin lugar a dudas, una perfecta fusión entre los rudos sabores de nuestra cocina tradicional y la finura de un chef que respeta el material con el que trabaja.
Como no todo son flores, voy dar mi única nota negativa a la escasa atención que se dispensaba a la música. Nada insalvable, pero es algo a lo que doy bastante importancia.
Proximamente Menú Degustación en Casa Pendás.
Si Daninland si....estoy deseando ir!!pero espero la ocasion...
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