jueves, 4 de noviembre de 2010

Restaurante A Fabrica de Vilanova (Allariz, Ourense)

Sucedió esto, el tercer finde de septiembre; estoy recuperando el orden cronológico de mis publicaciones, con respecto a las visitas. Aviso de que las dos siguientes, son celestiales; aunque esta tampoco estuvo nada mal. Disculpas y gracias a todos los lectores, espero que os sirva de algo, a la hora de una buena pitanza cuando piséis la geografía gallega.

Comienzo la escritura de estas líneas sin ni siquiera haber digerido por completo los platos a comentar. Esta visita no es fruto de ningún hallazgo por mi parte, más bien es uno de esos sitios de los cuales más de un conocido me había recomendado en múltiples ocasiones, pero yo lo había apartado de mi agenda, por carecer de supuesta importancia.
Tanto es así a que ya había comenzado a oír hablar del mismo, hará cosa de un lustro.

El caso es que, estando yo en la bellísima tierra de Allariz por quinta o sexta vez, surgió prácticamente de la nada, esta gran experiencia gastronómica.
Tengo un lastre que arrastro lastimosamente en forma de faringitis crónica (amén de padecer colon irritable, quistes en los tendones y demás dolencias desagradables que me abstendré de comentar), que me deja "out" para una jornada de alcohol, sensaciones fuertes y climatología adversa para con mi mencionado handicap.

Que mejor sitio para recuperarse, o para no empeorar, que el agradecido acogimiento y comodidad de un buen restaurante. Así de casualidad, me adentré en el interior de A Fabrica de Vilanova; llamado así por la antigua actividad que se desarrollaba en el edificio, décadas atrás. La historia y la prehistoria del local os la cuenta este enlace.
Entonces, ¿que tenemos aquí?; una cafetería - bar en un paraje de ensueño, no cerca, si no en el mismo río Arnoia, en una de las más bellas zonas del precioso pueblo que es Allariz.

Del tema Allariz, ya hablaremos; por que bien se merece una extensa entrada en mi tan olvidado apartado de viajes. Esta villa, insisto, es caso aparte: no creo que haya estado en muchos pueblos dotado de tamaña belleza y eso que soy de los que el mar les agrada cosa fina.

Como iba diciendo, tanto el local, como el marco que ocupa, ciertamente merecen el adjetivo de ensoñador y tanta insistencia en ello, se debe a mi asombro tras haber estado en su interior, donde las expectativas que ofrece exteriormente, se cumplen con creces.
El aprovechamiento del espacio, es envidiable; recordando por tal motivo a A Estación de Cambre o al Muiño de Trigo en Cabanas; pero diría que incluso los supera.

¿Que a que viene tanto royo?, a que, a veces, conociendo algunos de los establecimientos que se encuentran por estas latitudes, da la impresión de que están demasiado apartados para ocupar el hueco que se merecen dentro de las guías gastroturísticas. O que son injustamente olvidados en ciertos medios, cuando menos.

Unas imágenes, en este enlace, valdrán más que las anteriores mil palabras.
A Fábrica, ofrece una carta con gran cantidad de entrantes, divididos en fríos y calientes más un buen número de carnes y pescados. La carta, en comparación con los demás sitios que conozco, va bastante a su bola.Por tal motivo, me recordó a la de uno de mis hogares gastronómicos predilectos, Casa Pendás.

A modo de aperitivo me sirvieron este "pan de olivas negras e anchoas". Que nadie se alarme, estaba buenísimo y aparte servían una cesta con tres tipos de pan.


De entre todos los platos, elegí el "Queixo en tempura con marmelo de plátano e reducción de moscatel"



Muy buena variedad, de quesos, bien arropados por la tempura y con el estupendo contrapunto del logrado dulce de plátano y los aromas del moscatel.
Sorprende , además de la calidad del plato, el hecho de que por la cantidad, casi valdría de cena por él mismo. Lo recomiendo para compartir. Los quesos que se utilizaron para formar el plato en esta ocasión fueron: San Simón, Arzúa, Manchego y Parmesano.

Para elegir el plato principal, decidí ir un poco en contra de mi gusto, al menos en la materia principal del mismo, para probar la "Golosina de cordeiro con regaliz e pistachos triturados con pataca panadeira".


Buen producto, que podría haberse cocinado algo menos (un na de na) y que junto a unas patatas sí de arrodillarse, formaba un plato de carne, magnífico.
El postre, más ligero, un "mousse de iogur con amorodos e amorodo caramelizado", se acompañó de un Vi de Gel a un precio irrisorio si se compara con lo que me han cobrado por el, en algún local cuyo nombre no mencionaré (aunque si alguien se aburre, lo podrá encontrar sin salir de este blog).

Debo hacer mención de una vajilla correcta, con bastante uso de pizarra en mi caso, con un cristal notable, siendo el más "normalito" el que utilizan para el vino. En los demás casos, ya se podría hablar de Riedel Y Scott Zwizell.
También un acertado hilo musical, aporta lo suyo , al hora de hacer que se disfrute al máximo de la comida y las instalaciones.
Otro factor de importancia es la profesionalidad que ofrece un servicio, atento y amable; además con disposición al la hora de resolver dudas y consultas, ¿que más se puede pedir?.

En cuanto a la carta de vinos, encontraréis dentro de un numero de referencias no demasiado extenso , una buena cantidad de D.O. Sirva como ejemplo de lo instintivas que son a veces mis elecciones, el hecho de que estaba buscando un tinto ligero al estilo de A Torna dos Pasas, sólo que de superior resultado en mi paladar y no pude, pese que habrá quien no esté de acuerdo, haber atinado más en la elección de un La Fortune 2007 de Domaine A. AET P. DE VILLANGE.

Ya se que muchos os estaréis partiendo la caja; de hecho alguno ya se la ha partido en directo, delante de mis narices. Pues tenéis blogs de entendidos en vino a dar por... ...un montón, vamos. Por mi parte, me dejo a la dulce experimentación.

Este espléndido vino me dio todo e incluso más de lo que cabía esperar, resultando ser de lo más goloso. En parte por la agradecida graduación de 12,5º y, en mayor medida, por las sutiles (y no tanto) delicias que brindaba tanto en nariz como en boca; siendo el color algo que al principio, asusta a un bebedor de San Román, Venus, Abel Mendoza, Lynuss...

Tras tan agradecida pitanza, no pude más que solicitar saludo al chef André Arzúa que resultó ser un joven amable, dispuesto y centrado en su propuesta. Me dio un par de apuntes interesantes a propósito de los vinos y de la posibilidad de disfrutar de un menú degustación si se avisa al efectuar la reserva.

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